Habían sido advertidos. Los Aznar, los Blair y los Bush, habían sido advertidos por los que eran sus aliados – Francia y Alemania y muchos otros, no mencionemos a los Arabes- que su cruzada contra Al-Qaeda podría rebotar cruelmente contra ellos. Las bombas en Madrid no son solo una terrible venganza por la participación española en «la segunda parte» de la «guerra contra el terror» -la ilegal invasión de Iraq- si no también un ataque cruel e incrementalmente más doloroso contra civiles por parte de Al-Qaeda.
Si los neo-conservadores de América creen en la «guerra de civilizaciones», entonces eso hace Al-Qaeda: ¿Qué otro efecto podría tener la matanza de Madrid en Occidente si no reforzar la noción -históricamente absurda- de que el Islam y Occidente están en conflicto? Los civiles ahora deben de morir en Europa tan brutalmente como lo han hecho en Bali, Túnez y Estambul, y -permitámonos, por un momento, ver el mundo a través de otro prisma- tan brutalmente como ellos han sido hechos pedazos por nuestras bombas en Afganistán e Iraq.
Fuentes cercanas a la organización de Osama Ben Laden están perplejas por el extraño mensaje, supuestamente de los atacantes, que fue impreso en el periódico árabe Al-Quds al-Arabi. Viene a sugerir que la inicial respuesta a la involucración española en Iraq fue el ataque sobre las tropas italianas en Kerbala -si esto fuera así, podría hacer referencia al asesinato de siete agentes de inteligencia españoles cerca de Hilla. Usando una declaración publica para ordenar a sus «células» hacer más ataques no muestra la desesperada discreción con la que Al-Qaeda normalmente se muestra en sus comunicados.
Pero las detenciones en España, las llamadas a teléfonos móviles, la escalada absoluta que representan los trenes bomba muestran una Al-Qaeda tan confidente y despiadada como siempre -y ahora ha resuelto atacar en Europa. Si el pie derecho cayó en Estambul y el pie izquierdo calló en Madrid, ¿dónde, geográficamente, caerá el próximo pie derecho? Podemos coger un atlas y una regla para tratar de resolver esa cuestión nosotros mismos.
No creo que esto sea la Tercera Guerra Mundial. Ni esta es “una guerra contra el terrorismo”. Ni tampoco es una “guerra de civilizaciones”. Pero nuestros propios lideres nos están conduciendo hacia un periodo de sufrimiento espantoso porque no tratan las causas de las injusticias en el mundo islámico. En varias ocasiones, nuestros lideres nos advirtieron de las consecuencias de la participación en la locura iraquí de América. Nos advirtieron. Nos dijeron que las armas de destrucción no existían, nos dijeron que las conexiones entre Iraq y el 11 de Septiembre de 2001 no existían. Ahora, atrapados en Iraq, estamos desesperados por largarnos, dejando detrás de nosotros una fuerza policial colaboracionista que -supuestamente- verterá su sangre por nosotros.
No, los asesinos son los hombres que plantan las bombas. Los asesinos son los que matan -y ahí se incluyen nuestros pilotos tan bien como sus bombas. No deseamos matar civiles. Pero sabemos que nuestras guerras lo hacen, y la muerte no viene a ser más agradable, menos dolorosa, porque las víctimas sean asesinadas por el benévolo Occidente supuestamente mejor que el cruel Oriente.
¿Realmente comenzó todo esto con el 11 de Septiembre de 2001? No, esto empezó mucho antes. Y ningún discurso tramposo, ningún discurso del sincero guardián de la iglesia puede enmascarar como nosotros hemos sido llevados por nuestros lideres hacia este demencial conflicto.
* Robert Fisk, corresponsal del periódico Independent en Iraq –
Artículo publicado en el periódico Independent el pasado 17 de Marzo de 2004 – http://www.independent.co.uk
Traducido del ingles por Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona, España.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 18 Marzo 2004.