El hombre y la mujer somos el resultado de una evolución histórica de anteriores primates, animales mamíferos que andaban a cuatro patas. Somos el fruto de triunfantes mutaciones genéticas y del desarrollo de la memoria, a través de la cual podemos retener y transmitir conocimientos, (elemento cultural). Sin entrar en las diversas teorías del porqué abandonamos los árboles y comenzamos un proceso de hominización hasta convertirnos en lo que hoy somos, decir que estamos inacabados y que, dependiendo del rumbo que tomemos, evolucionaremos hacia un futuro mejor o peor para la humanidad. Si Hobbes dijo que: «El hombre es un lobo para el hombre», Rousseau dejó frases para el recuerdo: «El hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad la que le corrompe», e Isaac Asimov también sacó sus conclusiones sobre las perniciosas actitudes de los humanos diciendo que: «Sólo hay una guerra que puede permitirse la especie humana: la guerra contra su propia extinción». No parece que vayamos por buen camino. Los hechos reafirman las reflexiones pretéritas y futuras, pero lo que está claro es que, día a día, comprobamos que ni somos tan humanos como pensamos, ni tan sabios como creemos; a los hechos y tragedias me remito.
Se supone que el género humano es un animal racional, que tiene conciencia de su propia existencia, que se pregunta a sí mismo y a los demás y que tiene inteligencia para resolver los problemas que se presentan, y que son facultades que sólo al hombre y a la mujer se les reconoce. A pesar de eso, no parece que dichas facultades anden en su mejor momento. No sólo somos capaces de agredir a nuestro entorno, casa común, sino que somos los mayores depredadores de nuestra propia especie.
Decir que si seguimos el camino marcado por la élite que verdaderamente gobierna este planeta nuestra especie va camino de su extinción, puede que no guste; las verdades o las presunciones molestan a casi todos, sólo algunos las agradecen. La mayoría piensa que nadie tiene derecho a aguarles la fiesta, que la vida hay que consumirla a tope y que los que venga después arreglen los entuertos cometidos, si es que pueden.
Es lógico pensar que al género humano se le supone connotaciones diferenciadas con respecto a los animales irracionales, pero a tenor de lo que acontece año tras año y siglo tras siglo, no es disparatado pensar que podemos retroceder al estado del Homo Herectus-Hábilis. La evolución ha producido los cambios morfológicos necesarios para que nuestro cuerpo se mantenga en pie, y somos tan habilidosos que realizamos artilugios de todo tipo: algunos muy beneficiosos para la humanidad, aunque otros son atroces ya que sólo sirven para matarnos con mayor eficacia. ¿Qué está pasando con nuestra especie?
Es cierto que siempre han existido las guerras, que se han esquilmado los recursos de la tierra, que desde los albores de la humanidad los hombres han realizado atrocidades, pero suponemos que han sido periodos de barbarie, de procesos superables por la razón, por los procesos de ilustración y de las leyes. Por el contrario, compruebo que es la sinrazón la que impera en detrimento de otros valores que harían al ser humano más digno de su nombre. Ante el cúmulo de atrocidades que se suceden siglo tras siglo, estoy llegando a la conclusión de que la especie ha equivocado la senda y que estamos construyendo el camino de nuestra destrucción. No pretendo hacer ciencia ficción, pero al paso que vamos no me extrañaría que algunas de las especies que, por motivos genéticos, nos se diferencian tanto de la nuestra cogiera el relevo del hombre, y que desde esa marcha hacia atrás contemplemos cómo otra especie se hacen con las riendas del planeta.
Tenemos grandes afinidades con las ratas; generalización en todas las latitudes del planeta y alta reproducción. Ese animalito, capaz de vivir en las zonas más adversas y que nos parece un tanto asqueroso, podría tomar el relevo. Ya se están haciendo ciertos experimentos para realizar un híbrido y no hace tanto se dijo que la información del genoma ratonil nos daría información sobre el nuestro. Vivir para ver…
Teresa Galeote. Alcalá de Henares, Madrid.
Colaboradora, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 22 Mayo 2004.