El ITER no se sabe si alguna vez generará algún vatio de provecho, pero lo que es seguro para los políticos es que genera prestigio y sobre todo, esperan que genere gigantescas subvenciones comunitarias y de los países que deseen participar en este megalómano proyecto, hacia el país en el que se alojen los dispositivos y los cientos o miles de científicos que trabajarán en él. Y por supuesto, a las empresas de alta tecnología que aporten al invento los materiales y las técnicas y desarrollos que vayan exigiendo los científicos.
Uno ve las caras de ansiedad de los políticos, subastando sus aportaciones a quienes tienen que tomar la decisión, para conseguir que el monstruo se quede en su país y se da cuenta rápidamente que aquí hay un gato muy encerrado, sea por confinamiento magnético o inercial.
El reactor de fusión, se denomina ITER, en el argot científico y de los medios de comunicación, por sus siglas en inglés “International Thermonuclear Experimental Reactor”, esto es, Reactor Termonuclear Internacional Experimental.
Es, por tanto, un proyecto puramente experimental, que no busca obtener energía de forma práctica, sino sólo demostrar que se puede obtener, aunque si diga que tiene como fin último hacer viable la producción comercial de energía.
En él participan la Unión Europea, Canadá, Japón, Rusia y Corea del Sur, que se unió en mayo de 2003. Otros países buscan colaborar o participar en el proyecto de forma más o menos indirecta.
Aunque los planes en el 2001 preveían que para febrero de este año estuviese concluida la evaluación de los sitios propuestos para su emplazamiento, entre los que se encuentra Vandellós, justo donde se está clausurando una central nuclear de fisión, y se esperaba tener el acuerdo final y conjunto de puesta en marcha, a fecha de hoy todavía Francia y España se están tirando los trastos delicadamente a la cabeza y elevando el nivel de subastas, para ver quien se queda con la tajada.
Sin embargo, se ha llegado a un acuerdo conjunto de puesta en marcha y a unos arreglos transitorios hasta que se definan las cosas con mayor precisión, por los que los miembros definen los propósitos, las funciones, los miembros participantes, los derechos y privilegios (entre ellos los de copyright y de propiedad intelectual) y hasta los mecanismos de retirada de las partes, con anexos para fijar participaciones, grupos de trabajo y lugar de emplazamiento, que sigue atascado hasta la fecha.
Hasta aquí todo bien, con los clásicos retrasos de estos megaproyectos.
Los reactores de fusión llevan años experimentándose, con escasos resultados. Desde que Einstein elaboró sus teorías y años después se hizo estallar la primera bomba atómica por fisión y algo más tarde se consiguió hacer estallar la bomba termonuclear por el efecto de fusión, ya se sabe que el hombre es capaz de realizar el proceso de fusión en la tierra, que en el sol se realiza de forma natural, y de forma constante.
La fisión del átomo, se lleva a cabo generalmente con elementos muy pesados, como el uranio, formados por átomos con muchos electrones, protones y neutrones. Al uranio de un cierto tipo, se le induce a partirse, mediante el bombardeo con partículas, por ejemplo, neutrones. Al partirse emite más neutrones, que producen más fisiones de otros átomos de uranio y una reacción autosostenida, llamada reacción en cadena. Esta reacción, se puede moderar, utilizando elementos que, como el grafito y otros, frenan y absorben las partículas que se generan, evitando la reacción en cadena, que se escapa del control y generando calor, que es el que se utiliza para mover unas turbinas y producir electricidad, en le caso de los usos pacíficos. Si se utiliza como una bomba, no hace falta moderar a la masa de uranio. Solo hace falta arrancar esa reacción en cadena hasta que la mayor parte de los átomos se hayan fisionado o partido, creando la explosión atómica, tanto más poderosa en cuanto más masa de uranio tenga.
En la fusión, se trata de fundir dos átomos de elementos muy ligeros para crear otro más simple. Esto también produce gran cantidad de energía, con una gran emisión de neutrones. Se han estudiado teóricamente dos tipos de fusión: la de deuterio y tritio, que son dos isótopos del hidrógeno o la de dos átomos de deuterio. La segunda exige tal cantidad de fuerza y energía para forzar la fusión, que en ella se alcanzarían temperaturas del orden de los mil millones de grados Celsius o centígrados y nadie se ha atrevido ni siquiera a proyectar un modelo experimental, tal es la temperatura exigida.
