Es muy habitual que funcionemos entre ironías, sentimientos encontrados y muchas falsedades. Semejante AMBIENTILLO se va colando entre nuestros poros, alcanzando como final hasta nuestras neuronas más recónditas. A partir de este desaguisado, las consecuencias se evidencian en un devenir insoslayable.
Muy en primera fila refulgen los TORBELLINOS SOCIALES. Como tales fenómenos, constituyen una rápida secuencia que por sus características no permiten ni un análisis somero. Un suceso posiblemente sin trascendencia, además de su revoloteo inicial, se agita, se acelera, originando auténticos tornados. Tal desenfreno lleva aparejado un enorme poder destructivo bidireccional, destrueye dentro y fuera del fenómeno. Que si las declaraciones de uno, las sentencias sobre otros, las trapisondas de todo género, pero siempre dominando el carácter agresivo y frívolo. Una verdadera cascada de nefastas consecuencias.
Los acontecimientos se tornan ESPECTÁCULOS GRATUITOS. Suelen observarse con toda celeridad en los medios. Quizá por la presencia de las imágenes, los vivimos como realidades estéticas o simples valoraciones profesionales, desdeñando el sentido expresivo de unas realidades humanas. Con estos enfoques no se ve favorecida nuestra toma de conciencia, ni la asimilación de lo que ocurre.
¡Tremenda ironía! Todos parecemos interesados en observar esas informaciones, hasta estamos atentos, pero no pasamos de ahí, como ESPECTADORES ALELADOS nos quedamos en el gesto sin sentirnos percutidos por los hechos. ¡Eso ya es demasiado! Y desde nuestra quietud, nos agreden continuamente. Algo así les pasa a los protagonistas del cuento de Naguib Mahfuz «Bajo la marquesina», miran sin ver ante todo tipo de desmanes, caminando hacia su propia destrucción.
¡Qué más dan los acontecimientos! Son desdeñados o permanecemos hieráticos ante ellos al márgen de su notoria gravedad, como digo los observamos de forma distanciada. AGRESIONES, guerras, abusos políticos disfrazados o no tanto, violencia de género, hasta en los institutos se compite en este tobogán espeluznante. ACCIDENTES LABORALES, como eufemismo dada la suavidad del término, y eso porque destacan las sinsuficiencias en la medidas preventivas. Algo similar ocurre con el TRÁFICO, ¿Vamos camino de reconducir la cuestión? El diario suceso de las PATERAS conforma otra tragedia permanente. Pese a todo, parece más bien que estemos expectantes ante las novedades.
La verdadera conclusión no es tal, se convierte en un pringoso caldo de cultivo, hay de todo y dispuesto de forma enrevesada, peor que unas arenas movedizas porque se extiendo por todas partes. Nuestro acercamiento a estas cuestiones se define más propiamente como un ATRAPAMIENTO. Nos pringamos de todo, convertimos las ideas en ideologías caducas, economicismos, abusos de poderes, manipulaciones, pérdida de sentido de las palabras usadas y todo un magma horripilante. Acabamos trágicamente disfrazados como aquellos pájaros atorados de los vertidos petrolíferos.
Ya no se trata del dios Jano de las dos caras. Lo de dos caras queda empequeñecido, nos transformamos en poliédricos, tenemos una cara para cada circunstancia, es un simple problema de adaptación. El dios Saturno tragando a su hijo queda insignificante ante las nuevas formas de engullir al que se pone por delante. Los griegos clásicos lo tendrían ahora muy complicado ¿Cómo buscar un representante divino para todos los despropósitos?
Detectamos un nítido RASTRO INDIGNANTE, quién nos mire destingue con rapidez todas estas señales. Aquí no se trata de ver si hay vida en Marte. A lo peor, podemos hablar de la huella global de un ente que NO ES VIDA HUMANA. ¿Cómo deshacer ese entuerto. No vendría mal un estímulo crítico como el cinismo de Diógenes, como cualquier otro capaz de provocarnos una estimable reacción.
Tampoco se trata de silenciar actuaciones meritorias. En todos los campos y en diferentes grupos sociales se observan personas sinceras, consecuentes y solidarias; entusiasmo por los trabajos bien hechos e inquietudes sagaces. Pero ¿Qué ocurre? ¿No sabemos promocionarlas? ¿Realmente predominan y aumentan tanto los hechos nocivos?
Sólo hay una manera de cambiar la imagen de esas huellas nefastas, tenemos que convencernos unos a otros, colaborar, no crisparnos mutuamente y quizá lo más difícil, ADMITIRNOS las DIFERENCIAS, aprender a convivir de nuevo.
¡Ah! pero las andanzas van por otros vericuetos. Ahora se lleva eso de, todos con el velo color café, mi progreso es EL progreso, Vd. a callar que no tiene la mayoría y lindezas por el estilo. Una letra suelta quiere hacerse con todo el párrafo, abocando a los resultados caóticos y perversos que venimos comentando.
Quizá sea posible, quizá…endulzar estas vivencias destronadas que nos toca sobrellevar. ¿Cómo aunar esas intenciones? Tal como van las cosas podemos intuir una tarea complicada, darle la vuelta al pasteleo es muy exigente. Habrá que pensar más a fondo en los recursos humanos disponibles para estos menesteres.
Rafael Pérez Ortolá. Vitoria
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 7 Febrero 2004.