Tiempo extraño, tiempo raro – por Pedro Prieto

En la niebla, las luces largas sólo sirven para deslumbrar más al conductor. He estado fuera del mundo tres días y cuando vuelvo a él, me encuentro dos noticias:

Por un lado un GEO español muere y diecisiete son heridos en una acción en la que cinco supuestos terroristas islámicos (término que llega a emplear hasta quince veces por minuto cualquier presentador o responsable de Interior español) se inmolaron a sí mismos (algunos locutores llegan a decir que se “autoinmolaron”, como si el reflexivo “se” no fuese suficiente para terminar con un simple “se inmolaron”).
Los medios de información españoles dedican a este suceso decenas de horas.

Por otro lado, veo, en titulares mucho más pequeños y con menos tiempo de televisión, que en dos días, los soldados invasores en Irak, han matado a unas cien personas, fundamentalmente civiles, en la zona ocupada principalmente por las tropas españolas, que según la prensa, afortunadamente, no han sufrido ninguna baja. Según la propia prensa, esas personas se manifestaban por la detención de un importante clérigo chiíta, por parte de las fuerzas de ocupación. Noticia que no apareció prácticamente en la prensa occidental, hasta que decenas, quizá centenares de miles de chiítas salieron a la calle. He escuchado que el principal responsable de la ocupación, Paul Bremer, dice ahora que se le detuvo, a él y a alguno de sus colaboradores, por exigir, en algún púlpito, que las tropas extranjeras saliesen de Irak. Eso, según Bremer, le coloca fuera de la ley (de su ley, marcial, por supuesto).

Y así, tenemos un muerto occidental y diecisiete heridos por un lado y cien muertos por el otro. Pero sus muertos son todos terroristas, extremistas, islamistas y fanáticos y los nuestros son servidores de la ley, que reciben honores o personas inocentes que pasaban por allí y no se merecen esta brutalidad.

Por si fuera poco, menudean las declaraciones de personajes de uno y otro lado, diciendo que “si cedemos ahora ante los terroristas islamistas y fanáticos”, habremos perdido la partida, como si esto fuese el ajedrez y no una invasión de un país ajeno, que ha costado decenas de miles de víctimas.

Cada vez más, se empiezan a escuchar declaraciones contemporizadoras de líderes del PSOE, diciendo, cada vez más abiertamente, que si al menos fuese la OTAN a Irak, habría alguna posibilidad de mantener allí las tropas (como si ahora lo deseasen), u otras del cariz de “no daremos la espalda a los EE.UU.” –el inminente ministro de defensa-. Hay muchísimas declaraciones obviando el compromiso electoral claramente adquirido de sacar las tropas de allí. Hay muchísimos tertulianos trabajando a destajo para crear opinión, en el sentido de que Zapatero dijo que sacaríamos las tropas “después del atentado del 11 M”, lo que es una flagrante mentira: lo dijo antes y apenas ha balbuceado y muy obligado por unos votos muy conscientes y casi tiritando, que lo confirma después.

La cosa empieza a ser preocupante. La cosa empieza a verse clara: no nos iremos de Irak, porque somos lacayos al servicio del imperio. O si nos vamos, será para cubrir alguna otra retaguardia del Imperio, siempre a su servicio.

Estos sucesos, esta maraña de frenesí terrorista/antiterrorista, que inunda nuestros medios de infusión, invita a volverse a quedarse otros tres días sin prensa ni televisión. Invita o debería invitar a pensar. El manejo es tan burdo, que asusta. Es una continua yuxtaposición de democracia y terrorismo.

