en la historia. El sol me enseña que la historia no es todo»
A. Camus en El revés y el Derecho.
Nos abruman las amenazas, las cuchilladas en los estadios, las palizas a inmigrantes, las bandas extorsionadoras, la violencia doméstica, los accidentes laborales, violaciones, asesinatos y una amplia gama de abusos. Ante tamaño panorama quedan ridiculizadas las soluciones superficiales o politiquerías al uso. ¿Dónde se esconde la auténtica solución?
Gran parte de nuestras actividades persiguen la identificación de ESQUEMAS y MODELOS de funcionamiento. Unas veces descubiertos en las actuaciones de otras personas, contemporáneas, antecesores históricos, incluyendo también hechos mitológicos sin contrastación objetiva. En otras ocasiones, más bien pocas, la estructura conseguida fue a través de una elaboración personal.
De forma curiosa, cuando adquirimos una de esas estrategias y asumimos su forma de actuar ¿nos ponemos en acción? No suele ocurrir con demasiada perseverancia. Y no me parece mal del todo, por cuanto uno se adocena fácilmente; entra en la rutina y las aportaciones personales tienden a ausentarse. A este respecto tiene Nietzsche muchas citas provocadoras.
Además, nos van pringando con demasiadas ideologías encorsetadas, por acá, por entrepinos, por tierra, mar y aire. Esto nos conduce a una deambulación a ras de suelo que nos convierte en una masa dócil y blanda. Yo digo untuosa, algo más intrincada. No se trata sólo de incapacidad para reaccionar, realmente la inutilidad es mayor de lo que parece, llegamos a no distinguir las características de la realidad que nos rodea. Todo se aposenta en un conglomerado amorfo y verrucoso.
¿Cómo eludir ese sino deprimente? ¿Son verosímiles las escapatorias? ¿Nos quedamos con el único recurso de la resignación?
Las respuestas y de forma especial las evasiones apuntadas, adquieren formatos peculiares. ¿Estamos anhelando esquemas? Van a surgir de todas las categorías. Voy a esbozar alguna de las que atisbo todos los días en mis entornos, eso sin prejuicios de otros muchos comportamientos que no cite en esta ocasión.
Iniciemos el repaso con los SOBRADOS. Ególatras, como si fueran campeones de fórmula, lo más esplendorosos posible, abrumadores hasta el agobio. Más que pensamiento son acción. ¿Para qué pensar si todo es ya tan espléndido? Tienen sus momentos bajos en los que se relaja semejante prepotencia. ¿Reflexión acaso? ¡Quiá! Apenas una neurona al aire para fantasear un poco. ¿Dudas sobre la rama del estudio a la que arrimarse? ¡Tampoco, tampoco! Como tigres exterminadores, organizadores cesáreos, coleccionistas de grandes piezas de arte, de caza o de lo que sea.
Podemos citar a los SALTARINES. Para superar las coordenadas terrestres intentan saltar, elevarse sobre lo rutinario. Pero no pasan del salto del gato, pocas veces y de escasa duración. Otros saltos se parecen más al del gallo, estentóreo, irregular y sin dirección especial. Quedan alicortos en cuanto a una aspiraciones meritorias. No quedan demasiadas dudas sobre su escaso potencial de superación, no satisfacen requerimientos exigentes.
Ya puestos a volar, se puede uno lanzar como los ÁNGELES, etéreos y simbólicos. Aquí circularíamos por cotas diferentes, ¿demasiado elevadas? No está mal como quimera, provocación o estímulo. Ahora bien, como la fuerza de la gravedad existe, el aterrizaje puede ser forzoso y estrepitoso. Nos falla la puesta de los pies en el suelo, inevitable para los humanos.
Necesitamos convertirnos en SERES ALADOS. No tan rudimentarios como el caballo Pegaso con sus alas ridículas, pero sí convendrían unas pinceladas de superación. Y al decir pinceladas, se trata de actos personales y sumar la mayor cantidad de ellos. Nos lo han hecho ver multitud de pensadores y gentes inquietas. Uno de ellos Albert Camus. Hemos de aprender a pensar y tomar actitudes por nosotros mismos. A ver si de una vez dejamos el gregarismo anestésico y nefasto.
La suma por docenas de insensatos no conduce a nada bueno. Se requiere un buen aprendizaje para volar y así conseguir buenos elementos básicos capaces de enriquecer la suma. De lo contrario despues de mucho sumar, el total apenas pasa de cero. Cuando se trate de elementos valiosos, la suma se convertirá en auténtica aeronave repleta de posibilidades.
Hoy en día, no es que los indolentes ya no sirvan o sean desdeñables, que lo son. Es que permiten la imposición nada conveniente de actitudes perversas. Y eso se aprecia en democracia, juntas de padres, asociaciones diversas o cualquier agrupación. Dejan el camino libre a los indeseables.
Paso a paso, núcleo a núcleo, por ósmosis si hace falta, hay que contagiar un sentido vivo, auténtico, inquieto, perspicaz y ansioso de un conocimiento superador de las miserias de todo tipo que nos salpican hasta los ojos. No nos tienen que solucionar, o cambiamos los componentes de los grupos sociales de actitud o estamos perdidos. Es necesario parar un poco y volar, para ver desde arriba lo que pasa.
Hay que aprender de los VUELOS MAJESTUOSOS, como el buitre leonado, el águila real y similares, con capacidad de alejarse de las bajezas y a la vez sin perder de vista el cuidado de sus crías, la alimentación o los peligros acechantes. ¿Cómo pueden alcanzar las personas esos equilibrios? Es cuestión de cada uno, no podemos delegar estos asuntos y … tener aspiraciones razonadas. Entre deambular y volar hemos de alcanzar el equilibrio indispensable.
Rafael Pérez Ortolá. Vitoria.
Colaborador, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona. 12 Octubre 2003.