Ciudadanos de uniforme – por César Jara

El ministro de Defensa, Federico Trillo, no da una a derechas (aunque sea un político del PP). Las últimas semanas, la decisión del presidente Aznar de enviar tropas españolas a Iraq, en una misión de gran riesgo para la vida de nuestros militares, en loor de una supuesta participación en la “guerra global contra el terrorismo”

(…) del mandatario estadounidense, George Bush, para quedar bien con el amo del imperio y pasar a la historia como integrante del llamado triunvirato de las Azores, están suponiendo para Trillo toda una serie de acontecimientos que le amargan la vida y su carrera política.

Hace pocos días, la despedida oficial de las primeras unidades que partían hacia el país machacado y ocupado por la maquinaria de guerra yanqui, se convirtió , en cada una de las bases militares de donde partían, en una nueva ocasión de protesta abierta por parte de una mayoría de los familiares de los profesionales de uniforme, que no entienden por qué sus seres queridos han de jugarse la vida en una misión en la cual España no ha de ganar nada, sino más bien perder mucho.

Y llueve sobre mojado, pues unos días antes, con motivo de la llegada a la base de Rota del primer contingente militar que había sido enviado a Iraq hace un par de meses, ya se produjo una gran manifestación de protesta y repulsa, con pancartas y gritos en contra de la guerra y el Gobierno, por parte de un amplio sector de las familias que habían sido convocadas a un acto oficial que, se pretendía, tranquilo y de “foto”.

A este clima de malestar y cabreo abierto en el seno de la institución castrense española no es ajeno el terrible accidente del avión de transporte de tropas que se estrelló en suelo turco, y que costó la vida a sesenta y dos militares profesionales, dando origen al nacimiento de una reivindicativa asociación de familiares de las víctimas, que persigue al ministro y exige responsabilidades entre los altos mandos que contrataron esos vuelos, vuelos que habían siso objeto de denuncias por las malas condiciones.

Las contradicciones, las mentiras y los intentos de ocultar la cruda realidad de una auténtica y negligente chapuza en la contratación de este tipo de vuelos, debería haber llevado, hace más de un mes y medios ya, a la dimisión o cese de toda la cúpula de mando del estado mayor de la Defensa y del propio Trillo. Incapaces de explicar cómo es posible que España haya de recurrir a aviones en malas condiciones y a tripulaciones peores, pagando un dineral por ello, para trasladar a nuestras tropas hacia y desde Iraq o Afganistán. Pero más allá de esto, el malestar existente dentro de amplios sectores del personal de las fuerzas armadas y sus familias es debido, no al hecho de tener que participar en misiones internacionales, sino en acciones de apoyo político-militar a decisiones del gran amo Bush que la inmensa mayoría de la sociedad española repudia. El gobierno de Estados Unidos necesita camuflar su ocupación injusta e ilegal de Iraq con la llegada de pequeños contingentes militares de países amigos y aliados (léase alienados) y gobiernos como el de España se apresuran a complacer al que manda en el planeta.

Lo curioso de esta situación es que, frente a etapas pasadas hace unos cuantos años, en el comienzo de la transición democrática, cuando el llamado “ruido de sables” era algo casi diario y atemorizaba la acción política de aquel entonces, es ahora un movimiento de protesta y reivindicación de quienes, ciudadanos de uniforme, exigen se respeten sus derechos como a cualquier otro funcionario o asalariado del país. Algo ha cambiado, para bien, dentro de las nuevas fuerzas armadas profesionales. Lo de “a sus órdenes” ya no está de moda.

Y puestos a meter la pata, alguno de los listillos generales al servicio de Trillo no ha tenido mejor idea que, en un alarde de patético patriotismo trasnochado, diseñar un distintivo para nuestra heroica brigada basado en la mítica cruz de Santiago, apóstol matamoros, para que los militares españoles desplegados en esa zona de Iraq presa del fervor chiíta confraternicen mejor con la población local. ¿Quién será esa mente iluminada en el Ministerio de Defensa?

Claro que si Trillo no se da cuenta, le querían colar como jefe de la brigada al general Villegas, pendiente de un procesamiento judicial por el caso Vinuesa, la muerte por negligencias graves, y ocultadas durante años, de un joven teniente en un ejercicio militar. Su padre, el coronel Arturo Vinuesa, lleva doce años peleando porque se haga justicia y paguen con la cárcel esos mandos ineptos que ahora ocupan altas responsabilidades en las fuerzas armadas.

¡A saber si alguno de ellos tiene algo que ver también con los aviones-chatarra que se estrellan en Turquía!

Desde luego, lo que está claro es que, a medio plazo, es imparable el movimiento asociativo y reivindicativo dentro de los ejércitos, proceso muy similar al que está viviendo, en los últimos años, la Guardia Civil.

Los ciudadanos de uniforme, sobre todo si se juegan la vida por motivos poco claros, comienzan a hacerse oír ante los políticos de turno en el Gobierno.
¡Cosas de la democracia, mal que le pese a alguno!

Ahora la pregunta es: ¿Qué pasará, cómo reaccionará la sociedad cuando comiencen a llegar los primeros féretros de soldados españoles enviados a Iraq?

César Jara. Valencia. 24 Julio 2003
Equipo de Redactores, El Inconformista Digital