Perdiendo batallas, perdiendo la guerra – por Pedro Prieto

Oigo, veo y leo en los medios oficiales y masivos de siempre, las declaraciones de los dirigentes invasores de Irak, insistiendo en que no se van a retirar “hasta que acaben el trabajo” (que nadie les ha encomendado, sino ellos solos). Oigo y leo, aunque casi no veo, porque la televisión es club restringido, a los minoritarios medios de la izquierda, decir que Irak está perdiendo la guerra, basándose en sesudos estudios de problemas étnicos y religiosos de Irak, que los norteamericanos no saben afrontar, o basados en reveses militares con la guerrilla, más o menos importantes.

Y mientras tanto, todos nos volvemos a olvidar de por qué fueron (fuimos) allí y por qué están (estamos). El motivo era el petróleo y todos lo sabíamos, pero hay fuerzas poderosas intentando una y otra vez que lo olvidemos. Son capaces de poner camiones militares invasores ardiendo, de sacar hasta soldados abatidos, de centrarse en los denominados “trabajadores de las empresas de seguridad” (ahora parece que se llaman así los mercenarios) y en los “secuestros” a que son sometidos algunos por los “terroristas” iraquíes (otros a lo peor dirían captura de tropas mercenarias, que no son tratados peor que en Guantánamo, los desarrapados afganos). Otros lo valoran en los soldados norteamericanos muertos en la guerra, sobre todo en las últimas ofensivas, como si a los crápulas del gobierno estadounidense les preocupase lo más mínimo la muerte de esas gentes o como si les preocupase el “estado de opinión” (eso sería suponer que los medios no están manipulados y controlados y que EE.UU. es una democracia; dos premisas falsas)

Pero volvamos al petróleo, la razón última de la presencia militar occidental en Irak. ¿Cómo va esa guerra?

Pues es difícil saberlo, pero no muy bien. Veamos. No somos capaces de saber cual es el volumen de petróleo que los ocupantes son capaces de bombear de Irak y menos el que son capaces de extraer. En declaraciones varias, los medios progubernamentales de los invasores, anuncian, de vez en cuando, que “pronto” esperan recuperar el nivel “de antes de la guerra”, que estaba en unos magros dos millones de barriles diarios. Otras veces dejan escapar que no llegan ni al millón de barriles, que es lo más probable. Ha habido momentos en que han confesado que estaban en los pocos centenares de miles de barriles.

El petróleo ronda los últimos meses los 30 dólares el barril. Así que si suponemos una producción de, digamos un millón de barriles diarios, en promedio y considerando los golpes a oleoductos, estaciones de bombeo y refinerías, que cada uno de ellos puede paralizar totalmente la producción y desde luego la exportación durante días, pues son unos 30 millones de dólares diarios, que se obtienen de la rapiña, que no está mal. Por cierto, hubo un tiempo, al principio de la guerra, en que veíamos los oleoductos reventar. Ahora alguien ha decidido que no revientan, porque no los vemos en televisión y ya se sabe que lo que no se ve en televisión, no sucede.

Pero ¿cuál es el coste de esa guerra? Pues hay algunos claramente declarados.

Por ejemplo, vemos noticias que admiten que existen entre 10 y 20.000 “trabajadores de empresas de seguridad” extranjeros en Irak “trabajando para la coalición” o para las “empresas que se dedican a la reconstrucción de Irak”. Y en otros sitios se dice que los sueldos de estos trabajadores son de unos 12.000 euros al mes (unos 15.000 dólares de los EE.UU.) Los que saben de empresas, saben que el coste de un trabajador para la empresa para la que trabaja es, al menos, el doble de lo que percibe. Así pues, el coste total es de unos 30.000 dólares por mercenario, perdón “trabajador del sector de la seguridad en Irak”. Suponiendo unos 15.000 mercenarios en Irak, esto supone un total de 450 millones de dólares al mes, o unos 15 millones de dólares diarios. Sin contar que los empresarios de este peculiar sector de la “seguridad iraquí” o de la “reconstrucción de Irak”, como Halliburton y similares, suelen aspirar a tener jugosos y sustanciales beneficios y otros importantes costes, aparte de los del “personal”.

Pero si luego ponemos a los 120.000 soldados y calculamos que aunque ganen bastante menos que los mercenarios (en realidad, los soldados norteamericanos son “profesionales” voluntarios y todo soldado no conscripto es, en teoría, un mercenario (“Dicho de una tropa: Que por estipendio sirve en la guerra a un poder extranjero”, en primera acepción del diccionario y “Que percibe un salario por su trabajo o una paga por sus servicios”, en la segunda acepción), pueden sin embargo tener costes para su “empresa” (el ejército de los EE.UU.) mucho mayores y fijamos, sin temor a equivocarnos grandemente, un coste de “mano de obra” de unos 10.000 dólares mensuales, nos encontramos con un coste, tenemos otro coste adicional de 1.200 millones de dólares mensuales; o de 40 millones de dólares diarios.

Así que sólo el total de la “mano de obra” que se encarga de la “seguridad de Irak” (vean lo seguros que se sienten los iraquíes) o de su “reconstrucción” (vean lo muy reconstruido que está el país), es pues de unos 55 millones de dólares y están rapiñando apenas 30 millones en petróleo. Lamentable rendimiento.

Dos cosas pueden empeorar, aún más, la situación bélica para EE.UU. Una, el envío de más tropas y dos, cualquier sabotaje a las líneas de exportación del crudo que pare o mengüe la producción a niveles todavía menores de lo que ya son. Y parece que la situación tiene todos los ingredientes para seguir por ese camino.

Así pues, si se añaden todos los demás costes y se convierten en energía (pues un mercenario que gana 150.000 dólares en un año y vuelve vivo, tiene una capacidad de consumir energía (es decir de moverse, adquirir bienes, irse de vacaciones, transportarse, comer bien, calentar la casa, comprarse otro coche adicional, etc. etc.) por el equivalente de esa cantidad. Es decir, mucho. Y si además hay que meter los costes energéticos indirectos, como son el consumo de los portaaviones, de las fábricas de repuestos, etc. etc. la ecuación energética, a más de un año del comienzo de la guerra, es de una energía neta muy negativa. Si fueron a buscar energía y están perdiendo mucha más de la que obtienen, como dicen en mi pueblo, están haciendo un pan como una hostia. Están perdiendo todas las batallas energéticas, que son las que cuentan, porque son las que les llevaron allí. Eso, la lógica del beneficio, que es lo único que entienden, es lo que se les está yendo de las manos. Si siguen perdiendo estas batallas, no cabe duda de que perderán la guerra.

Hoy les acaba de salir otro grano. Uno de los miembros de la denominada “coalición”, España, acaba de declarar, por boca de su flamante presidente de gobierno, que sus tropas salen de Irak. En la embajada de Serrano tiene que estar echando las muelas. Confieso que no pensaba que Rodríguez Zapatero daría el paso, aunque todavía no he visto las tropas españolas de vuelta en su país. Esa es una de cal. La de arena la ha dado al decir algo parecido a lo que ya adelantó su ahora ministro de Defensa, al decir que “seguirán siendo fieles aliados” de los EE.UU. Me entristece que digan esas cosas. No son necesarias. Es la de arena que estropea la de cal. Una persona honesta, un gobierno honesto, no pueden decir que seguirán siendo “fieles aliados” de unos genocidas tan importantes. Ni siquiera para quedar bien. Ni siquiera por temor al imperio, porque si se tiene miedo al imperio, sigamos obedientemente con las tropas en Irak. Al pan, pan y al trigo, trigo.

Pedro Prieto. Madrid.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 19 Abril 2004.