Ahogados por cadenas de intermediarios – por Rafael Pérez Ortolá

Aunque no sea experto en estos menesteres, quisiera proclamar algunas realidades improcedentes a las que se ha llegado en estas cadenas de transmisión entre los elaboradores de un producto y los consumidores. No hará falta una intensa demostración para concretar que los puntos débiles están sobre todo en los extremos. Dicho de otra manera, no es preciso ser experto, uno intenta mirar los avatares de los productos consumidos, las gentes que trabajan en su producción, los precios, y estamos ante una palpable evidencia.

Si Vd. se calienta la cabeza, se arriesga y pone sus esfuerzos para obtener una producción -naranjas, patatas, obras de arte…-, no le quepa la menor duda, se habrá convertido en una diana perfecta para que disparen sobre ella, abusando de su trabajo. En el sentido de aprovecharse al máximo de lo que Vd. ha generado, menospreciando la labor de creación y de elaboración.

Cuando nos pasemos a la otra punta, como consumidores, por pasividad, por desconocimiento, estaremos expuestos a todas las milongas. Con la desfachatez de una presunta libertad, nos endosan precios arbitrarios, redondeos al alza y aún peor, calidades deficientes con ocultación y alevosía.

En este trayecto, ya no planteamos los puntos intermedios como unos eslabones y una cadena simple. La estructura organizativa ha multiplicado sus sensores de tal manera y perversidad que adopta una configuración de maquinaria infernal. Podemos decirlo más descarnadamente, nos aspirarían hasta el tuétano.

Entre los múltiples ejemplos a la vista de todos, elijamos uno. Si cultivamos naranjas, nos va a suponer una serie determinada de costos. Llegado el momento de venderlas podemos encontrarnos que no hay comprador, precios bajísimos o mil pegas para aceptarnos el producto. ¿Qué hacer? ¿Resignación? Vamos a ver si las podemos vender a 1 Euro la arroba de 13 Kg. ¡Si está así el mercado!

Situados en un punto de venta nacional (Madrid, Vitoria, Valladolid…) apreciamos enseguida los precios de las naranjas a 3 Euros, PERO 1 Kg. Es decir, los 13 Kg mencionados pasan de valer 1 Euro a 40 Euros. ¡Treinta o cuarenta veces más parece excesivo! ¿O no es así? Aún hay más, tampoco tienen el sabor de los frutos recogidos maduros en el árbol, ¿Cuándo los recogieron? ¿Han elegido para esos ciudadanos las frutas de peor calidad? ¿Qué pasa aquí?

Si desmenuzamos el costo, de unos céntimos de euro para un kilo de naranjas en orígen, aunque les agreguemos la recogida, distribución, impuestos, pequeños comercios, no pueden convertirse en esa multiplicación abusiva. Es como una especie de agujero negro que absorbe la energía únicamente en dirección a unas carteras.

Topamos con estructuras que actúan como apisonadoras, con mucho carácter de sanguijuelas, viviendo a expensas del productor y del consumidor. En estas trapisondas sólo se trata bien a los «situados » estratégicamente. ¿Quién se acuerda ya de los extremos?

¿Estos ejemplos se dan raras veces? Me parece todo lo contrario, de tan habituales nos han adormecido y no nos provocan ninguna convulsión. Si se llegaran a corregir estos comportamientos, pagando los gastos de producción, impuestos, márgenes comerciales adecuados y liberalizando de verdad la circulación de los productos, el consumidor tendría la oportunidad de conseguir productos de calidad y a precios moderados. ¿Porqué se dejan engrosar estas cadenas? Una vez más dominan las ganancias abusando del esfuerzo productivo.

Insisto en los diversos ejemplos, precios tirados para los pescadores apenas a unos kilómetros del puerto, el mismo producto centuplicó sus precios. Baste una mirada en ocupaciones que se desarrollen a nuestro alrededor.

No es que uno vaya a esperar un funcionamiento ideal, pero sin llegar a tanto si que echo de menos algunas actitudes deseables:

a) Menor pasividad por las personas perjudicadas. Tendrían su fuerza democrática y socialmente pueden denunciar con más ahínco estas situaciones. Tampoco estaría mal que le lancen a una comunicación más cercana entre los dos extremos.

b) Prensa y medios dedicados a esclarecer estos abusos. ¡Aunque tuviéramos que prescindir de tanta prensa de colores! Pero ¡Quiá! A la vista queda como nos va la marcha y no se reacciona.

c) Buenos estudios de costos y organización económica. Esa es una ayuda importante para estos sectores. En vez de eso, encontramos ilustres entramados fiduciarios que manipulan y campan a todo gas.

d) ¿Porqué no reaccionan los sindicatos y otras fuerzas democráticas para simplificar estas cuestiones? Quizá porque están interesados por los componentes intermedios y sus intereses.

Estamos ante una auténtica anti-utopía, ya se logró enredar bien el entramado. Las actitudes acomodaticias permiten sus evoluciones sin apenas oposiciones. Si no todos felices, por lo menos se habrá satisfecho parte de la voracidad gestora manejando estos capitales.

Rafael Pérez Ortolá. Vitoria.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 1 Junio 2004.