Trasfondos del gas boliviano – por Pedro Prieto

De vez en cuando, muy de vez en cuando, una vocecita nos advierte que la creciente escasez de recursos energéticos ya cuesta millones de víctimas, pero nosotros todavía tenemos calefacción en invierno y aire acondicionado en verano, gracias a Dios, así que lo que pase a los bolivianos no es un problema para nosotros, parecen decir algunos.

Las reservas estimadas de gas en Bolivia, son de 24 billones en el sistema europeo de notación (trillion en el sistema sajón de notación), según British Petroleum, no de 54 trillones de pies cúbicos, como afirman algunas fuentes, para dar mayor importancia, como si las existentes no la tuvieran por sí mismas. Eso hay que ponerlo en contexto. Es efectivamente muy importante para la riqueza nacional de Bolivia y no deberían dejarse esquilmar, entre otros por empresas españolas codiciosas, pero esas reservas son apenas el 0,4% del total de reservas mundiales existentes hoy y es el consumo de gas del mundo para 100 días, porque el mundo consume 6.700 millones de metros cúbicos diarios.

En cuanto al precio, la Agencia Internacional de la Energía lo cifra en «4.02 Dollars per Thousand Cubic Feet»; así que «1 billion cf» sería un millón de veces más; o sea, unos 4 millones de dólares; Por las mismas, «one trillion» serían unos 4.000 millones de dólares y 24 trillion serían 24 veces esa cantidad; o sea, unos 100.000 millones.

Eso en dólares constantes, pero es posible que sí sean, considerando las alzas que se avecinan, los 150.000 millones de dólares que dicen algunas fuentes nacionalistas que representan sus reservas, e incluso puede que mas. Y lo que les ofrecen, entre 80 y 120 millones de dólares en fideicomiso para educación y salud, es como mucho una centésima parte del botín esperado: una vergüenza nacional. Seguro que los explotadores (buen nombre para los que hacen las prospecciones y extracciones) dirán que les cuesta mucho hacer las perforaciones en la selva y tirar los gasoductos hasta Chile y no andarán muy descaminados, pero se guardarán mucho de decir lo que realmente les cuesta y lo que esperan ganar con la venta.

Pero el interés por el gas natural boliviano es fundamentalmente estadounidense. Para ver en qué situación se encuentran, baste saber que los EE.UU. están ya en el cenit de su producción de gas natural. La producción de gas, así como la de petróleo, tanto sea en pozos individuales, como en campos, como en regiones o en países e incluso a escala mundial, sigue una curva en forma más o menos de campana, aunque en el caso del gas natural, la caída de la producción, esto es, el lado derecho de la campana, suele ser más acusado que el ascenso. Eso es porque todo depósito tiene unas reservas finitas, en un mundo que es finito y el gas natural y el petróleo se formaron en eras geológicas, que se miden en decenas de millones de años y se están consumiendo o quemando en apenas un par de siglos.

Los EE.UU., uno de los países del mundo con más reservas de petróleo y gas natural, fue pionero en estas experiencias de desgaste y agotamiento de sus recursos. Fue el mayor exportador mundial en su época, pero en el año 1970, su producción de petróleo tocó techo y desde entonces está cayendo inexorablemente por el lado derecho de la curva en forma de campana y hoy se encuentra con el 80% de todas las reservas probadas ya consumidas. En estos momentos, los EE.UU. importan más del 60% de su consumo nacional de petróleo. Dado que sus reservas nacionales se extinguen a pasos acelerados, cada año deben importar entre un 4 y un 6% más de petróleo que el anterior, para mantener sus sistemas económico, industrial y productivo en movimiento.

Siendo el 4,6% de la población del planeta, consumen el 25% del petróleo mundial. Y ni todo su gigantesco potencial financiero, ni siquiera el enorme potencial tecnológico de la primera potencia del mundo, ha podido evitar que se produzca ese declive de sus recursos nacionales. Es el resultado de consumir, de forma desenfrenada, reservas limitadas y finitas.

El petróleo que se consume hoy en el mundo, ronda los 27.000 millones de barriles. Una cantidad que si se pone en perspectiva, sería el que pasaría por una tubería de dos metros de diámetro, si la viscosidad del petróleo lo permitiese…¡a unos 140 Km/h, las 24 horas del día y los 365 días del año!

Por eso, no es de extrañar que se hayan apoderado de Irak y busquen desesperadamente el control de Oriente Medio, en el que están presentes militarmente en Arabia Saudita, Kuwait y Emiratos Árabes. Sólo les queda por invadir Irán, dentro de los cinco países del golfo Pérsico que acumulan el 65,4% de todas las reservas mundiales de petróleo y que tienen los campos con más perspectivas de durar antes de agotarse, dadas sus vastas reservas. De los más de 40 principales países productores de petróleo del mundo, más de 24 ya han pasado el cenit máximo de producción y tienen sus producciones en un inevitable e inexorable declive. Entre ellos se encuentra Rusia, el Reino Unido y Noruega, que son casi todo el petróleo que produce Europa, desde el Mar del norte, Venezuela, desde luego los propios EE.UU. y otros muchos importantes.

