El presidente del gobierno español, José María Aznar, ha declarado que las bombas y lo demás que está estallando en Iraq es terrorismo y no resistencia. Exactamente lo mismo que dicen el señor W. Bush y su pandilla.
Todos ellos se aprovechan de las ignorancia tan extendida entre las nuevas generaciones, ignorancia que el “American way of life” globalizado (TV y noticieros manipulados, películas de propaganda, millones de dólares defendiendo los intereses del grupo y de sus apoyos extranjeros, etc.) contribuye a mantener, en un noventa y cinco por ciento, a base de mentiras.
Por ejemplo, no conviene a don Ariel Sharon que la humanidad recuerde cuando el Irgún y la Haganáh, recien terminada la Segunda Guerra Mundial, luchaban en Palestina contra los ingleses, que la tenían como “protectorado”, y contra los árabes, cuya era esa tierra. Los atentados, las bombas, los ataques guerrilleros, los asesinatos selectivos, todo eso era lo cotidiano y no nos cansaremos de recordar la voladura por la Irgún del Hotel Rey David, que contenía al cuartel general inglés, y la destrucción de Deir Yassin, donde murieron muchos civiles árabes, incluyendo mujeres y niños. Reconozco que en aquel tiempo todas mis simpatías, a pesar de sus métodos, estaban con esos valientes judíos que luchaban por una patria. Tenían razón en eso, mas no en quitarle la suya a otros. Uno de los más activos terroristas (¿o resistentes?) llegó a primer ministro, Menahem Beguín. Y nadie pretendió expulsarle de Israel por terrorista.
Los europeos fueron invadidos y ocupados por el ejército nazi entre 1939 y 1945.Y en todos los países, hasta en los más pequeños como Holanda o Dinamarca, no sólo murieron ciudadanos durante los combates de la invasión, sino que el ejército alemán de ocupación siguió asesinándolos o deportándolos, a unos por su religión judía y a otros por su resistencia contra el ocupante, aunque fuese simple propaganda. Por eso fue creciendo una resistencia que en unos casos enviaba información militar a Lóndres o en otros ponía bombas en las vías de ferrocarril, asesinaba colaboracionistas y sorprendía y atacaba a los soldados alemanes. Y todo esto, muy especialmente en Francia, le fue utilísimo al ejército de Estados Unidos durante la invasión de Normandía el 6 de junio de 1944. ¿Era terrorismo o era resistencia?
En estos tiempos dos países pequeños y con escasa capacidad defensiva (Afganistán e Iraq) han sido atacados e invadidos arbitrariamente por la soberana voluntad del jefe del Imperio, y sus habitantes no sólo murieron por millares durante el ataque y la invasión, sino que siguen siendo asesinados por las tropas de ocupación, algo muy parecido a lo que sucedió en la Europa ocupada por los nazis.
Los más elementales principios de justicia han sido violados y pisoteados. Ahora no se persigue a nadie en Estados Unidos y Europa por su religión judía, ahora se persigue a muchos por su religión islámica y en su propio país.
Ahora bien, si el derecho nacional e internacional no cuenta, si los derechos humanos sólo se respetan en el Imperio mundial cuando el emperador graciosamente lo concede, si varios países le obedecen y secundan en sus mismos abusos, ¿de qué sirvió la Segunda Guerra Mundial, de qué sirven los principios, de qué las proclamaciones de derechos humanos, de qué la Organización de las Naciones Unidas? No se puede pedir a ningún pueblo que soporte invasiones y tropas de ocupación al capricho de un emperador extranjero y llamar terrorismo a la resistencia.
Juan Miguel de Mora.
Profesor de Indología en la UNAM (Universidad Nacional de México), y ex combatiente en la Guerra Civil española con las Brigadas Internacionales.
Colaboración.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 20 Septiembre 2003.