Entonces se siguieron dos grandes vías de investigación, basándose en la fusión de los átomos de deuterio y tritio; esos que provocan temperaturas de “solo” cien millones de grados centígrados: la primera técnica, la fusión con confinamiento inercial del plasma, a la enorme temperatura que genera dicha fusión, fue pronto abandonada, por la que ahora está experimentándose, que es el confinamiento magnético de ese plasma.
Este modelo experimental se denomina “Tokamak” y consiste en un gigantesco toroide (una suerte de enorme rosquilla), rodeada de una bobinas gigantescas de conductores por los que se hacen pasar corrientes eléctricas enormes, que crean y mantienen los campos magnéticos en una muy determinada y complejísima forma, para crear unas condiciones de presión y temperatura en el plasma, que provoquen la fusión de los átomos que se encuentran dentro.
Entre los problemas a que se enfrentan los científicos, descritos en sus requerimientos de diseño, están:
•El diseño de las bobinas superconductoras, para soportar los enormes flujos de corriente necesarios para asegurar las condiciones del plasma (energía que proviene del exterior y no se sabe cuando podrá, si es que puede alguna vez, provenir del sistema autoalimentado)
•El de la evacuación adecuada de los enormes flujos de calor que se generarían en el proceso de fusión y el estudio de materiales que aguanten ese golpe calorífico sin deteriorarse a la primera.
•El de la evacuación de las partículas del propio plasma, una vez realizada la fusión, sobre todo, neutrones, partículas alfa, etc.
El modelo experimental, se está diseñando intentando que aguante “unos pocos miles de pulsos” y luego, se supone (aunque no se dice) que, si se logran esos “pocos miles de pulsos”, hay que tirar a la basura, en el mejor de los casos, los componentes destrozados del sistema y hacer un nuevo generador, al menos, un nuevo recipiente, con esos nuevos y muy costosos materiales, ultra-resistentes que todavía se están investigando, porque no se sabe qué materiales pueden aguantar millones de grados de forma sostenida.
Otro de los grandes problemas es mantener los equilibrios entre la generación de energía para mantener el plasma y el efecto de salida de las partículas atómicas del mismo, entre las que esperan que sólo los neutrones surjan con un flujo promedio de > 0.5 MW/m2.
Incluso se ha previsto, aunque no está todavía considerado de forma definitiva, ni tampoco descartado, la instalación de “mantas” del tritio que servirá como materia prima y fuente de energía, que formen parte de ese proceso de preparación del material.
El problema de la evacuación del calor no controlado que generan las partículas que se radian, no es baladí. Algunos expertos indican que podría ser el 80% de todo el calor generado y si eso es así, se requerirían unas cantidades de refrigerantes en los reactores de varios órdenes de magnitud los de las actuales centrales nucleares convencionales de fisión.
Los científicos sueñan con que este experimento concluya sacando entre 5 y 10 veces más energía que la que se inyecta en el sistema para garantizar la fusión (a eso lo denominan “factor Q”), pero no parece que estén considerando los aspectos de los costes energéticos INDIRECTOS de, por ejemplo, tener que tirar una parte importante del reactor y poner otra nueva, cada “pocos miles de disparos”. Eso, por lo visto, va a beneficio de inventario o de subsidio de las naciones que aportan.
Tampoco especifican cómo van a lograr que la naturaleza explosiva de las reacciones, entre en el proceso de realimentación (que debe ser también extremadamente impulsivo, aunque las fuentes de energía que existen detrás tengan que ser extremadamente fiables y por tanto, extremadamente regulares). Porque si esa naturaleza explosiva e irregular no se puede dominar (la palabra favorita de los “expertos” es “harnessing”; esto es, algo así como poner los arneses a ese caballo; domar, domesticar), entonces, de poco va a servir que alcancen 5 veces más energía que la que inyectan, si el potro sale desbocado y tira al domador al suelo.
