Súbditos y ciudadanos – por Emilio Sales Almazán

Hay una frase muy manida y que en algunas ocasiones me han comentado que es un pensamiento reaccionario. Es cierto que el pensamiento debe estar en constante ebullición, no puede tener reposo y por lo tanto algunas veces llegan las dudas, y porque no, las contradicciones. Es peligroso, a mi modo de entender, el “tenerlo todo claro”, el dar por sentado todo y no indagar y reflexionar. Esa frase es: “Cada pueblo tiene lo que se merece”. No creo que, en líneas generales, sea cierto, pero como decía anteriormente en ocasiones asaltan las dudas. El generalizar lleva en muchas ocasiones a ser injusto. ¿Cómo podemos pensar, por ejemplo, que el pueblo español mereciera a personajes como Isabel “La Católica” o Francisco Franco? Creo que en la época de la reina muchos dudarían de su benefactora mano (sobre todo los pueblos indígenas de América) y en el segundo personaje a los hechos acaecidos me remito.

Pero en la actualidad una cuestión acapara las noticias como si después del 22 de mayo nuestro país se va a convertir en un territorio de cuento de hadas. Antes de esa fecha no parece que los problemas que la población tengan importancia. Asistirán, yo pretendo exiliarme ese día del mundo que me rodea, al enlace matrimonial del futuro (si no hay más remedio) monarca de las españas.

Leo la cantidad de gastos que se van a despilfarrar para tan glorioso evento. En un país sin ningún problema acuciante las cifra que se barajan me producen escalofríos y desasosiego. Por no decir del anacronismo de que en una democracia “consolidada” el Jefe del Estado se nombre por cuestiones biológicas, por el simple hecho de ser hijo de (sin ser peyorativo), sin medir sus capacidades y sin que los y las ciudadanas puedan libremente elegir a su más alta representación del Estado.

Puesto a sumar he perdido la cuenta de tan magnífico dispendio. Una casita con unos 3.150 metros construidos, jardines, piscina y demás, todo ello muy austero, que puede llegar a costar los 6 millones de euros (mil millones de las antiguas pesetas). Más o menos las posibilidades que cualquier joven de este país tiene para poder emanciparse.

El erario público gastará millones de euros en iluminar Madrid (hasta de día), obras para que el cortejo no vea ninguna inconveniencia, toldos para tapar las obras en los edificios, arreglos en el Palacio Real, cuberterías, tapices bien lustrosos, alfombras, traje de novia de varios millones, 10.000 policías para controlar el orden, ese día se procurará que no haya fútbol (por ahí puede llegar la conmoción), 1.400 invitados de lo más variopinto de la sociedad para que vean como todo el pueblo está con sus altezas, y así etc, etc.

Lo último, o quizás no, es que se ha solicitado a la OTAN un avión de reconocimiento AWACS para controlar y espiar cualquier movimiento sospechoso o alguna bandera tricolor. Aviones F-18, el cierre del espacio aéreo de Madrid, la supresión del Tratado de Schengen, y más, mucho más.

Ayuntamientos han celebrado las nupcias regalando con el dinero público mantelerías, vajillas, cuberterías, y miles de elementos para el dulce hogar de los jóvenes muchachos.

Lo peor de todo, tras el machacón discurso, viene que muchos, que están apurados a final de mes, que tienen hipotecadas hasta las cejas, embobados, hablan del evento y, en un caso particular en el que me toco porfiar, llegan a tener lástima de la vida que les espera a tan feliz pareja. Como si los cónyuges tuvieran algún problema para llegar a final de mes, de mantener su vivienda, sus posibles vástagos, sus vacaciones, y así todos los problemas que el común de los mortales padece día tras día. Cuando alguien habla así ya no hay solución para cambiar esta sociedad ¿o sí?.

¿Cómo no piensan que todo esto sale de los dineros que aportamos los contribuyentes tras pasar horas y horas en el tajo?

¿Podemos pensar que con los dineros que el Ayuntamiento de Madrid se va a gastar en la iluminación de varios edificios del recorrido del cortejo nupcial (2.230.845 euros, más de 370 millones de pesetas) se podían hacer muchas actuaciones para paliar las diferencias sociales que acucian a nuestro país?

Esta ceremonia, más digna de un sultanato (también hay que superar la boda de Ana Aznar Botella) que de un país más o menos civilizado, da para pensar si realmente somos ciudadanos o súbditos.

Yo, desde mi modesta aportación a las celebraciones que como costumbre se tienen para otorgar un día al año en una “noble causa”, propongo que a partir de este año se institucionalice todos los 22 de mayo como “Día Internacional del Parásito”.

Emilio Sales Almazán. Talavera.
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación. – Redacción. Barcelona, 6 Mayo 2004.