Grandilocuencias de ocultación – por Rafael Pérez Ortolá

Inicialmente se trataba de una ligera impresión, después todo se aclara; mas aún, va la cosa a mayores y puede cambiar el pensamiento de las personas. De no espabilar, a veces se alcanzan atragantamientos agudos al pronunciar ciertos vocablos. Se trata de las PALABRAS GRANDES y su perversa utilización para embaucarnos a diario.

Nos entretienen con disyuntivas esferolíticas, con tendencia a desdeñar los intereses de cada persona. Nos embaucan con palabrería, como a León Felipe. El ya llegó a saber todos los cuentos y a este paso, nosotros vamos a saber todas las tretas.

Una de las más utilizadas reside en el binomio globalización-antiglobalización. Aquí se va al todo o nada, ninguna bagatela. Nos avasalla un conjunto perverso, siendo la contestación también global, se responde a todo a la vez. De esa manera nos mantienen ocupados y no piamos en las cuestiones más cercanas a cada individuo. Familia, trabajo, educación… no gozan de grandes debates. Quedan marginados, cuando no silenciados, esos núcleos tan vitales.

Otro gran tema oscila en torno a la comunicación. Grandes frases, un despliegue casi infinito y muchas teorías sobre su significado. Eso está bien. La perversidad radica en un olvido imperdonable, cotidiano y nefasto. No se valora su repercusión en las pequeñas colectividades, familias o sujetos. De tan ocupados discutiendo en torno a los medios de comunicación, apenas hay intervenciones sobre los requerimientos informativos que debiéramos exigir. Muchos datos no equivalen a su adecuación, asimilación, ni tan siquiera a su simple percepción.

¿Qué pasa con las Religiones? Desde luego abundan las definiciones ampulosas y tediosos análisis. Y aún puede resultar peor, llegan a ser esgrimidas como armas disgregadoras o incluso de guerra. ¡Cuántas referencias! Atascados ya con tantos libros e intervenciones no damos abasto. ¿Dónde queda la sencillez inicial del sentir religioso? Y dónde las actuaciones consecuentes con esos esquemas mentales. Esta segunda parte queda muy al márgen del proceso social.

La enumeración plantea cuestiones similares a cada paso. Doctrinas economicistas, pluralismo de unos pocos, ayuda al Tercer Mundo que no les llega, educación y tantas más. El dinamismo social habitual fluye por caminos muy similares, huyendo de los planteamientos para ámbitos muy reducidos y, sobre todo, ¿Quién piensa en abrir posibilidades a cada persona? Piensan a la inversa, las personas adaptables para el plan general.

Estos comportamientos abocan a la consolidación de un trípode nefasto:
1. Nos tienen ocupados.
2. Callados y
3. Receptivos, sometidos a las orientaciones de los grandes poderes. ¡No piense Vd.!, ya tenemos quién lo haga y organice sus actividades. Estas tres patas reducen considerablemente la fuerza vital de todos nosotros, llegamos a niveles sólo biológicos y los pensamientos ya no tienen trazas de considerarse como componentes de esas esencias vitales.

Y es que desmenuzar cada una de esas palabras resulta muy trabajoso. ¿Contar con los planteamientos de cada quién? ¡Lo que nos faltaba! Hay palabras con tendencia a desaparecer y una de ellas es participación ¿Eso qué será? Ni nos la piden, ni la exigimos.

Solemos escudarnos en la tendencia de los tiempos. No digo que falten impedimentos, los hay y a veces difíciles de soslayar. Las comodidades, la avalancha informativa, la ignorancia, entre otros. Con estas tendencias siempre girará la noria en una dirección. ¿Ha de ser así? ¿No hay resquicio para la reacción? Si vamos con ese talante sólo nos queda agarrarnos al carro más grande y formar parte de la masa como partículas inertes.

La levedad del ser expresada por Milan Kundera es un hecho. La pequeñez y los matices resultan enriquecedores, cargan de valor a la vida humana.

Cuando hablamos de comunidades, medios de comunicación, políticos o cualquier otro tipo de grandilocuencias, libertad, igualdad, etc., etc., resultan tan absorbentes que por su propia iniciativa reventarían. Eso les suele convertir en unos entes insaciables. Esos si que son ogros brutos que debiéran asustarnos.

De ahí nace un requerimiento permanente, revalorizar lo particular, eso que está adherido a cada persona, pequeños grupos o comunidades. Menudencias por el tamaño, pero semillas potentes dada su capacidad regenerativa. Y esos gérmenes junto a los demás, esa es su grandeza.

Una condición, no deben transformarse esas semillas en mastodontes insaciables, las palabras sencillas referidas a las pequeñas realidades debieran recuperar su sentido. Nunca debemos dejarnos robar las cosas pequeñas de nuestras vidas.

Rafael Pérez Ortolá. Vitoria.
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 24 Agosto 2003