Uno de los aspectos más sobresalientes del gobierno de Aznar fue la ruptura del consenso sobre política exterior que había presidido todo el periodo desde el fin del franquismo en 1975 hasta el 2000, en que Aznar fortaleció la orientación atlantista con una pérdida del europeísmo y del concepto de Europa.
La política atlantista ha respondido a la defensa de los intereses de las clases dominantes y en especial el de las grandes multinacionales, BSCH, BBVA, Repsol, Telefónica, etc. El reforzamiento del mercado único europeo a través de las políticas de convergencia situó al capitalismo español en una posición muy débil por su falta de capacidad competitiva y con un peso escaso dentro de la Unión Europea.
A partir de 1995 hasta el 2001, aprovechando la aplicación de las políticas neoliberales, del llamado “consenso de Washington”, los gobiernos latinoamericanos procedieron a un fuerte proceso de privatizaciones de empresas públicas, hizo que el capitalismo español invirtiera más de 90.000 millones de dólares en esta zona. Hoy el 30% del valor de la Bolsa de Madrid depende de estas inversiones, que son determinantes para los beneficios de las grandes multinacionales españolas.
Otro hecho importante, son las relaciones con Marruecos. Aznar tuvo que acudir a los norteamericanos en la crisis de la isla Perejil, en julio del 2002, ante el bloqueo impuesto por Francia y la falta de definición del resto de la Unión Europea.
La defensa de los inversores españoles en Latinoamérica y la paulatina marginación de España del centro de las decisiones del proceso de construcción europea han ido acentuando ese atlantismo de Aznar, estando en el origen de una visión de la Unión Europea subordinada a la hegemonía global de los Estados Unidos. Todo ello es lo que le impulsó a Aznar a llegar a la foto del llamado triángulo de las Azores.
Pero esta política no fue bien recibida ni en Latinoamérica ni en Europa, porque suponía actuar de subalterno de los Estados Unidos, ni por los propios españoles que nos alarmamos ante el nivel de sumisión de nuestro país a las directrices de la política exterior de los neoconservadores y fundamentalistas de la administración Bush.
La llegada de los socialistas al poder, va a conllevar una vuelta en política exterior a Europa como primer objetivo y a resituar la alianza atlántica. El anuncio de la retirada de las tropas españolas de Irak antes del 30 de junio si Naciones Unidas, con el apoyo de la comunidad internacional, no se hace responsable del tránsito hacia un nuevo gobierno iraquí elegido en una elecciones libres, cabe enmarcarla en el proceso de movilizaciones sociales de los dos últimos años que tanto han erosionado la hegemonía del Partido Popular. Todo ello unido a la enorme avalancha del llamado “ voto útil” anti PP hacia el PSOE solo fue posible por las dimensiones que había alcanzado el movimiento contra la guerra de Irak en todo el Estado español.
El efecto internacional de la promesa de Zapatero de la retirada de Irak ha sido enorme, debido a la situación internacional, tanto por el fracaso de la ocupación iraquí como su repercusión en el conflicto judeo-palestino y en todo el Oriente Medio; por la cercanía de las elecciones norteamericanas el próximo dos de noviembre, así como por las implicaciones en las relaciones de los Estados Unidos con las otras potencias imperialistas fundamentalmente Francia y Alemania.
El proyecto socialista trata de recuperar los ejes de la política exterior de Felipe González, su equilibrio entre la prioridad de la construcción de la Unión Europea como potencia internacional y el mantenimiento de la alianza estratégica con Estados Unidos. Es pues, un programa de reequilibrio multilateral de los distintos intereses imperialistas frente al nuevo orden mundial unilateral de la administración Bush.
La victoria electoral de Zapatero despeja el camino para una rápida aprobación de la Constitución europea, que es un elemento fundamental en la construcción de una Europa como potencia mundial. Pero al mismo tiempo, rompe la alianza pro-atlantista de la llamada nueva Europa, tan alabada por Bush frente al eje franco-alemán.
