El Aznarato de Aznar – por Edmundo Fayanás

Cuando se está terminando la segunda legislatura del gobierno de José María Aznar, es hora de hacer un balance de sus casi ocho años de gobierno. Este análisis pretende hacer una radiografía, aunque sea sucinta de los aspectos económicos, políticos y sociales de su gestión.

Dos puntos generales habría que valorar desde el principio como cuestiones generales.

El primero es, que se deben diferenciar perfectamente las dos legislaturas. Mientras que en la primera, dependía del apoyo de otros grupos políticos al estar en minoría, fue rica en consensos y en acuerdos, pudiéndose calificar como una etapa fructífera en general. Sin embargo, la segunda legislatura con la mayoría absoluta ha sido una contraposición de la primera, imponiéndose los rasgos más conservadores de su programa, con muchos tics que nos recuerdan a la época negra del franquismo.

El segundo punto a analizar es sus creencias fundamentalistas neoconservadoras en todos los aspectos que ha tocado. El peligro de este fundamentalismo de Aznar radica en su terror irracional al cambio, al pluralismo y a la diferencia. Se cree poseedor absoluto de la verdad, lo que le lleva a la sensación de inseguridad y a luchar por todos los medios a su alcance contra ellos. Como dice Unamuno “verdaderamente los más convencidos suelen ser los más tolerantes. La intransigencia proviene de la barbarie, la falta de educación o de la soberbia, no de firmeza de fe”.

Análisis económico

Es conocido el dicho de Aznar “España va bien”. Tres serían los grandes logros económicos que nos presentan. Un crecimiento económico sostenido y siempre superior al de la Unión Europea; una reducción muy importante del empleo y el famoso déficit cero que significa que las cuentas públicas están cuadradas. Si tenemos en cuenta las cifras, que es lo que hacen casi todas las cadenas de información, la situación es excelente. Pero si las analizamos y desmenuzamos, no son tan brillantes y nos presentan un porvenir con muchas sombras.

En cuanto al crecimiento económico, es verdad que el crecimiento español es mayor que el conjunto de la Unión Europea, pero si quitamos la aportación de ésta (unos siete mil millones de euros anuales, que suponen el 1,1% de nuestro PIB anual) veríamos que no es tanto el logro que se hace.

Respecto a la reducción del paro, también ha habido logros en la disminución del desempleo, pero los índices de precariedad han aumentado de forma importante, existiendo unos tres millones de puestos de trabajo en continua rotación, con lo que significa de inseguridad para los trabajadores. Son puestos mal pagados y se impide el logro de mejoras competitivas. La precariedad laboral en España es tres veces más que la media de la Unión Europea y con una tendencia cada vez más alejada. Son conocidos y no publicitados los llamamientos de la Unión Europea al gobierno de Aznar para que solucione este grave problema.

Respecto al denominado “déficit cero” es una muestra más del fundamentalismo de Aznar. Si desapareciera la llamada contabilidad creativa, que también manejan los hombres del Partido Popular, estaríamos hablando de un déficit real entre el 1 y 1,5% del PIB. Este fundamentalismo económico está llevando a un deterioro ostensible de los servicios públicos y a carecer de financiación que sirva para aumentar nuestra competitividad.

Aznar siempre nos habla de esta maravillosa economía española, pero nunca de sus abundantes e inquietantes problemas, como es la redistribución de la riqueza, ni de la perdida de competitividad de nuestra economía, ni de la falta de inversión en I+D, ni que España está a seis puntos por debajo de los índices de ocupación laboral respecto de la Unión Europea, ni de la falta de inversión en información, ni en Internet etc.

Nos habla de las reformas fiscales, pero no analiza las consecuencias de las mismas, porque son escandalosas. Se ha favorecido a las clases pudientes y se ha perjudicado claramente a las clases bajas.

