“No quería olvidar; olvidar es convertir en cenizas la parte más larga de tu vida, porque el olvido llega cuando casi ya no vives. Olvidar es un despilfarro, es quedarte sin nada, con las manos vacías y la mente vacía”. (Juana Doña. Gente de Abajo).
No dejo de pensar que la modestia y el silencio de que hacemos gala las mujeres, lleva a los hombres a obviar y, por lo tanto, a desmerecer la lucha y los méritos de las mujeres.
“Cárcel de Ventas. Símbolo de todas las cárceles de mujeres de este país. De ella sacaron el mayor número de mujeres para ser ejecutadas. (…) Cárcel de Ventas. Su capacidad era para quinientas presas. Hacinaron a catorce mil. Todas torturadas, rapadas, humilladas, cientos de ellas violadas. El hacinamiento les abocaba a los parásitos y la sarna. (…) En cada pueblo y ciudad había prisiones de mujeres. Todas fueron maltratadas y medidas con la misma vara que nuestros presos hermanos. Sólo que ellos no fueron violados. Ni en sus brazos murieron sus pequeños hijos: comidos por el hambre… (“los parásitos y la sarna”). (…) Las torturas y los largos años de prisión los sufrieron con la misma fortaleza y dignidad que los hombres. ¿Por qué las mujeres somos aun silenciadas? ¿Y los avances de la democracia? Todavía somos un valor cero. (…) Abramos los ojos, pues si no siempre seremos tuertos.” (Los parásitos y la sarna, Juana Doña).
Recuerdo que hace ya algunos años, estaba en Madrid explorando las estanterías de la Librería de Mujeres, que andan siempre plagadas de libros por descubrir y en los que zambullirse, cuando encontré un pequeño tesoro. El libro se llamaba “Desde la noche y la niebla” (mujeres en las cárceles franquistas) y había sido escrito por una tal Juana Doña. Aquel libro me descubrió el infierno de la dictadura, la represión, los fusilamientos sumarísimos. Lo devoré. Era una ventana abierta al olvido premeditado, una ventana que reconstruía las cenizas de las mentiras, el dolor de las gentes que lucharon por la libertad y la democracia de este país.
El manuscrito me incitó a la búsqueda de la escritora, necesitaba conocer a la persona que lo había escrito, no sabía porqué, pero mi curiosidad por hablar con ella me desbordaba. Después de algunas indagaciones puede contactar con Juana. Al otro lado del teléfono, una voz dulce y joven me contestó. Yo sabía que no era una jovencita, pero era como si todos esos años de cárcel (18 en las prisiones más inmundas… Segovia, Guadalajara, Alcalá…), le hubiesen detenido la vida. Una voz que sobrecogía cuando hablando de las cosas más dolorosas se mostraba firme y clara.
Lo mejor para conocer a una persona que incitaba tantas preguntas y que podía conocer tantas respuestas era organizar una charla, y así lo hicimos. Fijamos una fecha y fuimos a recogerla a su casa. Sin lugar a dudas ha sido uno de mis viajes a Madrid más emocionantes y divertidos.
“Se contaban epopeyas de las cárceles masculinas y las heroicidades de sus protagonistas, se rompía el cerco de la censura y en la más negra clandestinidad se divulgaban acciones y sufrimientos protagonizados por los luchadores-hombres. Rara vez se hablaba o escribía sobre las heroicidades de las luchadoras-mujeres. (…) Se puede contar con los dedos de las manos, lo que fuera y dentro del país se ha impreso para denunciar y poner al desnudo las iniquidades que las mujeres han sufrido y sufren en las cárceles de nuestra geografía. A las mujeres se les ha dedicado unas líneas apenas, en este río de volúmenes que se ha escrito sobre la guerra civil y la resistencia en nuestro país”. (Juana Doña. Desde la noche y la niebla).
Juana Doña, 16 de julio de 1961. Prisión de Mujeres de Alcalá.
En aquella charla descubrimos que la novela que yo había leído era algo más que una memoria del olvido, era una reivindicación de la lucha de las mujeres contra el franquismo y buscaba situar a todas estas anónimas y valientes mujeres en las páginas de la historia que el miedo y las mentiras de la dictadura les fue negando.
“Y hoy que casi todo parece vergonzante, quiero simbolizar en ellos a los millones de entregas calladas, porque son el patrimonio de todos los que siguen luchando por un mundo más humano”. (Juana Doña. Gente de Abajo).
Rescató los baúles del dolor de cientos de mujeres y les puso nombre a las luchadoras, contó sus vidas a través de una novela dolorosa y difícil, porque implicaba revivir unos años ignominiosos.
“Por ultimo quiero aclarar, que este relato es un testimonio de mujeres, pero no feminista. De haberlo escrito hoy, hubiese profundizado más en las raíces de por qué la mujer en todos los tiempos y circunstancias lleva la peor parte, hubiese reflejado que hay toda una gama de atrocidades y de opresiones que se ejercen sobre la mujer, por el solo hecho de serlo”. (Juana Doña. Desde la noche y la niebla).
El manuscrito lo escribió en 1967, en su casa, en las servilletas de los bares, todo era útil para rescribir los recuerdos según le afloraban y dar estructura a todas aquellas vidas rotas. Recuerdo que decía con su infinita modestia que “en su época fue un best-seller”.