En cuanto al gas natural, que tanta sangre empieza a costar en Bolivia, su consumo actual es de unos 2,5 billones (europeos, de 1012) de metros cúbicos al año. Al ritmo de consumo actual (que ningún ministro de economía que se precie pretende dejar en ese nivel y que todos tienden a aumentar lo más que puedan), British Petroleum calcula que quedan apenas reservas probadas en el planeta Tierra para 60 años.

Pero el problema no está en saber cuando se agotarán unas reservas necesariamente limitadas y necesariamente finitas, sino el momento en que éstas llegarán al CENIT de su producción para caer, inexorablemente, por la parte derecha de la curva de campana. Y ese momento, para el planeta está a unos 20 años, según algunas fuentes, pero hay muchos países que ya han sobrepasado el fatídico punto, ente ellos, los EE.UU. enorme devorador de este precioso gas.

Los EE.UU. consumen hoy unos 667.000 millones de metros cúbicos de gas, un 26% del total mundial, de los que 108.000 millones ya son importados de Canadá, vía gasoductos que también está en proceso de declive de sus pozos y otros 6.000 millones los importa con buques cisterna que lo llevan licuado en sus bodegas a temperaturas de unos 250 º C bajo cero. Esto da una idea de la dificultad y el enorme coste, tanto en precio, como el coste energético, de traer gas de sitios lejanos a través del mar, cuando no hay posibilidad de hacerlo por gasoductos. De todo el gas con que se comercia en el mundo entre países, cuatro partes son entre países vecinos por gasoducto y una parte por buques cisterna, con el gas licuado.

Los EE.UU. son tan voraces, que si sólo consumieran gas boliviano, se comerían sus reservas completas en tan solo un año de consumo. Importando ya un 16% del gas que consumen, los EE.UU. se han dado cuenta de que se enfrentan a varios gigantescos problemas:

1. Están llegando a su propio e inminente cenit de producción y disminuirán su producción más a cada año que pase, de forma inexorable. De hecho, desde el año 1994, en que había unos 285.000 pozos perforados, hasta el año 2000, se perforaron, en busca desesperada de gas, más de 40.000 nuevos pozos, sin conseguir aumentar la producción y apenas consiguiendo mantenerla.

2. Siguen insistiendo, con su modelo económico de crecimiento infinito, en aumentar su actividad económica, y por tanto, su consumo. Un crecimiento del 3% anual, dado que es acumulativo, hace que la actividad económica y por tanto el consumo de energía se duplique cada cuarto de siglo. El problema se agrava, porque como todo país avanzado, quiere disminuir sus emisiones de gas, sin reducir su consumo y la alternativa que han planteado, es la de construir casi todas las centrales de producción eléctrica nuevas, basadas en el gas, ya que contamina menos que el carbón y el petróleo y por tanto, han disparado en los últimos años, aún más, el consumo de un bien que sabían se estaba agotando. Esto es especialmente dramático en el Estado de California, el de legislación medioambiental más severa, que no mira más que en ese aspecto y no en el conjunto de las implicaciones.

3. Al tener a su mayor proveedor del exterior, Canadá, con sus reservas también agotándose y disminuyendo su producción cada año (y necesitándolas, para calentar los hogares de uno de los países más fríos del planeta y con las casas más grandes), su dependencia del exterior aumentará exponencialmente, a partir de ahora.

4. Algunos expertos estadounidenses señalan con preocupación que las necesidades de gas importado serán enormes y que no existen países fronterizos con reservas suficientes que hagan posible la construcción de gasoductos para servir esas necesidades siempre crecientes. La solución, para ellos, claro, no sería la de reducir su consumo, porque eso ni se piensa; es una herejía para el mundo industrial y capitalista. Así creen que habría que construir ANUALMENTE al menos cuatro nuevos puertos gigantes cada año que pasa, como el único que ahora existe en la costa Atlántica de los EE.UU., para acoger buques cisterna con gas licuado que tendría que venir por mar desde grandes distancias, como por ejemplo, el gas boliviano (que habían previsto saliese por tierra hacia Chile, pero luego embarcase en los mencionados buques, con destino a los EE.UU.) Y por supuesto, otros cuatro puertos en los puntos de origen. Y por supuesto, los gigantescos, costosísimos y muy técnicamente complejos buques cisterna. Una tarea que muchos juzgan inabarcable y otros muchos juzgan empieza a no merecer la pena, no solo desde el punto de vista de la ecuación económica o dineraria, sino desde el punto de vista de la ecuación puramente física y de balance energético. Los rendimientos empiezan a ser decrecientes, porque las bolsas de gas disponibles, son cada vez más pequeñas y se encuentran en lugares más remotos y los ciudadanos que las poseen, se resisten cada vez más a ser expoliados de sus últimos recursos. Eso implica no solo mayor coste de dinero, ya que el dinero se puede imprimir y es infinito, sino sobre todo, mayores costes energéticos por cada vez menos energía obtenida.

No obstante lo anterior, parece que los EE.UU. están decididos a seguir en una huida hacia delante en procura del gas que tienen previsto quemar a toda costa y a costa de los demás.

Está por ver si los demás se dejan esquilmar de una forma tan descarada. Lo que es seguro es que los EE.UU. están solapando, cada vez con más descaro, la geografía del terror y del terrorismo, con la geografía de los que poseen los recursos energéticos, por la gracia de Dios y de la geología.

Pedro Prieto. Madrid
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona. 11 Noviembre 2003.