Mascaradas sociales y personales – por Rafael Pérez Ortolá

Cuando todas las apariencias apunten con la misma orientación, habrá llegado el momento preciso para lanzar avisos claros de emergencia. Lo global se caracteriza por prescindir de los núcleos más modestos, de no contar con las personas, ni con sus sensibilidades.

Es muy notoria la incomodidad sentida por los detentadores de cualquier poder ante gente pensante, con criterios y actuaciones consecuentes. Ni sobre ascuas estarían tan inquietos.

Lamento tan fuerte tendencia a uniformar al personal. Está muy arraigada, tanto que llegado el momento transforma a los individuos. En cuanto adquieren la más mínima fuerza, se ofrecen como fieles ostentadores de las actitudes y pensamientos de los demás. Nadie les otorgó tal característica, pero alardean y ejercen de forma prepotente. Es una moneda demasiado cotidiana.

Para que su ejercicio manipulador no sufra contratiempos, necesitan adormecer a las gentes. Usan ARTIMAÑAS de todo jaez, favorecen hábitos de conducta frívolos, lanzan informaciones tendenciosas y sobre todo, anulan todo asomo de un debate sincero. Si las presuntas víctimas se dejan llevar, ya tenemos la manada al completo. Ese infeliz mundo de la masa amorfa. Cómodo quizá, pero dudo que feliz.

Tampoco hay nada nuevo en estos ajetreos. Sin irnos a los arcanos históricos lo podremos comprobar sin mucho esfuerzo. Son actitudes muy firmes, agarradas a lo más profundo de nuestras malas esencias. Una de las claves radicará en la forma de valorar estos aspectos, en como reaccionemos cada uno de nosotros. Añado 3 perspectivas a modo de ilustración, sin perjuicio de tantas como se puedan sumar a esta hecatombe.

Allá por un lejano principio del siglo XX se fraguaba una sociedad peculiar. Podemos intuirla releyendo ese «hombre sin atributos» de Robert Musil. Muchas apariencias y convenciones, muchas ideologías y pocos pensamientos, con demasiados deberes sin auténtica participación. Decía Musil: «Estado embarazoso con mucho jabón, de ondas sin hilos, del presuntuoso lenguaje gráfico de fórmulas químicas y matemáticas, de economía política, de investigación experimental y de incapacidad para la convivencia humana».

Un poco más tarde, Philip Roth escribe su «Pastoral Americana». Retrato bastante fiel de algunos aspectos en esa sociedad. Se pone de manifiesto la libertad, el esfuerzo personal, la familia y quizá más factores positivos. ¡Ah! qué pronto surgen otras situaciones caracterizadas por el SIMPLISMO, así no llegan a plantearse muchas cuestiones. Surgen los DEPREDADORES, sin arredrarse lo más mínimo arremeten contra aquello que les rebate. Y además, ninguna de estos caracteres se basa en la sinceridad, se muestran unas APARIENCIAS y estas van apuntando a unas esencias irreales.

¡Qué bien! Como son o como eran unos y otros. Hasta donde se puede llegar. Pero mi tercera perspectiva me acerca a nuestros ambientes y lejos de consolarme me aparece un panorama autenticamente sombrío. Aquí no echo mano de ninguna obra en concreto porque están demasiado cercanos los autores, con el agravante de que muchos son hemipléjicos, no por enfermedad, sino por desidia de no efectuar la más mínima autocrítica, sólo aprecian los defectos de un lado.

Ya implantados en el siglo XXI disponemos con verdadera suficiencia de múltiples maneras para observar como son las conductas usuales. Tantas que nos aturden, son como un tornado capaz de esparcir la basura sin ningún freno. No cabe ninguna duda, basura a montones.

Puede uno detenerse en la lejanía apreciando los macromovimientos de los estadistas y grandes jerifaltes. Esa es una labor con su enjundia, meritoria, difícil y quizá hasta un signo de indolencia visto el tamaño de los ostentadores, de los prepotentes, y la poca colaboración de otros presuntos implicados.

Aquí surge situaciones curiosas, paradójicamente la fijación en los grandes retratos nos aleja de los domésticos. Llegamos con esto a la PASIVIDAD frente a los PEQUEÑOS UNIFORMES. Miro alrededor y detecto los comportamientos democráticos en los partidos, ya no se sabe el significado de las bases, las bases empiezan en las cúspides. Observo las reacciones cuando alguien opina fuera de las coordenadas habituales. Me parece bien la religión y unas esencias elevadas que todos buscamos, pero con demasiada frecuencia las esencias brotan a ras de suelo y contaminadas por la política, la economía o miserias humanas.

Adolecemos de CRITERIOS PERSONALES contaminados y con pocos fundamentos. Nos dejamos llevar y es más fácil así atribuir los males a los agentes foráneos. Necesitaremos puntos de apoyo, pero buscados por cada cual, comunicados de forma dialogante y como punto de partida. A partir de ahí nuestra creatividad y personalidad propia.

¿Cómo se va a convivir de manera aceptable?. Si ya no se alcanza a conocer las preferencias de nuestras conexiones neuronales. Todo son números, precios, lamentaciones y casi ninguna actuación consecuente. La más mínima filosofía tiene que partir de nuestras condiciones vitales. ¿Cuáles son?

Los buenos autonómicos habrán de tener en cuenta la autonomía de sus ciudadanos, sólo si se les tiene en cuenta como tales, tendrá valor su aportación al acervo común. De lo contrario circularemos por esas mascaradas referidas en este comentario. Y eso en política, en ambientes universitarios, religión, deportes o cualquier actividad merecedora de digna consideración.

Rafael Pérez Ortolá. Vitoria.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 17 Diciembre 2003