Estos días estamos asistiendo a una explosión de reivindicaciones de corte nacionalista como consecuencia del nuevo tiempo político que se abre con Zapatero y “la España plural”. Así vemos, como desde distintas comunidades autónomas se pide la supresión de la LOCE, LOU, Carod Rovira habla de la república catalana, etc. y más que iremos viendo y oyendo.
Todo esto provoca una fuerte desazón en amplios sectores sociales, que es aprovechado por el Partido Popular para hablarnos de la unidad de España. Todos estos planteamientos y otros que irán surgiendo, no deben producir miedo ni desazón, esto es lo que en psicología se conoce como “lluvia de ideas”, que luego son tamizadas y pulidas. Lo que está claro es que España es un país plural, en gentes, lenguas, culturas, sentimientos, etc. No debe verse como un obstáculo sino como un factor enriquecedor de todos nosotros.
A lo largo de la historia, asistimos de forma reiterada a procesos uniformadores y otros pluralistas. Es lo que llamaríamos la España IMPERFECTA, que se mueve en un devenir por encontrar el punto donde todas sus gentes estemos a gusto. En todos los procesos históricos españoles hemos pasado por procesos de vertebración fuertemente centralizadora para luego proceder a lo que llamaríamos la creación de la España plural.
Este proceso que estamos viviendo actualmente lo seguiremos viviendo dentro de veinte y treinta años, es decir seguiremos discutiendo sobre el concepto de España de vertebración-desvertebración. Así que tranquilos, aquí solo se producen pequeños terremotos, hasta que se encuentran puntos de encuentro. Seguiremos en este país vertebrando – desvertebrando y esto durará y durará, son como las pilas duracell.
Acabamos de pasar por un proceso centralizador, que nos recordaba los mejores tiempos del franquismo. Si analizamos la labor de los ocho años de Aznar, vemos que ha realizado un proceso centralizador muy importante, al mismo tiempo que se ha procedido al recorte de libertades y se ha producido una interpretación muy restringida de la actual Constitución en todos los sentidos. Pero las restricciones y cortapisas de las actuales autonomías han sido escandalosas, con promulgaciones de leyes estatales que invadían las competencias autonómicas, todo ello en un ejercicio prepotente de su mayoría absoluta. Unido a unas transferencias muy escasas en dinero, como las realizadas en educación y sanidad que ha provocado una gestión muy difícil y que en muchos casos ha supuesto un empeoramiento de los servicios públicos.
Pero si ya es grave todo este proceso centralizador a nivel político, que es donde todo el mundo se ha centrado en sus criticas, es en el nivel económico donde ha alcanzado su máximo esplendor. Hasta tal punto ha llegado ésto que ha provocado una profunda transformación del poder económico y empresarial en España.
La tendencia del Partido Popular de Aznar ha sido transferir todo el poder de decisión empresarial desde las regiones industriales especialmente Cataluña y el País Vasco hacia Madrid. Todo ello con el argumento de la dinámica centralizadora asociada a los procesos de integración europea y de la globalización económica.
El gobierno del Partido Popular ha tratado de restar poder económico a las comunidades mientras que se les transfería un reducido poder político. Todo el proceso de privatizaciones, fusiones y adquisiciones en las que participaron empresas industriales y la banca pública, han contribuido fuertemente a que las sedes empresariales situadas anteriormente en la periferia hayan acabado todas en Madrid.
Todos los organismos reguladores independientes, que han estado vinculados a los procesos de liberalización económica, han colocado sus sedes en Madrid, atrayendo hacia el centro todo el dinamismo empresarial vinculado a esos servicios. También se han situado las sedes de organismos estatales autónomos relacionados con el gobierno de la economía, como la Agencia Tributaria o Aena.
Si todo esto es grave, el papel del PP ha impregnado todo lo que ha tocado con este aire centralista irracional. El diseño de las autovías, el AVE etc., hacen que Madrid sea el centro sin tener en cuenta el dinamismo de otras regiones periféricas y la necesidad de estas para su desarrollo pues muchas veces su interconexión provocaría mejorar el mismo.
En este proceso centralizador cabe enmarcar la política de hostigamiento y control que las Cajas de Ahorro han sufrido. Su finalidad era restar poder político y económico a las administraciones autonómicas y controlar a sus dirigentes.
El Partido Popular ha ido configurando de esta forma un modelo centralizado de crecimiento y de gobierno de la economía que tiene como base los servicios tradicionales, el turismo y la construcción especulativa, más que en los servicios avanzados.
Como podemos ver este modelo es insostenible pues choca con la realidad actual de España, no sólo respecto al ámbito político, cultural y de las lenguas sino también en el económico y empresarial en todas aquellas comunidades con mayor tradición industrial como Cataluña y el País Vasco. El sector industrial es el que más ha sufrido la desidia de las políticas de los populares.
Este proceso centralizador ha llegado a todos los sectores, incluidos algunos tan banales, como el fútbol, con la creación de un megaequipo de galácticos, para ello no han tenido empacho en inyectarle más de 80.000 millones de dinero especulativo.
Con la caída del PP, se pone fin a un período de centralismo patriótico, para volver a aparecer la España plural, por ello es necesario un pacto de Estado que permita un reequilibrio entre el centro y la periferia. Desarrollando políticas de apoyo a la industria y a los servicios avanzados. Se deben desarrollar proyectos e iniciativas comunes que nos ilusionen y nos hagan ver la necesidad de seguir todos juntos, porque esto nos facilita nuestro futuro económico, la estabilidad política y la solidaridad interterritorial.
Pero para que esto sea creíble se debe implicar a todos, produciéndose de forma rápida gestos y medidas que permitan ver un nuevo proceso descentralizador.
A lo largo de esta legislatura veremos signos desmembradores provocados por sectores nacionalistas, por el otro lado como sectores conservadores levantarán la bandera de las esencias patrias. El punto de equilibrio está justo en el medio. Los nacionalistas deben asumir que sus reivindicaciones tienen un límite y los centralistas que la única España posible no es la centralizadora sino la de los procesos descentralizadores.
Es hora de debatir con tranquilidad la modificación del artículo VIII de la Constitución. Ver sus imperfecciones y carencias y buscar soluciones. Desde mi punto de vista sería bueno que se hiciera un análisis serio de lo que ha significado el proceso autonómico y como éste ha llegado a su agotamiento. Siempre he defendido para España y para Europa modelos federales por creer que es el punto de encuentro de las sociedades postmodernas.
El plan Ibarretxe lo que plantea son modelos confederales, que están a mi modo de ver fuera de la realidad social de este país por lo que el nacionalismo debería revisar este proyecto y centrarse más en proyectos federales que responden más a modelos sociales actuales.
Debemos modificar el actual status del Senado, las comunidades deben tener una representación dentro de la relación Estado-Unión Europea, debe revisarse y modificar todas las leyes de corte centralista. En definitiva debemos seguir trabajando por avanzar en la estructuración de la pluralidad y debemos dejar de lado nuestras vísceras, porque dentro del péndulo vertebrar – desvertebrar, el camino que siempre triunfa es el de la España imperfecta.
Edmundo Fayanás. Pamplona.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 15 Abril 2004.