Es el continente más desconocido del mundo. Sus países no responden a criterios de razas, tribus, etc., sino que sus fronteras fueron trazadas con tiralíneas sobre mapas no muy detallados. La inmensa mayoría provienen del proceso de descolonización llevado en África, a mediados del siglo XX.
No existiendo unas clases medias consistentes y con unos Estados muy débiles. Podríamos llamar que las naciones africanas se encuentran en un periodo preestatal. Los Estados no están consolidados y no dan una mínima seguridad a sus habitantes, sus sistemas sanitarios, educativos son escasos no cumpliendo unos mínimos estándares de servicios.
África es el continente donde las desigualdades sociales son más ostensibles, donde el derecho a la vida apenas tiene algún valor, las hambrunas son frecuentes y la expansión de epidemias son continuas: sida, malaria, etc. Así, por ejemplo, las mujeres africanas tienen un 175% más de posibilidades de morir en el parto que las del mundo desarrollado. En general, la probabilidad de que una mujer muera en el parto es de una por cada dieciséis. Es un gran continente con una situación desesperada, posee grandes riquezas que son esquilmadas de forma salvaje por las grandes potencias y por las multinacionales agrícolas y petroleras. Posee elementos culturales sorprendentes para el mundo occidental.
África padece una falta de atención de sus problemas por parte de la comunidad internacional. Se han permitido genocidios, millones de muertos en diversos conflictos y caos en muchos países. La miseria individual y colectiva hace que exista en África una esperanza media de vida de 47 años. El hambre sigue siendo una realidad palpable. La solución a estas hambrunas cíclicas pasan por Gobiernos africano serios y honestos, que dejen de depender de manera continua de la caridad, de campañas de los medios de comunicación o de la compasión de donantes.
Los sistemas sanitarios son escasos y se encuentran al borde del colapso, mostrándose incapaces para detener la rápida difusión de enfermedades, como el sida (30 millones de afectados africanos), malaria, etc. La mejora del sistema sanitario africano pasa por desarrollar y ampliar las capacidades económicas de estos países, con un apoyo generalizado a través del saneamiento de sus haciendas, la condonación de su deuda pública que los ahoga y estrangula su desarrollo. Favoreciendo el desarrollo de políticas adecuadas para la salud y el compromiso de los países desarrollados para no venderles armas.
Todas estas catástrofes, que estamos viendo actualmente en el continente africano pueden cambiar. Esto es debido a que las potencias occidentales y fundamentalmente Estados Unidos, se plantean controlar sus fuentes energéticas y de minerales, cuyas capacidades actuales de África son ilimitadas, para lo cual necesitan estabilizar la situación política, social y económica de la región.
¿Qué ha pasado para este cambio?
Estados Unidos ya no confía su abastecimiento al Golfo Pérsico, debido a los importantes problemas de estabilidad política y social de Arabia Saudí, Irán, el propio Irak y que tardarán años en resolverse.
Ante esta inseguridad, Estados Unidos ha puesto sus ojos en el Golfo de Guinea. Paul Wihbey, asesor de la Casa Blanca en estrategias energéticas y seguridad nacional, ha elaborado un plan que propone una política de integración de las prioridades energéticas, la seguridad y desarrollo de la región. El plan resalta la importancia de las ayudas humanitarias y el establecimiento de bases militares. También, en este contexto debe entenderse las soluciones que se están dando al problema del Sahara español.
En esta situación, hay que enmarcar el viaje que hace poco realizó el presidente norteamericano George Bush al continente africano.
El Golfo de Guinea posee unas enormes reservas de petróleo, valoradas en más de 80.000 millones de barriles. Nigeria, Guinea Ecuatorial, Camerún, Gabón y Angola, producen ya cinco millones de barriles diarios. Se está trabajando para que en el año 2010, se llegué a los 8,2 millones de barriles.
Actualmente Estados Unidos importa un 15% de su petróleo del África Subsahariana, cantidad comparable a la que compra a Arabia Saudí. El Consejo Nacional de Inteligencia cree que llegará al 25 % en el 2015, más que todo el golfo Pérsico.
El oro negro africano es de gran calidad y fácil de transportar, al estar todas las explotaciones en el mar, lejos de conflictos. La excepción es Chad, donde las compañías norteamericanas Exxon Mobile y Chevron-Texaco, están construyendo un oleoducto de 1070 kms. de longitud, con un coste de 3700 millones de dólares y que transportará unos 250.000 barriles diarios. Este proyecto ha extendido el sida, la prostitución y la especulación mafiosa del empleo temporal que genera. Siendo irrisorio el número de puestos de trabajo estable que genera. Produciéndose un fuerte proceso de deforestación y de contaminación de los acuíferos de la zona. Este proyecto está comprometiendo el sistema de vida, el equilibrio social de las etnias como la bantú y los pigmeos bagyeli.
El presidente del Chad, Idriss Deby confirmó recientemente que utilizó 4,5 millones de dólares de fondos asignados al oleoducto para la adquisición de armas.
El mayor atractivo de África radica en la ilimitada capacidad de extracción, a diferencia de los países miembros de la OPEP, lo que incidirá en los flujos y precios del crudo mundial, debilitando a está organización, haciendo que sus precios dependan de lo que deseen pagar los países occidentales.
Estos proyectos petrolíferos representan un riesgo para el desarrollo de la región, a no ser que se elabore un plan que garantice el justo reparto de la riqueza por una parte y por otro se obligue a las empresas a revelar los pagos en conceptos de comisiones a los gobiernos.
Estados Unidos prevee estabilizar políticamente esta región africana y fomentar su desarrollo económico, para crear las condiciones necesarias para las inversiones, calculadas en más de 50.000 millones de dólares hasta el 2010.
Al mismo tiempo, Bush intenta que los africanos, acepten los alimentos transgénicos que los europeos nos negamos a consumir. Serían las multinacionales norteamericanas agrarias como Monsanto las grandes beneficiarias de estas ventas, que haría todavía más dependiente a los africanos de la tecnología norteamericana. Pero estos productos transgénicos no servirían para solucionar el problema de las endémicas hambrunas, añadiendo a ello los grandes problemas para la salud que pueden suponer estos productos.
Una vez más, vemos como las grandes potencias occidentales vuelven la vista a África no para solucionar los graves problemas en que está sumergido este continente, sino que van a expoliar sus riquezas, sin tener en cuenta el medio ambiente, a las personas a sus formas de vida, su cultura. Vamos a asistir al capitalismo salvaje, sin ningún tipo de control por parte de las multinacionales de la globalización, presentándonos su cara más oscura. Esperemos que los africanos sepan reaccionar y que el mundo occidental sepa parar este expolio y se trabaje por un África digna.
Edmundo Fayanás Escuer.
Profesor de Historia.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 7 Noviembre 2003.