La Unión Europea que el PSOE quiere es la Europa neoliberal de la estrategia de Lisboa, la Europa fortaleza de Tempere y una construcción federal de la Europa potencia, con un desarrollo de su peso diplomático y militar internacional. El PSOE se alinea completamente con el proyecto socio-liberal de la socialdemocracia europea y con una visión de la UE como elemento moderador de la hegemonía unilateral de Estados Unidos. Apoya pues un neoliberalismo global regulado multilateralmente en el que se lograse un equilibrio de los distintos intereses y contradicciones de tipo imperialista.
Para todos que consideramos un paso muy importante la Constitución europea pero que la consideramos como claramente insuficiente, en aspectos tales como los derechos de la ciudadanía, falta de principios democráticos, relación pueblo-Estado, la escasez de la carta social europea, etc. Veríamos con buenos ojos que se modificaran estos aspectos para así poder dar nuestro apoyo, porque tal como está redactada me reafirmo en mi rechazo a la misma.
Esta rectificación del PSOE de Zapatero permitirá sin duda, acabar con el aislamiento español en el proceso de construcción europea de estos últimos años y se obtendrán algunas concesiones económicas en las negociaciones sobre las perspectivas financieras de la UE para el 2007-2013 y reforzar el interés por las negociaciones por un acuerdo de libre cambio entre la Unión Europea y MERCOSUR. Estas negociaciones conseguirán la obtención de garantías jurídicas para las inversiones europeas a cambio de cuotas de mercado para los sectores exportadores latinoamericanos. Esta orientación ya está en marcha, sobre todo a partir del fracaso de la ronda de Doha, pero exigirá importantes concesiones de la Unión Europea en materia de liberalización agrícola y acelerar la reforma de la política agrícola común.
Aznar pensaba que la seguridad de España y de la Unión Europea está garantizada por la relación estratégica de dependencia con Estados Unidos. Pero para el PSOE está salvaguardada por su pertenencia a la OTAN y por la cobertura que le proporciona el convenio de colaboración de 1988.
Las contradicciones inter-imperialistas sobre como gestionar el orden político internacional, ya se manifestaron por la guerra de Iraq en todo su esplendor. No se puede argumentar que Bin Laden haya ganado las elecciones españolas, es que las han perdido Aznar y Bush por la guerra de Iraq, por la manipulación mentirosa de las razones que les llevaron a ella y por el desastre total que han provocado con decenas de miles de víctimas inocentes.
La promesa de Zapatero de retirada de las tropas españolas de Iraq, no pone en cuestión el marco internacional de la globalización neoliberal, aunque es un éxito sin precedentes del movimiento contra la guerra. Este hecho hay que enmarcarlo como un reequilibrio interno dentro de las relaciones imperialistas que rigen el mundo, haciéndolo más sostenible.
El movimiento contra la guerra tiene ahora la gran tarea de evitar ser absorbido, por la idea del mal menor en la que se le obligue a tomar partido por una Europa potencia como actor imperialista moderador frente al unilateralismo de Bush. Su desafío es mantenerse activo no solo para seguir exigiendo la retirada de Iraq sino por la defensa de una alternativa social, democrática de la constitución europea y en contra de su neoliberalismo actual. Debe dar un salto adelante en su compromiso por otro mundo es posible y comenzar a plantear una alternativa en positivo a la globalización capitalista.
Haciendo historia debemos recordar la promesa electoral del PSOE de 1982, con “de entrada, no a la OTAN”, y la posterior campaña del gobierno socialista de Felipe González a favor de la OTAN, con la ya manida pregunta “¿quién gestionará los votos del no?. La similitud con la situación actual no puede ser más inquietante. Todas las numerosas manifestaciones y protestas a lo largo de cuatro años no fueron suficientes para evitar el abandono de esta promesa electoral del PSOE, una vez en el poder. Estemos pues expectantes, esperando que no comentan un ERROR de este calibre, pues se llegaría al total descrédito democrático.
Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 6 Abril 2004.