Con estas iniciales un periódico titulaba la crónica de una obra teatral que se representa en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. La obra lleva por título “Me cago en Dios”. Frase por otro lado muy dada en las expresiones populares y que, en tiempos no muy lejanos, tenía una sanción gubernativa por el uso indebido del “supremo creador”. Aunque, y estando en un país aconfesional, excepto para San José Bono, no debía incidir y ni provocar tal escándalo. Eso sí, debo confesar que no está en mis enunciados habituales, como no están otras tantas.
Pero tengo mucha curiosidad por la cantidad de connotaciones que se han dado en esta obra teatral. Por un lado está el autor de la criatura teatral y su “parentesco” con la egregia presidenta de la Comunidad madrileña, Doña “Espe”, aunque sea por vía marital, o sea, es su cuñado. Esto parece que ha molestado a la democrática dirigente castiza, esa que no se molestó lo más mínimo en averiguar toda la corrupción (perdón, presunta corrupción) que planeó sobre su designación para dirigir la comunidad autónoma.
Por otro lado sondeo mi interés por ver como esos que defendieron el “ardor guerrero” de nuestros soldados, para ir a matar al infiel, en nombre de no sé que democracia y contra el tirano iraquí, sean los mismos que se “escandalizan” por una simple frase, eso sí por que se refiere a ese Dios del que tanto hablan pero al que sirven de manera harto curiosa con otros nombres. Nombres de multinacionales, de petroleras y fabricas de armas. Hay que reconocer que las acepciones de Dios son muchas y variadas. Unos les llaman Alá, otros Buda, otros Halliburton, otros Repsol, y así hasta la saciedad.
La obra, de la cual sólo tengo referencia por los medios de comunicación, sé poco. Pero entiendo que es un pequeño alegato ante las calamidades del hombre, sobre el estreñimiento (el mental es común e histórico entre nuestros próceres), sobre el concepto de Dios anteriormente referido y sobre la coprofagia y en la cual se alude a Santa Catalina de Siena y sus preocupaciones no solo referidas al alma.
Tanto pacato se ha acumulado, y sobre todo en los últimos años, y el hablar, solamente el hablar, ha sido visto como síntoma de que el enemigo está detrás de cada frase, gracias señor Aznar, gracias señor Bush. El pueblo llano siempre ha tenido mucho menos respeto por esa nimiedad, la palabra es libre y la reivindico, y si hace daño a los de siempre, mejor.
En una reseña de la obra, el escritor Eduardo Haro Tecglen, hace referencia a unos versos de Quevedo, el rompedor poeta, muy machista, muy poco convencional, y a pesar de aquello, genial. “No hay placer más descansado/ que después de haber cagado”.
Yo no defeco en nada que no sea tangible, y menos en algo en lo que no creo. Porque no creo en que la suprema salvación este en dioses, ni en reinos ni tribunos.
El autor, Ramírez de Haro, al que ya han comunicado que no le van a prorrogar su representación en el Círculo, promete más suculenta controversia con la próxima obra: “Lo siento Sannum, Leticia es nuestra reina”.
* Cuando tenía acabado este artículo han llegado noticias de la agresión fascista ocurrida durante la representación del sábado. Se venía venir. Se estaba azuzando al personal desde púlpitos de toda clase (políticos, eclesiásticos, etc.). Al grito de “viva cristo rey” (lo digo en minúscula por que no produce ningún respeto y porque yo también sufrí a estos “angelitos”) agredieron al actor de la obra, Fernando Incera, y al autor, Iñigo Ramírez de Haro, intentando quemar el escenario. El grito lo dice todo, dios y reino. MECAGÜENDIEZ.
Emilio Sales Almazán. Talavera.
Colaborador, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 4 Mayo 2004.