No es que pretenda descubrir ningún aspecto novedoso y como comprenderán tampoco se trata de aspectos exclusivos míos ni de nadie. Cada día son multitud los avatares que nos afectan. Familiares, profesionales, sociales, como espectadores o como simples soñadores. Ante toda esa NUBE ABRUMADORA se muestra muy a las claras la imposibilidad de expresar y valorar todas esas realidades. ¡Son tantas! Las sencillas y contingentes por su gran número. Y las más complejas, por esotéricas, por tratarse de conceptos demasiado grandes o simplemente por permanecer ocultas, esas nos quedan muy alejadas.
Mas la realidad social es terca, casi como nosotros, nos avasalla de forma intratable. Por todas las ventanas de nuestras vidas llegan nuevas percepciones. De ahí que resulte pretencioso el argumento de una buena comprensión de todos esos aspectos.
¿Quién puede pretender semejante cosa? Cada persona se enfrenta con INSUFICIENCIAS INDIVIDUALES en todas las representaciones de sus vivencias.
No hace falta insistir demasiado, necesitamos a la sociedad y a las aportaciones culturales para enfrentarnos con ciertas garantías a los problemas diarios. No podemos ser a-sociales nunca. Otro enfoque puede atisbar las posibilidades distintas para ejercer esa RELACIÓN con lo SOCIAL. Unos más activos, gentes anónimas, pasotas o científicos de alta alcurnia. Cada individuo se acerca por senderos variopintos, que se vuelven brumosos cuando se alcanzan los finales. Como mencioné antes, uno busca, intuye, sueña… pero saber, saber…
Si nos dejamos llevar, esto es como Joliwut, nos ofrecen todo tipo de ALFOMBRADOS IDEOLÓGICOS. Fíjense bien, ideológicos y no de ideas. Además, con petulancia, y no digamos en épocas electorales, se empeñan en hacernos ver que piensan por nosotros, no les inquieta precisamente que no pensemos por nosotros mismos. Eso nos transporta al pasado, son cosas ya pensadas, secuelas de vidas y de ideas de otros tiempos. Tenemos la estructura y sólo necesitamos un adecuado SEGUIDISMO. La conclusión no podrá ser otra, con estos mimbres incrementaremos la ceguera reflexiva y conseguiremos una esclerosis total.
En nuestros ámbitos electoralistas, en plena Semana Santa, con polémicas películas de moda, podemos añadir la que puede denominarse la TENTACIÓN POLIÉDRICA. En esencia traduce esa tendencia dominante de la libertad total, cada quisque eligirá sin trabas aquello que le venga en gana. No es que prescinda de reflexiones, que prescinde, sino que presumirá de no adoptar la más mínima consideración para con los otros de su entorno. Uno elige la cara a su gusto sin reparos.
Al plantear unos filtros razonables, pudiéramos llamarlos algo así como INTOLERANCIA NECESARIA, se echan de menos unos criterios mínimos en aspectos cruciales de nuestra convivencia. ¿Vivir a todo gas sin trabas? ¿Drogas? ¿Virtudes cívicas? ¿Lealtad democrática? Lo que destaca al pronto es la enorme dificultad que entraña encontrar el manantial de esos criterios. Las alfombras y las tentaciones citadas no propugnan este tipo de cuestiones. No hay disyuntiva, ante la planicie no hace falta plantear demasiado.
José A. Zamora escribe, en un ensayo acerca de la aniquilación del individuo como tal, lo siguiente: «La deshumanización sobrevive a través de su aparente superación. El velo encubridor de la tecnología modela más a fondo al trabajador».
Una cosa son las APARIENCIAS, con notables mejoras vitales, todo son adelantos. Sin que sean capaces de impedir la visión de REALIDADES MENESTEROSAS para las personas como tales y por separado. ¡Cuánto se interesan por nosotros en los mítines! ¡Se acerca uno al arte y se palpan la esencias de la vida! ¿Qué arte? ¿Qué vida? Tendrá que venir Diógenes para encontrar personas entre los individuos.
Resulta nítida la evidencia, estamos metidos en un embrollo de muchos quilates. Con pocas seguridades y sin demasiadas búsquedas. Es decir, un PÁRAMO CONSIDERABLE donde encontraremos ventoleras y poco más.
Cuando examinamos los medios de comunicación, las relaciones sociales, las diversiones, la desconfianza y las mentiras circulantes; no caben disgresiones, no percibo la responsabilidad por ninguna parte. Como una ciudad desierta, aquello rememora una situación de PÁNICO AMBIENTAL ante las actitudes responsables. ¡Para responsable mi amigo que es más fuerte y sabe mucho!
Vuelvo al ensayo citado para recuperar a Th. W. Adorno. Allí se cita un comentario sobre el «límite de la cosificación». Afortunadamente los sujetos no pueden dejar de serlo del todo y ahí radicaría el único INDICIO de ESPERANZA.
Ya no hablo de verdades, ni la mía ni la de Vds., pero me gustaría que como sugería Antonio Machado, las buscáramos juntos entre todos con más ahínco y solidaridad. Hasta que no lleguen los marcianos o los habitantes de otros planetas, por el momento estamos los que somos. ¿O quizá no somos los que estamos?.
A ver si es posible despertar con la realidad de nuestros sueños, ese resurgir de las auténticas personalidades libres capaces de sumar aportaciones a una sociedad de verdadera miseria ambiental. Confío en ese rebrote intelectual y artista que nos haga pensar en una vida más ilusionante.
Rafael Pérez Ortolá. Vitoria.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 9 Marzo 2004.