Democracia, nosotros; terrorismo, ellos. Democracia, vencerá; terrorismo, será derrotado. Nuestros soldados, demócratas; los resistentes iraquíes, terroristas. Islamista es terrorista. Cristiano y católico, por oposición y por omisión, es demócrata. Todo terrorismo es malo y es igual; no hay que razonar sobre ello. Claro, porque terroristas son ellos, solamente ellos; así que ellos son siempre malos y no hay que darle vueltas, aunque luego digamos que no hay que confundir islamista con Islam. Maniqueísmo por doquier, en cada esquina y el hombre común atemorizado, encrespándose con el débil, con el jodío moro; todo moro con mochila es terrorista. Pobre albañil marroquí, con el que trabajé: se llevaba el mono del trabajo y las gastadas zapatillas en una pequeña mochila, para cambiarse en la obra. Me imagino su terror, pero ellos no tienen que sentir terror por nosotros, porque nosotros sólo matamos terroristas, nunca civiles, como por ejemplo en Najaf y Diwaniya, ayer y hoy.

Nosotros hemos ido allí a enseñarles democracia y no quieren aprenderla, porque son bárbaros; nosotros, nuestra gloriosa legión, inventada por Franco, es civilizada. Trillo es civilizado y hace pucheros muy ricos en Murcia; no puede ser terrorista. Bono comulga los domingos ¿cómo va a ser un terrorista?

Terrorista es mi amigo marroquí, el de la mochila, con el que trabajé hombro con hombro. Encontró en la obra de mi casa un pendiente de oro entre los cascotes y me lo dio. Incapaz de robar. Los detenidos por los atentados salvajes de Madrid, parece que trapicheaban con móviles; el que les dio la dinamita, era drogadicto. Buenos islamistas esos. Oscuras pistas. Dijo una voz que atentaban por nuestra presencia en Irak. No hicieron caso, pero luego tuvieron que confirmarla. Y cuando la voz, el vídeo o el casete estaba confirmado, ganó el PSOE, porque Zapatero había dicho antes, mucho antes, sin pensar seguramente en que su propuesta estaba cargada de futuro, que nos iríamos del país invadido y la misma voz dijo que ya no molestarían en España.

Pero, mira por donde, siguen atentando, con la misma dinamita, con los mismos u otros oscuros personajes, pobres de barrio, trapicheadores de móviles y ahora dicen que nos vayamos antes, donde antes decían que si nos íbamos en junio no volverían a atentar; nos provocan y nos intimidan. Nos debemos ir de Irak y de Afganistán también.

¡Qué curioso! Los terroristas dicen exactamente lo que yo creo que debería hacer el gobierno. Luego yo debo ser un terrorista, fanático y fundamentalista. Seguramente eso es lo que piensan en su subconsciente los millones de personas que se manifestaron contra la guerra, contra todas las guerras.

Después de este baño maniqueo de terroristas malos que quieren que nos vayamos con el rabo entre las piernas de Irak y Afganistán y demócratas buenos, que sólo quieren implantar la democracia en Afganistán e Irak y no les dejan, muchos de los millones que se manifestaron, tendrán un hormigueo que les recorrerá la columna vertebral. Alguien está consiguiendo su objetivo: una próxima manifestación contra la guerra, no levantaría ni la décima parte de manifestantes. Una semana, un mes más, un año más de propaganda dicotómica y maniquea (terroristas contra demócratas) y nadie saldrá a la calle; primero porque la calle ya la han convertido en un peligro. Y segundo, porque podrían pensar que somos terroristas.

Alguien está haciendo muy bien su sucio trabajo. Y los pobres siguen muriendo, aquí y allí (más allí que aquí), mientras los poderosos viajan en coches cada vez más gruesos y blindados y nos dan clases de democracia blindada, desde sus púlpitos. Un clérigo chiíta no podrá gritar la evidencia de que desea que los invasores abandonen su país, pero decenas de personajes turbios, de cuidadas corbatas, sí que pueden decirnos, una y otra vez, desde sus púlpitos que llegan a millones de narcosalas de quince a cuarenta pulgadas, que nosotros tenemos soldados en un país lejano regalando caramelos y camisetas del Real Madrid y legionarios enseñando democracia, y dos minutos después permitirse enseñar a los soldados disparando a mansalva sobre civiles enfurecidos, sin que nadie venga a detener a estos falsarios y a mirarles la dentadura con una linterna, por haber violado unas cuantas leyes, entre otras la de la mínima decencia.

Pedro Prieto. Madrid.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona 6, Abril de 2004.