Laia – por Emilio Sales Almazán

He tenido la enorme fortuna que durante el pasado fin de semana fui invitado a asistir a una cena/coloquio sobre la violencia de genero.

La convocatoria la organizaban la Asociación Haydee Santamaría y la Asociación de Mujeres “María de Padilla” de Toledo, y tenía lugar en la sede de la primera en la localidad madrileña de Leganés.

El programa era sugerente y a pesar de la distancia kilométrica y la acumulación de actividad durante la semana me animé por el plan de actividades y para hacer cumplida vista a esa Asociación del sur de Madrid, en la que tiene una enorme importancia una serie de personas en la que destaca mi amigo y camarada José María Pedreño y a la que debía una visita hace tiempo.

Para entrar en el debate se proyectó la película “Te doy mis ojos” de la directora Icíar Bollaín, filmada casi en su totalidad en Toledo y donde tiene mucha trascendencia en su gestación la Asociación de Mujeres “María de Padilla”.

El tema es doloroso e impactante. La cantidad de mujeres que mueren cada día en nuestro país por ese terrorismo que supone la violencia de género, las campañas publicitarias que desde las administraciones “dicen intentar concienciar” pero que más sirven para acallar conciencias, o malas conciencias, de unos poderes que no se lo toman en serio, quizás por que la mayoría de las situaciones se centran en mujeres con problemas muy específicos y, aunque la violencia es ampliable a todas las clases sociales, las más perjudicadas son, como casi siempre, en clase más bajas de nuestra sociedad. Y, desde mi punto de vista, afecta a la educación sobre todo. A enseñar desde pequeños a considerarnos, todos y todas, como personas, que nadie puede imponer a nadie sus criterios desde la fuerza, que falta diálogo, que la mujer es un ser igual en derechos y deberes que los hombres, y que debe de acabar de una vez que las dependencias económicas de muchas mujeres de los hombres, hagan que estas aguanten hasta la muerte palizas y violencia sicológica, y que se acabe la tradicional educación religiosa, de sumisión y del chantaje emocional de los hijos.

Pero además de todo lo expuesto quiero hacer pública mi admiración y sorpresa por la actuación de la actriz protagonista: Laia Marull. Y por añadidura el conocerla en persona.

Su actuación son las que merecen ver una película, transmite tan bien su papel del miedo que sufre (no hay ni un solo golpe) ante la agresión continua, esa agresión de un marido que tiene también miedo de que su mujer se realice, que puede ser un ser humano desarrollado intelectualmente, ese humillación del “que no sirves para nada”, “eres una inútil”.

Al acto asistieron la coguionista, Alicia Luna, y la protagonista, Laia Marull. Pero al verla no podía creer que una persona tan frágil, que parece una adolescente y no el personaje que encarna, pudiera tener tanta fuerza para interpretar el personaje. Es una fuerza interpretativa brutal.

El coloquio fue muy interesante, los puntos de vista sobre el este grave problema eran múltiples, pero con un denominador común. La película no pretende ser una tesis doctoral y tiene tantas aristas como la violencia de genero.

Desde aquí hago varios llamamientos. Todos y todas, desde nuestros ámbitos debemos luchar para erradicar esta lacra de la sociedad. Hago una llamada a ver la película. Y doy aseveración de mi más profundo respeto, admiración y afecto a LAIA MARULL. Gracias por darme un impulso en momentos donde uno contempla tanta miseria intelectual y social.

Emilio Sales Almazán. Talavera.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Toledo, 26 Enero 2004.