Señor director:
¿Qué es lo que falló en la boda del príncipe? Lo socorrido es echarle la culpa al mal tiempo. Pero muchos ejemplos prueban lo contrario, como hace pocas semanas en Madrid, cuando ni un diluvio no pudo detener el que salieran hace poco millones de personas que sí querían solidarizarse por una causa. En cambio, los príncipes no han considerado ahora oportuno, ni siquiera pasando en su cortejo delante de la estación de Atocha, el detenerse un momento en el lugar. Ni ha sido tampoco lo más adecuado el que el príncipe vistiera para la ocasión un uniforme militar, cuando la Casa Real no movió ni un dedo, ni “saltando el protocolo”, contra la trágica guerra de Irak; aparte la impropiedad de emplear un traje que representa sólo a una parte del pueblo, y que recuerda demasiado el “esos son mis poderes” del anterior Jefe del Estado, conquistando el puesto por una guerra “civil”.
Fallaron también los desorbitados gastos de la boda, así como la manipulación sufrida por los ciudadanos de Madrid, acciones que se parecen demasiado al comportamiento de los reyes absolutos y reinantes, no de los reyes democráticos y simbólicos que, al menos según las leyes, tenemos. Ni tampoco se puede negar, la ostentación ideológicamente partidista que supone el dar prioridad exclusiva al matrimonio religioso, siguiendo. como en tantos otros actos ideológicamente sesgados que prodiga la casa real., contra la laicidad que manda en vano nuestra constitución.
Así pues, no se puede tapar el cielo con la mano, ni achacar a la lluvia la ausencia clamorosa del pueblo, sino a un distanciamiento creciente entre una ciudadanía cada vez más consecuentemente democrática y el comportamiento arcaizante de una institución real anclada en prácticas propias de siglos pretéritos.
Diego Mas
Fuencarral, Madrid.
Cartas de los lectores.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 26 Mayo 2004.