Finalmente, los científicos pretenden que la vida del sistema dure unos 20 años, pero no mencionan ni cómo se logrará, ni que en esos 20 años, en función del número de disparos, puedan necesitarse varios reemplazos de muchos de los órganos del sistema. Y luego se lavan las manos con una frase digna de Pilatos, diciendo que “It is assumed that there will be an adequate tritium supply from external sources throughout the operational life.” Esto es, se asume que habrá un suministro suficiente de tritio de fuentes externas durante la vida operacional” ¿Por qué esta frase? ¿Por qué no el deuterio? Pues muy sencillo, porque el deuterio sí es muy abundante (uno de cada seis o siete mil átomos de hidrógeno en el agua del mar, por ejemplo), pero el tritio, aunque se lo callen y digan que es muy abundante, sale del litio (por cierto, forzando la creación de ese isótopo con más energía que tampoco está en el proceso multiplicador mencionado por los científicos) y ese metal ligero, ya no es tan abundante en la naturaleza, como dicen, de forma intencionadamente vaga, los científicos defensores del sistema. Constituye el 0,002 por ciento de la corteza terrestre; el uranio, ese otro elemento base de la fisión nuclear, se encuentra en el 0,0002 por ciento de la corteza terrestre(1). Es decir, el litio es apenas diez veces más abundante que el uranio.
Y así como el uranio se emplea casi exclusivamente para fines de creación de energía (aunque muchos subproductos vayan a la industria militar), el litio se está utilizando, entre otros usos, de forma muy intensa, en la fabricación de pilas modernas, entre otras, las de muchos de los más de mil millones de teléfonos móviles o celulares. Así que quedará menos litio para su uso en la fusión nuclear.
A eso hay que sumar la dificultad y el coste energético (conviene repetir frecuentemente, que el coste que interesa, es el energético y no el económico; los dólares y los euros se pueden fabricar, pero la energía neta, no) de la extracción de ambos elementos de la corteza terrestre. Coste energético de remover toneladas de tierra, con maquinarias muy pesadas, para extraer un escaso kilo de los preciados elementos, que a buen seguro, los científicos no han metido en su famosos “factor Q”, que les permite decir que esperan sacar ente 5 y 10 veces esa energía. Tampoco estarán metidos los costes energéticos de triturar el mineral, separar la ganga de la mena con lavados o lixiviados (por supuesto, nadie habla del coste energético que supondría reciclar todas las aguas contaminadas que dejan esos procesos y sus corrosivos líquidos separadores vertidos en enormes piscinas).
Y al final, aunque fuese unas 10 veces más abundante que el uranio, si éste representa hoy día apenas el 6% del consumo humano de energía primaria y se sabe que sus reservas probadas dan para alimentar las 440 centrales nucleares existentes (no las ampliaciones, ni las nuevas centrales que se proyecten) apenas unos 70 años, si se pretende que la fusión de deuterio-tritio sea la fuente “inagotable” de energía y por tanto, que cubra cerca del 100% de las necesidades humanas en el futuro, apenas daría para otros 70 años, en el mejor de los casos, según una cuenta de la vieja y salvando el hecho de que cada elemento contiene diferencias en la energía nuclear interna, tanto para la exigida para partir un átomo pesado o fundir dos átomos ligeros, como en la que entregan un átomo fundido de un elemento y la que entregan dos átomos fusionados diferentes.
Y todo ello, claro, sin suponer que la sociedad sigue planificando crecimientos económicos y por tanto energéticos, sin parar. Al 3% que los ministros de economía siguen considerando un aprobado simple en crecimiento, esas necesidades se habrán duplicado, para cuando el reactor del ITER esté todavía en experimentación (algunos científicos se dan 50 años para ponerlo en funcionamiento comercial y entonces, las necesidades de energía, si se sigue creciendo así, se habrían cuadruplicado, dejando apenas litio para menos de tres décadas de uso.
Claro que si una gran parte de la electricidad que generen los reactores de fusión se tiene que dedicar a la producción de hidrógeno por electrólisis, para sustituir a los combustibles fósiles agotados, como el petróleo y el gas, en sus aplicaciones más comunes no eléctricas, que son el 80% de los usos en el mundo moderno, entonces, los rendimientos disminuirían al menos un tercio y todo el litio del mundo, convertido en tritio, apenas satisfaría el hambre de energía del mundo durante una década. ¿Y para eso todo este esfuerzo y la construcción de miles de estos monstruos gigantes, devoradores de recursos? ¿Dónde está la práctica “inagotabilidad” de este sistema? ¿Quo Vadis, homo industrialis?
(1) Enciclopedia Britannica. Micropedia. Ver Lithium y Uranium
Apunte de ultima hora: Ayer 26 de Noviembre la Unión Europea anuncio que España finalmente no acogerá las instalaciones del proyecto ITER.
Pedro Prieto. Madrid.
Colaborador, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 26 Noviembre 2003.