China empezó a abrir las puertas a Occidente a finales de la década de los setenta y ha acelerado el proceso con su entrada en la Organización Mundial del Comercio en el 2001.
Su espectacular crecimiento, con una media anual del 9,5% de su PIB desde 1980, el tamaño de su mercado y sus condiciones de producción, con unos salarios muy inferiores a los de Estados Unidos, Europa y Japón, le están convirtiendo en la fábrica del mundo y en un gran centro de exportación.
Su PIB creció un 9,1% en el 2003, a pesar de la neumonía atípica, frente a un 8% en el 2002 y un 7,3% en el 2001, donde la inversión en activos fijos creció un 26,7%, las exportaciones un 34,6% y las importaciones un 39,9%. Necesita un crecimiento mínimo del 7% del PIB para poder absorber los millones de despidos por la reestructuración de las empresas estatales.
China es ya la sexta economía del mundo y el primer receptor de inversión directa exterior, con 53.000 millones de dólares en el 2002, representa ya un 13% de la inversión mundial y en veinte años ha pasado del número 34 en la clasificación mundial del comercio a número cinco. Se ha convertido, en estos momentos en una amenaza para Occidente, pues está provocando que muchas empresas se desplacen allí, provocando la deslocalización industrial en muchos países.
¿Qué pasa con China?
Con una población de más de 1.300 millones de chinos, con una renta todavía baja, pero en constante aumento, que ha conseguido mejorar su calidad de vida y han comenzado a adquirir televisores, coches, casas modernas, frigoríficos etc. También han cambiado sus hábitos alimentarios para empezar a consumir más carne y pescado.
Actualmente el 5% de su población tiene ingresos superiores a los 10.000 dólares anuales lo que supone que ya más de 70 millones tienen poder adquisitivo suficiente para poder acceder a productos importados de alta calidad. Se calcula que para el 2010 serán 160 millones lo que tendrán una buena capacidad de compra.
China está siguiendo el patrón de un país subdesarrollado, con intensiva mano de obra que empieza a contar con inversiones extranjeras. Pese a su rápido crecimiento está manteniendo una política de salarios bajos y aprovechando esta ventaja competitiva, incrementando fuertemente sus exportaciones.
La expansión china ha seguido tres fases: en la primera, con el inicio de una liberalización, el comercio exterior creció a un ritmo superior al de su PIB. En una segunda fase, comercio y crecimiento presentan cifras similares de crecimiento y en la tercera fase que comenzó en la década de los noventa, en la que el crecimiento de la participación de China en el PIB mundial es similar al crecimiento en la cuota del comercio en el mundo.
China puede convertirse en el país más industrializado del mundo, para ello cuenta con varias ventajas competitivas. Su capacidad de consumo es inmensa pues uno de cada cuatro habitantes en el mundo es chino. En el mundo laboral, la conflictividad no existe y trabajar 60 horas semanales no representa ningún problema.
El coste de la mano de obra es muy barato, el salario de un obrero medio está entre los 100 y 150 dólares al mes y sólo el doble si tiene alta cualificación.
Esta situación ya ha provocado deslocalizaciones de empresas, como IBM que ha cerrado una planta en Hungría para ir a China pues sus costes laborales son un 75% más baratos. Intel, el mayor fabricante de microprocesadores del mundo, anunció una inversión de 375 millones de dólares para construir una segunda planta en China.
China se vio favorecida en 1997, con la recuperación de Hong Kong, centro financiero internacional de primera magnitud, que elevó automáticamente en una cuarta parte el PIB chino.
Otro factor muy importante en China es su nivel educativo, lo que hace que su mano de obra sea altamente especializada. Disponen de una gran cantidad de ingenieros y profesionales técnicos altamente cualificados y competitivos, sirva como ejemplo que en el 2004, saldrán 400.000 ingenieros mientras que en la India solo serán 80.000.
Otro factor que está teniendo una gran incidencia es su moneda, el yuan. Su tipo de cambio está ligado al dólar desde 1995. Como el dólar lleva un proceso de depreciación muy importante, esto hace que los productos chinos sean mucho más baratos. Esto hace que la economía china compita deslealmente con el resto de los países.
Se está pidiendo a China que revalorice el yuan, cambiando su sistema monetario, pero esto es prácticamente imposible. Será difícil convencerlos para que se traguen esta amarga medicina del libre mercado de una vez y rápido.
En 1998, en el peor momento de la crisis asiática, Estados Unidos y el resto del mundo pidieron a China que mantuviese el control sobre su moneda para evitar el desplome económico de toda la región. Tras el desplome en 1997 del bath tailandés y la rupia indonesia, todas las divisas del sudeste asiático se hundieron y con éstas los mercados bursátiles.
A China le hubiera convenido devaluar controladamente el yuan para impulsar sus ventas externas, sin embargo no lo hizo. Hoy en 2004, se le pide a China exactamente lo contrario, pero está claro que no revaluará el yuan, pues tendría un coste muy importante en su crecimiento económico y este es prioritario para resolver sus problemas.
Este desarrollismo, no es más que una copia del modelo económico norteamericano y que a la larga les llevará a una situación insostenible desde un punto de vista medioambiental. Las emisiones de CO2 de China han aumentado muchísimo y ya representan la décima parte del total mundial.
La utilización masiva del carbón como recurso energético, ha provocado que la contaminación medioambiental haya alcanzado niveles sanitarios muy preocupantes y ya casi al mismo nivel como los que sufrió en su día la Europa del Este. Como resultado de este desastre medioambiental, las enfermedades respiratorias se han convertido en muchas partes de China en algo endémico y las cosechas se han resentido también.
Puede resultar irónico que China sea quién obligue a los Estados Unidos a enfrentarse con la realidad de que su modelo económico es insostenible porque pone en riesgo a la totalidad del planeta.
En 1996 un informe publicado por la firma Worldwatch pronostica que la economía de China superaría a la de los Estados Unidos en el año 2010. Este informe está basado en el hecho de que la economía china se ha estado duplicando, de hecho, cada ocho años desde 1980. Sin embargo, dada la actual situación de estancamiento de la economía norteamericana, todo apunta que China puede ganar la carrera por la supremacía económica mundial mucho antes de lo que está previsto.
Por eso en Estados Unidos está creciendo la preocupación respecto a China, produciéndose un cierto rechazo, al mismo tiempo que se están realizando serios esfuerzos para establecer una alianza con la India, con la finalidad de poner en práctica una política de contención frente al gran coloso amarillo.
Edmundo Fayanás. Pamplona.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 29 Febrero 2004.