Llevamos varios años con cuadros macroeconómicos que deben ser revisados continuamente por los errores de bulto que contienen. Pero estos, ni se explican ni se cuantifican, cuando es evidente que existen. Para el Ministerio de Economía ( Rodrigo Rato) los cuadros macroeconómicos son una mera diversión numérica, un carnaval de cifras intercambiables sin conexión con la realidad. Como ejemplo, valga que con un crecimiento del 3% del PIB daba lugar a una creación de empleo determinado, ahora que se revisa a la baja el PIB al 2,3%, se sigue creando el mismo empleo. En el año 2002, se preveía un crecimiento del 3% del PIB pero solo se consiguió al 2%, los datos de creación de empleo seguían siendo los mismos. Como se puede comprobar, la política económica de Aznar es milagrosa. Sería recomendable que sus cuadros macroeconómicos fueran una asignatura obligatoria en las facultades de Economía.

Análisis político

Si el ámbito económico, es muy cuestionado, el ámbito de la política cabe definirlo como claramente catastrófico. Sólo recordar sus actuaciones en el tema de la guerra de Iraq, Prestige, Yakolev 42, donde el oscurantismo, medias verdades, mentiras y las negativas a la creación de comisiones de investigación, hacen de la democracia española una caricatura.

Aznar siempre habla de la honestidad de su gobierno. Dejen que lo ponga en duda. Los niveles de corrupción económica en España van a peor, como queda reflejado en los índices europeos, ocupando uno de los últimos puestos de la UE. A todo ello hay que añadir, la desaparición o neutralización de la Fiscalía Anticorrupción o de organismos de control interno que nos permiten ver los casos tan bochornosos como el de Madrid y Marbella. No se tardarán en ver aspectos poco claros, como los contratos del AVE Madrid-Barcelona, con el pago de comisiones económicas debidas a favores políticos, o por ejemplo las últimas OPAS en el sector inmobiliario, por medio de grupos italianos afines a Berlusconi y que han contado con el apoyo desde el poder.

Nunca en España se había oscurecido tanto la figura del Rey como institución, pareciendo que estábamos en un régimen presidencialista, en vez de monárquico.

Nadie había hecho un uso tan partidista de la Constitución de 1978 como Aznar. Con una apropiación sectaria de las instituciones que emanan de ella. Esto se ha traducido de manera automática, en alimento de los que están en contra del sistema y que han adoptado entre otras, las formas independentistas.

Esta depredadora labor del gobierno de Aznar, está teniendo un efecto devastador en la sociedad española, de consecuencias difícilmente evaluables actualmente. Esta actitud de posesión absoluta ha ido avanzando como una espiral cada vez más insolente, más sin complejos, en todas las esferas del Estado. Desde los órganos rectores de la justicia, al Parlamento, pasando por la fiscalía, los medios de comunicación pública y hasta las fuerzas armadas.

Aznar pues, ha logrado hacer cada vez más suyas las instituciones emanadas de la Constitución, pero con el inmenso coste de que sean cada vez menos de todos los españoles.

Nunca se había asistido a la descalificación, al exabrupto, al insulto como arma política ante cualquier propuesta que no sea suya. Nos recuerda al franquismo, del que por cierto provienen y añoran.

Resultado de la mentalidad ultramontana de Aznar, de su creciente fundamentalismo y sectarismo, crece el número de españoles que nos sentimos expulsados de las instituciones. Crece el número de quienes prefiriendo la nación, a cualquier nación, observan con progresivo desasosiego que las instituciones ciudadanas, sus instituciones se pueblan de símbolos grandilocuentes y lenguaje de origen neoimperial. Creciendo el número de españoles que ven el estado actual de la Constitución de 1978 como una sarcástica caricatura.

En cuanto a la estructuración del Estado, se ha generado una gran frustración, puesto que Aznar se ha negado a cualquier reforma que parecía conveniente a amplios sectores políticos con la finalidad de culminar la configuración política de las comunidades autónomas y en consecuencia la eficacia del sistema.

No se ha solucionado la participación de las comunidades autónomas en las decisiones de España como miembro de la Unión Europea. La institucionalización de las relaciones autonómicas de colaboración. La reforma del Senado, para permitir a las comunidades la participación en la legislación y en las grandes decisiones del Estado que les afectan.

