R. D. del Congo: Occidente envía ¿Fuerzas Armadas de paz? – por José García Botía

Los que somos admiradores de Gandhi y pensamos que la no-violencia es hoy día el mejor camino que pueden seguir las naciones para obtener una paz real, más de una vez nos han preguntado cómo se podía enfrentar la humanidad ante un genocida como Hitler, sabiendo el exterminio que estaba haciendo con el pueblo judío, si no era militarmente. ¿Qué alternativa propone la no-violencia? ¿Haberse dejado matar por los nazis?

Pues bien, hoy día nos enfrentamos ante un caso similar en la República Democrática del Congo (R.D.C.). La situación en Ituri, al este de la R.D.C. es extremadamente grave, límite. Se corre el riesgo de que miles y miles de personas mueran como consecuencia de una guerra cruel y sangrienta en un breve plazo de tiempo. Quienes tenemos contactos directos con amigos, asociaciones, organizaciones de derechos humanos, misioneros… presentes en la zona, a lo largo de su extenso este, o simplemente en el Congo, vemos como no dejan de suplicarnos y pedirnos auxilio diariamente. En el este del Congo el pueblo dice ya no poder aguantar más sufrimiento. Nos comunican que ya no les quedan lágrimas para llorar más hijos, familiares, amigos o vecinos muertos. Aldeas enteras son quemadas. Los militares de uno u otro bando roban continuamente la comida y todo lo que tenga algún valor. La gente ya no cultiva pues las cosechas se las quedan los diferentes bandos armados. El acoso es continuo. La situación de salir huyendo a donde sea; frecuente. Los asesinatos, las matanzas en masa, las violaciones a las mujeres… Las muertes por hambre, por enfermedades derivadas de la malnutrición o que podrían haber sido curadas fácilmente con medicinas, se cuentan por miles. La gente dice que ya no puede más. Son ya casi 5 años en esta situación y el pueblo teme que finalmente los maten a todos ante la pasividad de la Comunidad Internacional. Se preguntan por qué ante la guerra de Irak los movimientos sociales de todo el mundo se manifestaron tan ampliamente en contra, y sin embargo ante la guerra que ellos sufren sólo hay silencio y desconocimiento. Si la gente se manifestaba para evitar una matanza del pueblo iraquí ¿por qué no hace lo mismo por el pueblo congoleño? Nosotros llevamos ya 3’5 millones de muertos ¿Acaso no son ya suficientes? La guerra de Irak era por el control del petróleo. ¿Acaso la nuestra no es por el control de las inmensas riquezas mineras que hay bajo nuestro suelo?

Numerosos testimonios nos reiteran que ya no pueden más y nos piden que presionemos donde haga falta para que la “Comunidad Internacional” envíe un ejército de pacificación a la zona para terminar con este infierno. Y ahora, a principios de junio, la Unión Europea ha decidido enviar “tropas de pacificación” a la zona. Desde una postura de la no-violencia ¿se está a favor o en contra del envío de estas tropas? He de reconocer personalmente que no tengo propuesta alternativa a ello. ¿Permitir que se lleguen a los 5 ó 10 millones de muertos? Si las cosas siguen tal como van es lo más probable.

Si embargo tampoco quedo tranquilo diciendo un sí a las “fuerzas armadas de paz”. Mi impresión es como si la “Comunidad Internacional” hubiera estado mirando desde el principio el incendio y hubiera esperado a que las llamas se apoderaran totalmente de la casa para empezar a actuar.

En agosto de 1998 Uganda, Ruanda y Burundi invaden el este de la R.D.C. Las atrocidades cometidas por los ejércitos invasores y sus respectivos grupos locales aliados pronto empiezan a denunciarse. La otra actividad de estas tropas es el saqueo de los recursos naturales del Congo, en donde destacan por su gran valor y abundancia el oro, el diamante y el coltán. Estos minerales, usurpados al país invadido, son exportados y blanqueados a través de importantes redes de poder. La ONU decide enviar un “Grupo de Expertos” para que evalúe la situación en la R.D.C. Hasta la fecha este Grupo ha emitido tres informes: el 12 de abril de 2001 el S/2001/357; el 13 de noviembre de 2001 el S/2001/1072; y el 16 de octubre de 2002 el S/2002/1146 (todos ellos disponibles en castellano en la página web de la ONU: – http://www.un.org/spanish/). En estos informes queda totalmente claro que esta guerra se mantiene gracias a que todos los grupos armados se dedican con afán al saqueo de estos y otros recursos naturales. Uganda y Ruanda se convierten en importantes exportadores de oro, diamantes y coltán, aún cuando en su suelo no hay alguno de estos minerales o lo hay a nivel menor. En estos informes, además, se elaboran propuestas para acabar con la guerra, propuestas no bélicas y lo que es más importante, propuestas que están en relación con las causas del conflicto. Entre muchas otras:

– Que el Consejo de Seguridad de la ONU decretara un embargo temporal sobre la importación y exportación de coltán, niobio, pirocloro, casiterita, madera, oro y diamantes de/a Ruanda, Uganda y Burundi, sancionando tanto a los países como a las empresas que incumplieran con el embargo.

