Francia – por Edmundo Fayanás

En estos momentos, se está produciendo en Francia un fuerte debate sobre su pasado, presente y futuro, con un componente de lucha política e ideológica entre sectores del liberalismo conservador. La espoleta surge con la posición francesa sobre Irak.

El sector más neoconservador de la mayoría de Jacques Chirac, pone en cuestión la política que está desarrollando éste. Piensan que el presidente francés se ha equivocado en su posición de enfrentamiento a Estados Unidos, que ha puesto en cuestión las bazas que Francia tiene para encabezar la construcción europea.

Para este grupo, las iniciativas empresariales en Francia no pueden desarrollarse, porque la burocracia estatal con cinco millones de funcionarios lo impide, junto con el gran número de impuestos existentes. Para el politólogo Nicolás Baverez, Francia dejó de trabajar en 1980 y desde entonces vive de las rentas, gastando su patrimonio. Para él, la izquierda lo hizo todo mal y los breves gobiernos de la derecha tampoco dejaron huella.

Es clara pues su argumentación, nos encontramos ante una Francia agarrotada por sus servidumbres burocráticas y estatalistas, inflexibles en la reducción del tiempo de trabajo e incapaz de modernizarse y de salirse de su estancamiento, convirtiéndola en el eslabón más débil de Europa.

Esta autodescalificación de Francia, con títulos como el fin de la “grandeur”, es el resultado de la convergencia entre el despecho de una frustrada ambición soberanísta, al contagio del programa de francofobia americana y a la búsqueda de la seguridad a cualquier precio, representada por el IMPERIO, que garantiza, al mismo tiempo, la protección de Israel y la contención del movimiento antijudio que amenaza nuestra existencia, englobados ambos en la permanente lucha antiterrorista.

Baverez considera que la gran conquista social que fue la ley de 1936 sobre las cuarenta horas de trabajo semanal constituyó el error más trágico de la política económica francesa de aquellos años. Si esa ley la considera origen de los actuales males, calculen lo que dice de la semana de 35 horas.

La parte más liberal y neoconservadora del actual gobierno de Raffarin culpa directamente a las 35 horas semanales de que Francia haya incumplido el Pacto de Estabilidad Presupuestaria. La implantación de dicha jornada, ha permitido crear 300.000 empleos nuevos entre 1997/2001, representando exactamente el 18% del total del creado en ese periodo. La realidad muestra que NO hay demandas del mundo empresarial para alargar otra vez la jornada de trabajo. Las empresas que cuentan con más de 200 trabajadores han realizado un costoso esfuerzo de adaptación, el 90% de ellas ya han organizado los ritmos de trabajo, de acuerdo con la norma de las treinta y cinco horas semanales.

Esta critica, está encabezada por aquellos pensadores que se enriquecen dentro del mundo mediático, caracterizados por una americanofilia acritica como Glucksman, Bruckner, Bernard Henry-Levy o Bernard Kouchner, y por el otro lado por los llamados militantes del partido imperialista, todos ellos neoliberales radicales como Jean.Francois Revel, Alaín Madelin o Nicolás Baverez, inflamados y fervorosos defensores de Bush y la guerra de Irak.

¿Qué proponen para volver a Francia a su antiguo esplendor?

Su alternativa consiste en reducir el gasto público, en disminuir la función pública y los funcionarios, en favorecer que en los sectores económicos se produzcan el máximo de desregulaciones y más reestructuraciones industriales, como la vía más segura para aumentar la creación de riqueza. En el ámbito internacional la solución es aún más simple: estricto alineamiento con Estados Unidos en el marco de un euroatlantismo hermético.

Todos estos grupos exigen para Francia proyectos coherentes en la línea de las reformas liberales del gobierno de Thatcher o de la Administración republicana de Reagan en los años 80, o la España de Aznar. Como vemos, el giro a la derecha continua, y que estos hombres nos hablen de modernidad, es puro sarcasmo para cualquier ser inteligente.

Tras esta presentación catastrófica de la realidad francesa, nos debemos preguntar.

¿Qué pasa realmente en Francia?

Francia está sumida en una crisis económica, como otros muchos países, Alemania, Italia, Portugal, Estados Unidos, Japón etc. Su crecimiento económico en el 2002 fue del 1,2% y para este año ronda el crecimiento cero. Su paro se acerca al 10% de la población activa y su déficit público ha sobrepasado por dos años los límites del Pacto de Estabilidad Presupuestaria. Su deuda ronda el 60% del PIB ( parecido al de España).

Son ciertas las tensiones que atraviesan las economías europeas, en especial la alemana, francesa e italiana, debido en parte por las políticas que originan dicho Pacto y a su irrenunciable defensa del modelo social de bienestar junto a los fuertes gastos de defensa.

A pesar de todo ello, Francia es hoy el cuarto exportador mundial y la cuarta potencia económica. En el año 2002, los franceses nos vendieron por valor de 32.000 millones de euros, mientras que nosotros sólo lo hicimos en 23.000. En España hay más de 12.000 empresas españolas que son controladas por capital francés.

Es cierto, que hay problemas económicos en Francia, pero algunos querríamos sus problemas, empezando por los españoles de Aznar. Tienen un modelo social incomparablemente mejor que el nuestro. La cobertura del seguro de enfermedad es mucho más general. La situación de la familia es mucho mejor, con un elevado índice de actividad femenina y su número de guarderías es el doble que las existentes aquí.

Es evidente, que se debe de reformar y modernizar el aparato administrativo del Estado francés y re-equilibrar su presión fiscal. Pero ésto ya lo harán, no tengan duda y Francia seguirá siendo un gran país, ejemplo en muchas cosas para nosotros. Donde se debaten ideas, la democracia es más real, lejos de este desierto que se está convirtiendo España, debido al uniformismo patriótico y tristón de los hombres del Partido Popular.

Qué estos prohombres intelectuales del neoliberalismo y de la derecha rancia francesa y de todo el mundo, en España florecen como las flores, propongan como modelo a seguir el de la Thatcher, de Reagan o de Aznar, no deja de demostrar, como existe una llamada “ilustración analfabeta” que si no fuera porque estas propuestas tienen un coste humano muy negativo para millones de personas, sería para provocar unas carcajadas sonoras, sin embargo aquí se les sigue votando. ¿Hasta cuando?

Edmundo Fayanás Escuer.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 14 Noviembre 2003.