En estos momentos electorales que estamos viviendo en España y en Estados Unidos, estamos asistiendo a la petición del llamado “voto útil”. El PSOE reclama el voto útil de la izquierda, fundamentalmente de los votantes de Izquierda Unida.
Cabe recordar que ya asistimos en las municipales a un bombardeo de los Verdes de Mendiluce, que por cierto ha acabado fagocitado por aquellos que le pedían su retirada.
Todavía me llama más la atención que sea Felipe González, el que haya hecho esta apelación, cuando repasamos su actuación en los catorce años de su gobierno, donde la izquierda fue maltratada y vilipendiada y muchos de esos llamados votos útiles sirvieron para la creación del GAL, los contratos basura, la OTAN o para que los ricos fueran más ricos. Recordemos las palabras del entones ministro socialista de Economía, Carlos Solchaga, que decía que “España era donde se ganaba el dinero más rápido del mundo”. Para eso quisieron el voto útil, ¿por qué ahora va a ser diferente?
Estos personajes que nos solicitan a todos los que pensamos que el progreso y la igualdad deben estar en la base de la humanidad, nos piden que hagamos una profesión de fe en ellos. Yo nunca he sido creyente y menos en ellos, así que mi voto no será para estas opciones que piden el voto útil, será para aquellos que defiendan igual que yo el progreso y la igualdad, aunque seamos minoritarios.
Lo mismo pasa en Estados Unidos, con el líder ecologista Ralph Nader. Los demócratas le están atacando sin piedad, con lemas como “hay que echar a Bush de la Casa Blanca, como sea”. El partido demócrata pide su retirada, pero sin embargo no negocia con él ni acuerdos programáticos ni nada que se le parezca, es decir hay que tener fe en ellos.
La pregunta que posiblemente se me haga es: ¿Pero es que tú no quieres echar del poder a Bush y al Partido Popular? La respuesta es evidente, SÍ. Pero sin tan prioritario es, pregunto de una forma ingenua ¿por qué el PSOE no ha propugnado acuerdos electorales por ejemplo con Nafarroa Bai e Izquierda Unida, en torno a un programa progresista?
Si esto se hubiera hecho, el resultado en Navarra hubiera sido de dos diputados y un senador para UPN/PP, tres diputados y tres senadores para los grupos progresistas. Yo hubiera votado esa coalición progresista como miles de navarros, pero que no me pidan ahora el voto útil, porque atentan contra mi coeficiente intelectual, y no hay nada más inútil que ese llamamiento que es hecho por políticos, que viven cada vez más apoltronados en la hipocresía y disfrazados en el cinismo para esconder sus verdaderos intereses, hablando estos días sin reparo alguno de la utilidad de nuestros votos, de la utilidad que tiene para su propio triunfo, claro está.
Hace ya demasiado tiempo que la palabra democracia significaba la participación del pueblo en el gobierno. Es evidente la mutación que de la democracia se ha hecho, hasta llegar a ser lo que es ahora, la participación ciudadana en el día de las elecciones.
El capitalismo tiene una máxima: sólo vale lo que se vende, lo que produce beneficios, lo que da dinero, lo que es útil.
Las campañas actuales del Partido Popular y del PSOE es la venta de un producto, de una marca, de un eslogan. En eso han convertido las elecciones, piensan en la tontez de los electores, así estos líderes políticos nos venden desde pisos baratísimos a lavadoras que no necesitan ser cargadas. Todo vale en la publicidad. Es decir, las lecciones se han convertido en un proceso de marketing destinadas a ciudadanos que nos debemos dejar engañar y que además les debemos profesar fe a sus personas y a sus principios.
En España, los poderes nos están llevando a un sistema bipartidista. Cuando esto sucede, los dos partidos defienden programas semejantes, representando a grupos de intereses económicos, sociales, etc., pero no a los ciudadanos. Reclamo la libertad de la ciudadanía.
Cómo para entonces ya no hay ninguna otra fuerza política que le haga sombra ni cuestione nada, hacen que se sientan poderosos en el poder, acomodándose en la tarea de no tener que rendir cuentas ante nadie, como de hecho ya está sucediendo, ¿es que el Partido Popular, ha rendido cuentas de sus desmanes en el caso del Prestige, el avión Yakolev o por la guerras de Irak?
Cuando la democracia se reduce a depositar un voto para elegir entre dos únicos partidos que ocupan el 90% de la publicidad y difusión mediática, las diferencias se reducen en la realidad a aspectos que no alteran lo sustancial del sistema, en lo cual coinciden ambos partidos, porque este sistema es el que los sustenta y les da difusión y poder.
Cuando en una sociedad se plantea sólo elegir la misma cosa pero que lo único que cambia es la vestimenta, es difícil apelar al voto útil. Es una desvergüenza ética y moral que los supuestos defensores de la izquierda y que pregonan el cambio, creyéndose los dueños exclusivos de esa ésta y de ese cambio solicitan y proclaman la desaparición de otros partidos. Un signo del progresismo político es el pluralismo y no la uniformidad, ese es su valor. Esta uniformidad y pensamiento único de la izquierda está en la base de su propia destrucción.
Hoy lo útil se ha convertido en un patrimonio de la humanidad, los poderes económicos se han apropiado de los partidos políticos, pretendiendo legitimarse no ya sólo en la economía de mercado, sino que pretende hacerlo también, comprando mentes e ideologías y su plasmación es el mal llamado voto útil.
El bipartidismo hace que la mayoría de la gente siente que elige al que considera menos malo, no que elige lo mejor. El voto útil lo que origina es que olvidemos la sana utilidad democrática que produce la diversidad política, el debate y sobre todo el cuestionamiento y la duda.
Cuando estos demócratas de la supuesta izquierda(González, Bono, Ibarra, etc.) lo que pretenden es erradicar a los otros partidos para que no cuestionen sobre los asuntos a los que no se atreven a enfrentarse, tales como la esencia del capitalismo, las privatizaciones, los contratos temporales, el excesivo gasto militar, los incumplimientos medioambientales, la manipulación mediática y el poder de las multinacionales y los grandes bancos sobre las decisiones políticas.
Tres son los objetivos desde la izquierda plural, en primer lugar que los ciudadanos voten con libertad, sin miedos y sin chantajes, en segundo lugar acabar con las mayorías absolutas, cáncer de cualquier democracia y por último avanzar en la ruptura del mal llamado bipartidismo.
Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 8 Marzo 2004.