Judíos y antisemitas – por Edmundo Fayanás

Recientemente se ha publicado la última encuesta del Eurobarómetro, en el que se señala al Estado de Israel, como el principal factor de inseguridad en el mundo, con un 59%, seguido a corta distancia por Irán, Corea del Norte y Estados Unidos, con un 53% respectivamente.

Esto ha provocado un revuelo en determinados ambientes judíos acusando a los europeos prácticamente de antisemitas.

La principal característica del pueblo judío ha sido la diáspora. Es un pueblo que se ha extendido por todo el mundo, habiendo sabido mantener su lengua, sus costumbres, religión, a pesar de todas las adversidades que han sufrido, lo que les ha dado una gran cohesión como pueblo.

A partir de la Edad Media, los judíos sufrieron persecuciones cíclicas, fundamentalmente cuando la situación económica y social se deterioraba. Las revueltas y persecuciones contra los judíos fueron instigadas mayoritariamente por el clero y la nobleza, acusando a estos de todas las desgracias que sufría la sociedad, pero que siempre significaban la muerte y destrucción del pueblo hebreo. Todavía hoy podemos contemplar en muchas ciudades europeas las juderías.

En España, sufrieron conversiones forzosas y atroces persecuciones desde 1391, por medio de la Inquisición, que culmino con la expulsión en 1492 de España, por orden de los Reyes Católicos. Muchos de los judíos sefarditas expulsados de España en esta época conservan y hablan todavía el castellano. A lo largo de los siglos XVI-XVII-XVIII asistimos también en Europa a expulsiones y persecuciones.

Ya recientemente, hemos visto el horror de la Alemania nazi de Hitler, donde fueron masacrados más de seis millones de judíos, de ellos, un millón de niños. Un horror que sobrecogió y sobrecoge al mundo, en campos de concentración como el de Auschwitz.

La labor del mundo judío ha sido impresionante. Una parte fundamental de nuestra cultura occidental se basa en textos filosóficos, poéticos o narrativos escritos por judíos, cuya peculiaridad formal y semántica ha marcado también el cine, la pintura y la música que tanto católicos, judíos y laicos seguimos teniendo como nuestros. Es clara pues, la aportación de este pueblo a la cultura occidental y el sufrimiento que han tenido que soportar.

A comienzos del siglo XX, Gran Bretaña propuso a los representantes hebreos la colonización de una región del Sinaí, que inmediatamente fue rechazada. Proponiendo como alternativas la isla de Chipre o Tierra Santa.

Al mismo tiempo, los sionistas fueron desarrollando una política colonizadora de tierras en Palestina, que posteriormente sería el auténtico armazón para la constitución del Estado de Israel. Gran Bretaña, en 1917, reconoce el derecho de existencia de una patria judía ( Declaración Balfour).

En el proceso de descolonización del Oriente Próximo, en 1947 los británicos entregan su mandato sobre Palestina a la ONU, con la idea de formar un doble Estado, palestino y judío, mientras que Jerusalén dispondría de un estatuto internacional. Los judíos estuvieron de acuerdo con esta propuesta y fueron apoyados por los Estados Unidos y la Unión Soviética.

Tras la guerra entre judíos y palestinos de 1948, se proclamó el Estado de Israel. Posteriormente se han sucedido tres guerras más la de 1956, 1967 y 1973. En 1978 se firmaron los acuerdos de Camp Davis, por lo que se devolvían los territorios ocupados y reconocían la autonomía palestina. Todo esto se incumplió, se firmaron en 1991 los acuerdos de paz de Oslo que también se han incumplido.

Israel que surgió por mandato de la ONU, ha sido el país que ha incumplido sistemáticamente todas sus resoluciones. La última, el no levantamiento del muro del horror. En ocasiones, Estados Unidos ha empleado su derecho a veto en resoluciones que exigían a Israel el cumplimiento de la legalidad internacional. Esto es lo que realmente daña la imagen de Israel.

Este conflicto judeo-palestino irresoluble actualmente, está en el origen de todos los problemas que hoy existen en Oriente Próximo, provocando un choque de culturas y religiones ( cristiana, judía y musulmana) de muy compleja solución, cuando además asistimos a un apoyo descarado a favor de uno de los contendientes, sin intentar buscar un equilibrio entre ellos, que diera como consecuencia la búsqueda de soluciones justas entre los dos pueblos. Dichas soluciones son posibles pero sólo se darán con un cambio de actitudes de los judíos y de los palestinos y si la Comunidad Internacional, fundamentalmente si los Estados Unidos equilibra su posición.

Una parte de la opinión israelí y sobre todo los políticos que la gobiernan ( el Likud representante de la derecha y los partidos ultraortodoxos) han mostrado una irritación contra Europa, por el resultado de ésta encuesta. La mentira de que condenando las acciones de un gobierno se vilipendia a todos sus ciudadanos de ese país, sea de una religión u otra y su raza, es practica habitual, pese a su torpe e increíble falta de argumentación.

No hay ninguna traición ni olvido de la cultura judía ni del exterminio nazi, por el hecho de que condenemos los efectos devastadores que el ejército israelí practica sobre los poblados palestinos, o que nos opongamos a que generales y ministros ordenen tales represalias. Se debe condenar todo tipo de terrorismo, nada lo justifica, pero si es terrorismos de Estado como el que practica Israel u otros Estados es especialmente condenable.

Es falso y tendencioso acusar a la intelectualidad y a la opinión pública europea de antisemita. Lo que predomina en Europa es simplemente un sentimiento de condena a la despótica intransigencia de Ariel Sharon, a la impunidad de sus castigos criminales que de forma indiscriminada practica con los palestinos indefensos. A los abusos en la construcción del muro llamado de seguridad y que debería calificarse del horror. Del silencio o del apoyo explicito y cómplice que estos actos ilegítimos obtienen de hecho gracias a la poderosa complicidad norteamericana.

El proceso, que una mayoría de europeos hacemos del mundo judío es, que apegados por una cultura común y de afinidad en el dolor por el castigo que ha sufrido el pueblo hebreo, nuestra simpatía por estos ha de pasar por el difícil aprendizaje de condenar el sionismo expansionista dominante entre los seguidores del actual gobierno de Sharon. Ningún recurso humanista, ningún llamamiento al linaje perseguido ni al exterminio imprescriptible sufrido por el mundo hebreo a manos de los nazis puede enmascarar la amenaza que para la paz mundial supone la despiadada política actual del Estado de Israel.

La critica a Israel, no debe entenderse como una posición negativa del mundo judío. Muchos judíos se oponen a está política expansionista del sionismo de Sharon. Muchos europeos, junto con millones de judíos y musulmanes deseamos la paz justa en Oriente Próximo, que pasa por el cumplimiento por parte de Israel de todos los acuerdos que incumple de la ONU. Llevar a la practica los acuerdos de paz de Camp Davis y de Oslo. Es necesario acabar con la doctrina del “ojo por ojo, diente por diente” y de doctrinas preventivas. Debemos buscar la reconciliación del mundo judío y musulmán como ha sido posible a través de cientos de años. Si se quiere la paz, debemos trabajar todos unidos judíos, musulmanes, norteamericanos y europeos.

Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Profesor de Historia.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 8 Diciembre 2003.