La resistencia triunfará – por Jamal Halawa

La aceleración de los acontecimientos en Oriente Próximo desde el fracaso de la cumbre tripartita de Camp David entre Arafat, Barak y Clinton en julio del año 2000 y que condujo a la inevitable rebelión del pueblo palestino contra la continuidad de la ocupación, usurpación y delincuencia estatal de los sucesivos gobiernos sionistas de Israel, nos devuelve una vez más, a la realidad de la política en el sentido más amplio de la palabra. Entre la política mal hecha, la política construida sobre frágiles cimientos, la política basada en la injusticia y en definitiva, y como les gusta llamarlo a los reformistas del capitalismo, entre La Real-Politic y las políticas sensatas que ha de aplicarse en esta zona del mundo. Dicha velocidad con que suceden las cosas en esta sufrida parte del mundo, no debe cegarnos ante el orden cronológico en que ocurren y sus causas de base, de otro modo, estaremos condenados permanentemente a errar en el análisis político y en el posterior tratamiento de los problemas que de ello deriven. La izquierda palestina en su día (Septiembre de 1993) cuando se firmaron los acuerdos de Oslo, preveía el fracaso en que iban a concluir unos acuerdos fraguados fuera de todo consenso nacional, al margen de las instituciones democráticas palestinas y donde las cuestiones esenciales de las legítimas demandas nacionales del pueblo palestino, quedaban postergadas para un futurible acuerdo final. Dichas demandas, recogidas en más de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, a lo largo de 55 años y que nunca han sido respetadas ni cumplidas por Israel, tocan en lo más hondo el núcleo del proyecto sionista en Palestina y su sueño de crear un estado nacional étnicamente judío. Por lo tanto, Camp David fracasa, no porque Arafat no quiso dejarse convencer o ceder ante el presidente norteamericano cuando le habló de La Real –Politic, de pragmatismo político o del valor que tiene que tener un líder político en un momento histórico concreto, sino porque sabe muy bien, que no puede ni tiene derecho ni legitimidad alguna a renunciar a los derechos nacionales básicos del pueblo palestino.

La creación de un estado palestino independiente cuya capital sería Jerusalén, la retirada del ejercito israelí de los territorios palestinos ocupados en 1967 (Cisjordania y Gaza) y que representan el 22% de la Palestina histórica, el desmantelamiento de todos los asentamientos y retirada de todos los colonos de dichos territorios, el derecho al retorno a sus ciudades y aldeas de todos los refugiados, expulsados y exiliados palestinos (unos 4.5 millones). Todas estas demandas legítimas y recogidas en diferentes resoluciones de la ONU, chocan frontalmente con el proyecto sionista de crear un estado nacional de mayoría judía, por lo que la estrategia de la limpieza étnica que practicaron en Palestina desde los tiempos del mandato británico, resultó ser una herramienta necesaria para conseguir tal objetivo y su continuidad y perpetuidad son imprescindibles.

La política israelí contra el pueblo palestino de hecho, apenas ha cambiado desde entonces. Expropiación ilegal de terrenos, construcción de asentamientos sobre ellos, que a su vez, son utilizados como base logística para abastecer a los delincuentes comandos de su ejército, el cual ejecuta permanentes incursiones en poblaciones y aldeas palestinas en una continúa política de acoso, horror y terror contra los civiles. Recuerdo con nitidez, las historias de matanzas contra la población civil palestina, que perpetraban las bandas sionistas y que me contaban los mayores cuando yo era niño. Hoy, difiere muy poco esta política del terror ejercida desde el estado por los sionistas y cuyo objetivo final es, (los palestinos hoy en día lo tenemos muy claro): La eliminación sistemática y gradual de la “identidad nacional Palestina” de toda Palestina y sustituirla (a través de la instalación sistemática y gradual de emigrantes judíos llegados de todo el planeta) por una supuesta “identidad nacional judía”. Esto es el verdadero obstáculo que ha impedido e impide la consecución de cualquier acuerdo de paz en la zona, es la causa de las diferentes guerras en todo Oriente Próximo a lo largo de los últimos 55 años y hasta ahora, la inestabilidad y la inseguridad mundiales y la perdida de millones de vidas humanas. Quien no quiere ver estas realidades, o ignora la historia del conflicto de Oriente Próximo, o es falto de honestidad.

Cuando en Camp David Arafat no acepta renunciar a nuestros derechos nacionales más básicos, y por los que murieron cientos de miles de palestinos a lo largo del conflicto y desde 1919, Clinton y Barak trataron de intimidarle amenazándole con graves consecuencias para su pueblo, y al estilo de la vieja mafia siciliana, dos meses después, todos vimos como el gobierno de Barak da permiso al matón de Sharon (que rodeado de tres mil policías como guardaespaldas), para hacer la visita provocativa a la explanada de la mezquita de Al-Aqsa en un momento histórico de extremada tensión y ebullición populares, y como frente a la protesta de los jóvenes palestinos que lanzaban piedras contra los policías, estos responden con fuego real matando a ocho de ellos. Solo en la primera semana, cayeron muertos más de cien civiles palestinos, entre ellos Muhammad Edurrah, el niño que fue asesinado a sangre fría por los soldados israelíes, cuando trataba de encontrar refugio en el regazo de su padre.

Un año después, fueron los ataques del 11 de septiembre en EEUU, la agresión contra Afganistán y su parcial invasión, la formación del trío trági-cómico de las Azores y el comienzo de la guerra “madre de todas las mentiras” contra Irak y las consecuencias que ésta, sigue provocando en la estabilidad y equilibrio mundiales.

Difícilmente se puede separar esta espiral de violencia, con el fracaso de la cumbre de Camp David y el estallido de la segunda intifada Palestina. Irak fue el principal sostén de la resistencia palestina y lo sigue siendo, la resistencia del heroico pueblo iraquí da aliento y moral a los palestinos. En una alianza sin precedentes entre el sionismo (entre los que se ubican algunos social-demócratas europeos), la extrema derecha europea y norteamericana y los sectores más reaccionarios de la iglesia en EEUU, tomaron la decisión de redibujar bajo el pretexto de la “guerra contra el terrorismo” que ellos mismos provocan, el mapa actual de la ética, del derecho internacional, de la historia y de la decencia política. Carentes de todo ello, pretenden dar lecciones de democracia a los demás, tratando de instaurarla a la fuerza en Irak con recetas ajenas totalmente al sentido común, e ignorando la demanda de participación ciudadana de los propios iraquíes. Por el otro lado, deslegitiman al presidente Palestino Yaser Arafat, elegido democráticamente por el pueblo palestino en 1996 en unas elecciones supervisadas por observadores internacionales, le confinan en la Muqataa y bajo permanente amenaza de expulsión y asesinato.

¿Es esa la democracia que quieren instaurar en Irak? ¿Fue así como se hizo la transición en España? Y lo que es más importante ¿Cuántos millones de seres humanos más, han de morir en Oriente Próximo hasta que el proyecto sionista se vea realizado, y su guerra de liberación nacional (como ellos la llaman) concluida? Y a los mercenarios de la política en Europa y en EEUU, que venden sus voluntades políticas al sionismo ¿De verdad creéis que el fuego que provocáis jamás os alcanzará?

Jamal Halawa. Olias del Rey. Toledo.
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Toledo. 5 Noviembre 2003.