Quien pierde raíces y orígenes pierde identidad, convierte su entorno en un lugar en medio de ninguna parte, algo parecido a lo que durante mucho tiempo ha venido sucediendo en nuestra localidad.
Vemos como muchos de los que se juran y perjuran ser talaveranos hacen de su posición económica y social bien poco para defender su tierra y muy al contrario son los primeros en aprovechar tal posición para el beneficio propio.
Recuerdo desde niño la penosa contemplación de tanto patrimonio abandonado y motivo de especulación, arrasando todo con tal de obtener beneficio propio.
Cuando en muchas zonas se está luchando por devolver al uso de los y las ciudadanas caminos, veredas y pasos por fincas, que hoy en día se encuentran vallados o con puertas, en nuestra comarca es cotidiana la imposibilidad manifiesta de poder pasear por campos y tierras.
Todo esto lo traigo a colación por un asunto que se ha venido tratando de soslayo y que pocos han denunciado, sobre todo porque el mal llamado “interés” general a primado. Este tema ha sido el cordel de las merinas.
Las obras del Hyper (pero mucho antes otras como la ITV o la gasolinera) no han supuesto obstáculo para arrasar con este bien de interés cultural, histórico y ecológico, y en nombre de ese desarrollismo económico y “el todo vale” han acabado con ese espacio. Espacio, por otro lado, protegido por normativas europeas propugnadas por la Declaración de Cork (noviembre del 96) y defendida por la Carta Verde del Espacio Rural Europeo del Consejo de Europa (1995).
Los cordeles, veredas y coladas, que podríamos catalogar como hermanas pequeñas de las Cañadas, forman en su conjunto las Vías Pecuarias. Por ellas se han trasladado el ganado en su trashumancia. En Madrid, por donde pasa la Cañada Real Segoviana se paraliza la ciudad para que una vez al año atraviesen el ganado en su bajada a tierras más cálidas. Esta Cañada llegaba hasta tierras feraces de los valles de Talavera, Guadalupe, Almadén y el Guadalquivir.
Estas vías favorecen la supervivencia de multitud de fauna, puesto que aves como el Sisón, la Avutarda, el Alcaraván, etc… pueden reproducirse sin que el ganado estropee sus nidos. Han servido de pasillos verdes contribuyendo al mantenimiento de la biodiversidad de nuestra península.
En su día el Ayuntamiento informó al Consejo Local de Medio Ambiente de un proyecto de recuperación del Cordel de las Merinas. Papel mojado.
Para terminar, a pesar que el tema da para hablar largo y tendido, me gustaría hacer una pequeña muestra de la magnitud de la Cañadas e indicar, por ejemplo, que la Cañada Real Segoviana tiene una longitud de 500 kilómetros, no siendo la más larga, ya que la Cañada Real Soriana Oriental se aproxima a los 800.
Es fácil comprobar como, una vez más, nos quedamos de espaldas a recuperar parte de nuestra historia, abandonamos partes importantes de nuestro pasado por un supuesto progreso. Progreso directamente proporcional a la cuenta corriente de algún especulador.
su condición de héroe. De hombres que escribían
epopeyas anónimas. De sencillos pastores
que cruzaban montañas con pasos de gigantes.
De ellos descendemos. Parecían de bronce
pero eran de carne, de la materia terca
del dolor y los sueños. Sentían la fatiga,
la sed de los eriales, el hielo de las cumbres,
la ausencia de los suyos. Pero iban alegres
a los pastos de invierno, sin volver la mirada,
la canción en los labios. Después, las noches largas,
los aullidos cercanos, las madrugadas frías
y el rosicler de hembra que tiñe el horizonte
de tibias añoranzas. Otra nueva jornada
para medir la tierra, el corazón, la sangre.
Delante, las ovejas con la cabeza gacha,
las dóciles merinas de cuya lana surgen
catedrales, palacios. Al lado, los mastines
con sus grandes carlancas, vigilantes y fieles
en las lunas de lobo. Encima, el sol, la lluvia,
las noches estrelladas, el cielo prometido,
Y debajo, la tierra, la gravedad oscura
que tira de las piernas sin detener la marcha.
Vivir fue siempre eso: Crecer contra la tierra
que tira de nosotros, crecer como los árboles,
ser trocos que caminan, montañas que resisten.
Seguir, paso tras paso. Pasar, dejar la huella
que pronto será polvo… De polvo nos crearon
igual que a las montañas. Somos polvo que sangra.
Y polvo que se yergue, y polvo que trashuma
a dehesas de sueño con rebaños de humo.
Otros hombres hicieron el camino que hacemos.
nuestra huella se pierde, más el camino queda.
* Página web de senderismo de la sierra de Guadarrama. – http://www.arrakis.es/~azcola/informac.html
Emilio Sales Almazán. Talavera.
Colaborador, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 12 Noviembre 2003.