Crisis en Georgia: La larga mano de EE.UU. – por Juan Ramón Crespo

El presidente de Georgia, Eduard Shevardnadze, ha abandonado el país con rumbo desconocido a consecuencia de las movilizaciones que se han venido sucediendo desde la celebración de las elecciones del pasado 2 de Noviembre.

Estas fueron calificadas de fraude electoral por los líderes de la oposición, Mijaíl Saakashvili, del Movimiento Nacional, y Ninó Burdzhanadze, del Partido Demócrata y presidenta saliente del Parlamento. Pero cuando algunas cuestiones parecen irse despejando otras aparecen. La principal es conocer el papel que ha jugado Estados Unidos en esta crisis.

Algunos detalles hacen que nos hagamos esta pregunta. Uno de ellos, tal vez el más importante, es que el parlamento georgiano fue tomado tan solo horas después de que el Departamento de Estado norteamericano “sentenciara” que se había cometido fraude en las elecciones y manifestara estar «profundamente desilusionado» con el liderazgo georgiano.

Una vez más, parece ser que es el petróleo el que se encuentra detrás de los intereses de EE.UU. Y no porque lo haya en este país, sino porque por su territorio debe pasar el oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan, que llevará petróleo del Mar Caspio de Azerbaiyán a la costa mediterránea de Turquía y el gasoducto Baku-T’bilisi-Erzerum, en los que Washington ha realizado una gran inversión financiera y política. La propia CIA, en su página web, The World Factbook, dice, confundiendo las esperanzas del pueblo de Georgia con sus deseos, que: “El país fija sus esperanzas para el crecimiento a largo plazo sobre su papel como un estado de tránsito para tuberías y el comercio”, citando expresamente el mencionado oleoducto y gaseoducto.

Estratégicamente localizada en la parte central y occidental de Transcaucasia, Georgia limita por el norte con Rusia, por el este con Azerbaiján y por el sur con Armenia, Turquía y el Mar Negro, controlando la mayor parte de los pasos de las montañas del Caucaso. Este enclave les coloca dentro de las ambiciones geopolíticas del nuevo “amo del mundo” como fuente de energía alternativa en caso de inestabilidad en el Medio Oriente. Serían los mismos motivos que algunos analistas teorizaron sobre las verdaderas razones de la guerra contra Afganistán.

Para muchos georgianos, Shevardnadze -que fue célebre por su papel como canciller soviético al final de la Guerra Fría- fue el artífice de la independencia de la antigua URSS. Pero desde que se independizó ha perdido su riqueza debido a una cadena de conflictos étnicos y una guerra civil en 1992, además de años de corrupción generalizada y mal gobierno. En la actualidad, la gran mayoría de la población vive bajo la línea de pobreza.

EE.UU. puso sus ojos en Georgia desde el principio convirtiéndola en el segundo receptor de ayuda estadounidense per capita del mundo. Intentaban tener un aliado en la región para que jugase un papel similar al que realiza Israel en Oriente Próximo, único país que se encuentra por delante en fondos recibidos.

Dentro de esta estrategia, y con el manido pretexto del terrorismo de al-Qaeda, y la excusa de que varios de sus integrantes pudieran haber buscado refugio en Georgia, en febrero del año pasado, fueron enviados cinco asesores militares de EE.UU., al menos 6 helicópteros y un posible despliegue de 200 efectivos de las fuerzas especiales.

Hasta hace poco, ello llevó a Shevardnadze a tratar de distanciar a Georgia de la esfera de influencia de Rusia. Las relaciones han sido tensas. Moscú y Tiflis han chocado frecuentemente por el apoyo ruso a los separatistas de Abjazia y la presencia de rebeldes chechenos en Georgia.

Pero ahora Shevardnadze es considerado como un líder débil incapaz de asegurar la estabilidad en su país. Washington ha depositado su confianza en Mijail Saakashvili, radical nacionalista, educado en EEUU, es calificado en los ambientes políticos de Moscú como pro estadounidense porque está dispuesto a aceptar la instalación de bases militares norteamericanas en Georgia, algo que Shevardnadze se negó sistemáticamente a realizar.

Esto ha facilitado el acercamiento de Shevardnadze al pro-ruso Abashidze, que fue su opositor, y hace tan solo dos semanas, el presidente Vladimir Putin prometió ayudarle con todos los medios a su alcance con la crisis. No obstante el gobierno ruso ya ha manifestado que las tropas que posee de interposición en la región separatista de Abjazia no intervendrían.

A todo esto hay que unir que la Comunidad de Estados Independientes (CEI) juzgó «inadmisible todo golpe de fuerza inconstitucional» en Georgia y llamó a la oposición a «respetar la democracia», como declaró su presidente de turno y jefe de estado ucraniano, Leonid Kutchma.

El riesgo que corre EE.UU. ahora es que si Shevardnadze sobreviviera a la crisis, Georgia se volvería a acercar a Rusia.

Para más información: CIA – The World Factbook – http://www.cia.gov/cia/publications/factbook/

Juan Ramón Crespo Aguilar. Toledo.
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 23 Noviembre 2003.