La política de defensa en España – por Edmundo Fayanás

En el discurso de Aznar, del 20 de octubre, sobre “la política de defensa en nuestro mundo”, marcó las líneas estratégicas que debe tener España. A grandes rasgos son:

. La defensa española debe basarse en el carácter anticipatorio de la acción y forma parte del sentido de responsabilidad que le incumbe a un buen gobernante.
. Se puede realizar esta política tanto en el interior como en el exterior del país. Esto ya ha generado fuertes protestas en Marruecos, por sentirse intimidados.
. La política de información de los conflictos debe variarse, para evitar que provoquen una contestación social.
. Duda de los actuales organismos multilaterales de defensa y fundamentalmente de los europeos. Presentándose a Estados Unidos como el único garante del mundo.
. Habla del terrorismo como causante del actual problema de inseguridad mundial, analizando los efectos que produce, pero prescindiendo de las causas que lo originan. No importando saltarse la legalidad jurídica de las personas y de los pueblos, como ha sucedido en Irak.

En resumen, Aznar vuelve a mostrar su sumisión a la política del neoconservador Bush. Demostrando una falta de capacidad de análisis preocupante, muy inferior a la ya escasa del presidente norteamericano.

Esta posición de Aznar en relación a la defensa nacional, demuestra una vez más, su falta de respeto al sistema democrático español. Estando radicalmente en contra de lo que ha sido hasta ahora “la estrategia de defensa” debatida y consensuada en el parlamento por todos los grupos políticos. Este cambio de política exterior y de defensa, debemos entender que es de Aznar y del Partido Popular exclusivamente, y no de España. Patrimonializa una vez más instituciones que son de todos, siendo instrumentalizadas por Aznar, lo que está provocando un fuerte rechazo social, por ejemplo, del ejército.

Ignasí Guardans, de CIU, califica de irresponsabilidad lo anteriormente expuesto, pues rompe el consenso alcanzado con la mayoría de los partidos de la oposición en política de Defensa, donde Aznar se erige en una especie de monarca absoluto que hace lo que le da la gana con su ejercito.

Luis Mardones, de Coalición Canaria, considera esta política de Aznar como “una deriva edulcorada de la teoría de guerra preventiva de Bush. Se trata de una teoría muy peligrosa y contraria a la legalidad internacional, que entra de lleno en contradicción con la Revisión Estratégica de Defensa”.

En su teoría de defensa, Aznar habla de un ejército español más activo, mejor preparado y con mayores capacidades, para así poder responder a está nueva política exterior, en la que se pretende aparecer como un gran país, sin asumir la realidad española de una potencia económica media. Para conseguir esta mejora del ejército, habla de una mayor inversión en el mismo.

En mi opinión, España debe trabajar por una diplomacia de la paz, que es todo lo contrario del simplismo, el reduccionismo y el empleo de la fuerza unilateral de los Estados Unidos o de Aznar. Entendiendo el fondo del conflicto y sus raíces, buscando todos los elementos que generen confianza y respeten el contexto cultural donde se desarrollan. Por eso, nuestra política de defensa debe estar apoyada en esa política de la paz. El ejército estaría por y para la paz.

¿Es necesaria una mayor inversión en defensa?

Según los presupuestos generales del Estado del 2004, la cantidad destinada para Defensa es de 6.700 millones de euros. Pero estos datos no son reales. Para saber lo que realmente se gasta, hay que seguir los criterios de la OTAN. En estos, deben añadirse el gasto en clases pasivas de origen militar, las partidas de I+D militar, además de otras partidas de organismos autónomos y entes públicos. A estas cifras se deben sumar también el coste de la participación en operaciones de mantenimiento de la paz, que no se presupuesta, aduciendo que son de naturaleza impredecible, por la que depende de decisiones del Gobierno. Estos gastos son elevados, calculándose para este año unos 300 millones de euros, incluyendo el apoyo y participación española en la intervención de Irak.

Los presupuestos Generales del Estado para el 2004, mantienen la tendencia de los últimos años de dedicar casi un tercio de las partidas destinadas a I+D+I a gastos militares. Están presupuestados para investigación y desarrollo, 4.402 millones de euros, de los que el 31,2% irán a defensa. En el mes de septiembre, se ha aprobado un plan de compra de armamento por valor de 4.176 millones de euros, que serán financiados con la venta de terrenos militares ( provocando la especulación inmobiliaria) y con los presupuestos de I+D. En Europa, la media de fondos destinados a investigación militar es del 14,5% sobre el total mientras que aquí estamos en el 31,2%.

Según los datos de la OTAN, el gasto real sería de 8.204 millones de euros, que representan el 1,2% del PIB pero que añadiéndoles otros deslizamientos nos iríamos al 1,3%. Estamos por encima en gasto de defensa de Canadá, y un poco por debajo de Bélgica, Holanda o Alemania. El problema del presupuesto de defensa, es que se gasta mal y con grandes niveles de ineficiencia. El gasto está desequilibrado. El del personal ascendía al 65% del total, en el 2002, con una gran inflación de mandos, que se comen buena parte de él, y con poca tropa como queda reflejado en la escasez de voluntarios, debido entre otras causas a la escasez de su remuneración. Este gasto en personal está muy lejos de otros países como Canadá ( 43%), Holanda( 46%) o los Estados Unidos con un 35%, siendo ejércitos más eficientes.

El reciente proceso de profesionalización de las fuerzas armadas no está sirviendo para reducir el gasto en personal y lograr una estructura más equilibrada. Se gasta sin eficacia y cuanto más se gaste se seguirá en desequilibrio, pues se necesita una reestructuración general de las fuerzas armadas dentro del plan de defensa de la Unión Europea, buscando su racionalización. Desde mi punto de vista, no debería gastarse más, sino lo que se tiene, gastarlo mejor. España no puede permitírselo, pues en el año 2007, desaparecerán los fondos estructurales, con una aportación de 7.000 millones de euros anuales, el 1,2% del PIB. El fuerte déficit de políticas sociales que padecemos, nos alejan de los estándares de la mayoría de los países comunitarios y que se debe de corregir. Junto con los compromisos adquiridos para la educación superior y el espacio de investigación europea, que suponen para el año 2010 llegar al 5% del PIB en I+D y en educación superior.

A estas dificultades económicas para aumentar su gasto de defensa, se añadiría que el papel de España no tendría que estar en la fuerza sino en el diálogo. La política exterior y de defensa sería aconsejable que se basase en una política de paz, en la inteligencia, la comprensión de los fenómenos, el dialogo con los adversarios, la búsqueda de la justicia social y en la capacidad para escuchar y reparar los reclamos de los demás.

Debemos buscar el fortalecimiento de una diplomacia de paz, pues es lo más sensato y donde la mayoría de los españoles estaríamos de acuerdo, en vez de continuar apostando como hace Aznar, Rajoy y el Partido Popular por la lógica de la fuerza y la muerte, la desconfianza y la destrucción mutua.

Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Profesor de Historia.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 21 Noviembre 2003.