– La congelación de los activos financieros de los movimientos rebeldes (aliados de los países invasores) y sus líderes, y de las empresas y personas que participen en la explotación ilegal de los recursos naturales de la R.D.C. (y los informes proporcionan un listado amplio y documentado de estas empresas).

– Que el Consejo de Seguridad decretara un embargo inmediato sobre el armamento y material militar proporcionado a los grupos rebeldes y que se estudiara la posibilidad de ampliarlo a los Estados que apoyen o ayuden a dichos grupos.

– Que el Consejo de Seguridad suspendiera toda cooperación militar con los Estados cuyas fuerzas militares estén presentes en la R.D.C. atentando contra su soberanía.

– Que se deje de sostener la balanza de pagos de los países de la región que intervienen en la explotación ilegal.

– Que el Banco Mundial y el FMI. consideren la posibilidad de retirar su apoyo a los presupuestos de estos países.

– Que se estableciera un proceso de certificación de origen del diamante.

– Que el Consejo de Seguridad estableciera un mecanismo internacional encargado de investigar y procesar a las personas y empresas culpables de delitos económicos.

– Que se creara un órgano independiente encargado de investigar el tráfico ilícito de los recursos naturales en los conflictos armados.

– Que los gobiernos de los países de los individuos y empresas implicadas en la explotación ilegal de los recursos naturales de la R.D.C. regulen y sancionen a estos traficantes ilegales.

Estas medidas, propuestas hace ya tiempo, de haber sido tomadas correctamente podrían haber acabado con la guerra a medio plazo, posiblemente ya. Además habrían evitado que importantes redes internacionales de corrupción siguieran participando y enriqueciéndose en el largo y variado camino por el que transitan ilegalmente estos minerales hasta llegar a los países occidentales. El último de los tres informes citados anteriormente estudia este tránsito y menciona un amplio número de personas, organizaciones y empresas que participan en él.

Los gobiernos de los países de la “sociedad del bienestar” simplemente han dejado que sus empresas participen en este tráfico ilegal y red de corrupción, pues siempre sale más barata la mercancía procedente de un robo que la comprada adecuadamente. Por otra parte ¿qué habría ocurrido de decretarse el embargo propuesto por el grupo de Expertos de la ONU que habría afectado entre otros al coltán? Aunque hubiera sido una baza importante para la paz, presenta una dificultad: las mayores reservas mundiales (¿del 70% al 80%?) de este mineral están precisamente en el este del Congo, y su demanda ha aumentado muchísimo en los últimos años debido a que el tántalo presente en él es necesario para la fabricación de teléfonos móviles (entre otros artículos de la industria microelectrónica) ¿Cómo habría afectado al mercado de la telefonía móvil el que se cortara de repente el grifo del coltán del Congo?

La impresión que tienen los congoleños es que la “Comunidad Internacional” hasta ahora ha valorado por encima los intereses de las multinacionales sobre sus propias vidas. El problema es que las riquezas mineras son de abundancia extrema (oro, diamantes) y muchas de alto valor estratégico (coltán, germanio, europio, casiterita, niobio) y hay tanto empresas norteamericanas como europeas directamente implicadas, y siendo esto así ¿cómo puede el Consejo de Seguridad de la ONU ponerse de acuerdo en aprobar una resolución que pudiera servir para acabar con la guerra de la R. D. del Congo?

Así pues, la situación en el este del Congo es humanitariamente hablando de gravedad extrema, pero ¿por qué se ha esperado a llegar a esta situación cuando había medios para haber acabado con ella antes? ¿Por qué se habla ahora del envío de tropas como única solución y no se habla de las anteriores medidas propuestas por los Grupos de Expertos? ¿Qué pasa con las redes implicadas en el tráfico ilegal? ¿Y con las multinacionales europeas, africanas, asiáticas y norteamericanas implicadas? Si las medidas a adoptar sólo consisten en enviar soldados, aunque pacifiquen la zona, olerá extraño. Por lo pronto el Presidente de Ruanda ha proclamado que los soldados que envíe Francia serán considerados como enemigos por sus tropas (en recuerdo de la operación turquesa con los refugiados hutus en el este del antiguo Zaire en 1994).

José García Botía.
Miembro del Comité de Solidaridad con el África Negra – http://www.umoya.org

Colaboración, El Inconformista Digital.-

Incorporación – Redacción. Barcelona. 6 Julio 2003