A todo ello, hay que unir que en esta última legislatura se han elaborado una serie de leyes y reglamentos de corte claramente centralista, especialmente en materia educativa, que ponen en cuestión todo el sistema autonómico.

La forma de combatir a los nacionalismos periféricos, independientemente de cómo sea éste, se hace a través de exabruptos, descalificaciones y lo que es más grave con el surgimiento de un neonacionalismo español de consecuencias incalculables. La nefasta actuación de Aznar, está teniendo un efecto desolador en el tejido social y político de España.

El Parlamento está en una degradación absoluta, donde su única función es la de ratificar las decisiones de Aznar. La oposición política es continuamente ninguneada y amenazada con el “Y tú más” como justificación política y que supone la desvertebración moral de la sociedad española.

Estamos asistiendo impávidos al reparto del pastel entre la vieja derecha nacionalcatólica liderada por Aznar y su séquito en lo civil; y el arzobispo Rouco Varela y el suyo en lo religioso temporal.

Análisis social

La sociedad española ve que se está produciendo un cambio social importante. Las desigualdades sociales, según Aznar, deben ser solucionadas desde la llamada caridad cristiana y no como un deber que el Estado debe subsanar, debido a las deficiencias que el sistema económico capitalista genera en la sociedad.

De ahí, cada vez la menor importancia que para su gobierno tiene la política social. En sus largos siete últimos años de gestión, los fondos públicos destinados a la atención social ha descendido un 16%, alejándonos de los estándares sociales europeos. Esa es la realidad y no la que nos vende el Partido Popular y sus grupos mediáticos.

Cada vez adquieren mayor protagonismo en este gobierno de Aznar, entidades como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo, que van impregnando continuamente la gestión de este gobierno con sus ribetes más neoconservadores.

Ejemplo palpable de esto, es la llamada “ley de calidad educativa”, que al contrario de lo que su nombre indica, sirve para retrotraernos a la antigua ley general de educación de 1970, pieza clave del franquismo. Con esta ley lo que se pretende es favorecer a la enseñanza privada, fundamentalmente religiosa, y perjudicar a la educación pública. El debate con la asignatura de Religión es más de lo mismo.

Otros aspectos reseñables, son su conservadurismo en el papel de la mujer o en el tratamiento de los movimientos feministas, de homosexuales, lesbianas. Grupos que son considerados como la escoria de la humanidad.

En el tema de las libertades, planteada la falsa dicotomía, libertad-seguridad, su elección es clara, la seguridad. Donde se ha producido una involución de nuestras libertades que produce asombro por el descaro del recorte de nuestros derechos y por la pasividad con que la ciudadanía les ha dejado hacer.

La política que Aznar está practicando nos recuerda a la democracia con voto pero sin voz. El ejemplo más palpable ha sido su actuación en el tema de la guerra de Iraq.

Como podrán ver, mi percepción de la gestión de Aznar es muy critica. Si queremos que la democracia española recobre un mínimo de dignidad y de futuro, pasa con urgencia por la salida del poder del Partido Popular y que lleguen otros políticos que la regeneren y esterilicen de todos los malos vicios que ha ido cogiendo durantes estos años.

Parece que los españoles se conforman con la libertad de costumbres y el bajo interés de las hipotecas, estando más cerca de las posiciones pueblerinas del “dame pan y llámame tonto” que de convicciones genuinamente democráticas.

Es muy desalentador la actitud de miles de españoles que no entienden la gravedad del problema democrático que tenemos. A mi modo de entender, la democracia y la libertad no se improvisan y en cambio el caciquismo y el nacional-catolicismo llevan años y siglos bien asentados en las mentes de los españoles.

La democracia no es un regalo que nos han concedido, ni la libertad un título de renta fija. Son una conquista que todos los españoles debemos ganarnos día a día. Triste legado es el que nos deja Aznar.

Edmundo Fayanás Escuer
Profesor de Historia.
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital

Incorporación – Redacción. Barcelona. 8 Septiembre 2003