«Yo era comunista y pensaba que el comunismo lo representaba todo; nunca había pensado en el feminismo. Estuve en una reunión de las feministas, me traje material que leí con mucho interés. Ahí me di cuenta de que yo no estaba emancipada, que sí tenía una ideología revolucionaria. Descubrí que a mí me faltaba una pierna; con el feminismo ya estaba segura, firme. Yo soy comunista y feminista. Y de ahí hice una organización, que se llamaba Movimiento por la Liberación e Igualdad de la Mujer y una revista feminista, ‘Sal’, de cuya dirección participé nueve años«. (Juana Doña, declaraciones a Mundo Obrero)
Juana Doña tuvo una trayectoria militante y comprometida, fue miembro de Comité Central del Partido Comunista de España. Su lucha durante la Guerra Civil y posteriormente en la Guerrilla del Llano le valió la condena de pena de muerte (fue la última mujer condenada en España a la pena capital de 1947). Se la conmutaron por 30 años de cárcel. Militó en el sindicato Comisiones Obreras en la clandestinidad y cuando fue legalizado. Desde 1977 colaboraba con Mundo Obrero.
«Nos metieron en trenes de ganado para trasladarnos del campo de concentración. Y ahí los niños se murieron porque los dejaron a pleno sol. Unos guardias civiles se acercaron y dijeron: «¡Cómo huele esto!» Y les dijimos: «Porque hay mierda y dos niñas muertas». Y entonces las madres tuvieron que dejar a las niñas muertas en el andén y entrar otra vez al vagón para llevarlas presas a Madrid.» (Juana Doña, declaraciones en un documental para la televisión catalana).
Nunca dejó de mirar la vida y de luchar contra las injusticias, esgrimió la pluma para denunciarlas e intentó se siempre un altavoz contra el olvido.
El día que la conocí me explico que todavía tenía que escribir otro libro, un libro sobre su compañero, sobre su amor, sobre sus pérdidas, sobre la traición y lo que la guerra le robó de por vida. Me decía que era muy doloroso escribir sobre él, que se le partía el corazón, que era una herida que nunca había dejado de sangrar. Abría y cerraba la carpeta una y otra vez y las fuerzas se le mermaban. Pero ese libro era una deuda personal para con Eugenio Mesón (Genio), el amor de su vida.
“Todo fue grande, colectivo de héroes y verdugos. Envolvente para la mayoría de la humanidad. Aquí aparece un expediente que se singularizó, por el valor real de su testimonio, por la verdad aclaratoria del final de nuestra guerra” (Juana Doña. Querido Eugenio).
Querido Eugenio, es una larga e intensa carta de amor como contestación a la ultima carta que Genio le escribió estando en capilla en julio de 1941, antes de ser fusilado y después de un juicio cargado de mentiras y falsedades. Es una declaración de amor incondicional más allá de las frías paredes del tiempo. Un libro necesario para la memoria y para la dignidad de los comunistas que fueron asesinados en el genocidio que se perpetró en España una vez acabada la Guerra Civil.
“Gracias a vosotros por ver, sentir y luchar. Y gracias porque aquella noche será imborrable mientras vivamos. Yo también te amaré en esa `eternidad de la nada´. Y me despido de ti porque de alguna manera morí contigo. Aún conservo aquellos besos fríos que te di en aquella caja de pino”. (Juana Doña. Querido Eugenio).
Cuando acabé de leer el libro, a principios del mes de septiembre, la llamé por teléfono para decirle lo conmovedor que era. Ella con esa serenidad tan característica, esa voz firme y dulce me dijo: “Si está gustando mucho el libro, me está llamando mucha gente para decírmelo”. Le comenté que era como si hubiese completado una trilogía. Ella me respondió que “sí de alguna manera es así”. Seguimos hablando, y no se cómo, me confesó “Mar me estoy muriendo. Me han diagnosticado un cáncer, me queda muy poco tiempo y me voy a Barcelona con mi hijo”. Me quedé impactada. Me dio por pensar que la vida, una vez que había cumplido su promesa para con Eugenio, le había dado licencia para descansar.
“Hay gentes que dicen sentir sólo el futuro, que el pasado ya se fue. No es verdad, estamos hechos del pasado, el futuro es impredecible, nunca sabes si tendrás futuro”. (Juana Doña. Querido Eugenio).
El día 18 de octubre, la muerte había hecho dos reservas, la otra fue para Manuel Vázquez Montalbán, que había prologado su último libro y que la definía como “la segunda dama del movimiento comunista español», después de Pasionaria.
“Falta mucho para que cambie el mundo, y yo me moriré sin verlo, pero con la idea de que cambiará. Pensar de otra manera sería reconocer que toda mi vida ha fracasado”. (Juana Doña. El Mundo. 3 de marzo de 2002).
Tal vez el destino haya querido que sea Manuel quien prologue la novela que Eugenio y Juana terminarán de escribir ahora, donde quiera que se encuentren.
“Adiós mi amor a ver si te encuentro entre las estrellas”. (Juana Doña. Querido Eugenio).
Francisco Frutos y Juan Doña, en la presentación de su último libro «Querido Eugenio».
– Mariano Asenjo (IU al Día)
Bibliografía imprescindible:
– Mujer (1977)
– Desde la noche y la niebla (mujeres en las cárceles franquistas). Juana Doña Jiménez. Novela-testimonio. Prologo de Alfonso Sastre. Madrid. La Torre, 1978.
– Gente de abajo (no me arrepiento de nada). Juana Doña Jiménez. Prólogo Manuel Vázquez Montalbán. Madrid. A-Z Ediciones y Publicaciones, 1992.
– Querido Eugenio (una carta de amor al otro lado del tiempo). Juana Doña Jiménez. Prólogo de Manuel Vázquez Montalbán. Barcelona. Lumen, 2003.
Mar Molina. Toledo. 29 Octubre 2003.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital.