La Historia más contada de Centroamérica

Esta es la historia de los “mojados”, hombres, mujeres y niños que emigran de forma ilegal a Estados Unidos en busca de una vida mejor o, en muchos casos, una vida, que en sus lugares de origen les resulta imposible tener.

Los “espaldas mojadas” o, como se les llama en Centroamérica, “mojados”, reciben su nombre de los primeros tiempos de la emigración a Estados Unidos, cuando la entrada al país se hacía a nado por el río Bravo. Actualmente las rutas han cambiado debido a las patrullas de vigilancia, haciéndose en su mayoría a través del desierto. La frontera con Arizona y Texas es muy grande y tiene un mayor número de lo que se conoce como “puntos ciegos”; como por ejemplo Hermosillo, un pueblo que supone la puerta de entrada a través del desierto de Nogales, uno de los mas transitados en la actualidad.

La historia podría comenzar en La Unión, La Libertad, Soroguara, San Cristóbal… Es la historia de un largo viaje de difícil retorno, de duración indeterminada, con cientos de riesgos y dificultades, un pasaje “de lujo” en autobuses malolientes, en pick ups, furgonetas atestadas, y a pie; con estancias en habitaciones o pasillos de hoteles y posadas de tercera, compartidas con otros veinte o treinta viajeros, y noches al raso por caminos rodeados de selva o desierto.

El punto de partida se sitúa en Nicaragua, Honduras, El Salvador o Guatemala. Diferentes lugares de salida desde pueblos pequeñitos o ciudades, que se agrupan en su gran mayoría en Guatemala para iniciar una ardua ruta a través del país en dirección a México, y desde la frontera con México a la línea divisoria con Estados Unidos, el punto en donde se concentran los sueños de aquellos que realizan el viaje.

Los protagonistas.

Los “mojados”. En su gran mayoría proceden de zonas rurales o pequeñas ciudades. Sus condiciones de vida son duras, en el umbral de la pobreza o malviviendo del mejor modo que pueden. Todos tienen un familiar o un vecino que salió hacia Estados Unidos y ahora manda remesas de dinero, y tiene una casa, y sus hijos van a la escuela. Casi nunca parten en compañía de todos los miembros de la familia; primero se suele marchar el hijo mayor si ha cumplido la mayoría de edad, el cabeza de familia, o el matrimonio; después, con suerte, los niños viajarán solos, dos o tres años después, para reunirse en el norte con sus padres.

Los reclutadores. No son una figura muy generalizada, ya que llevan comisión por sus operaciones (entre 100 y 200$ por persona reclutada), y los coyotes prefieren no hacer uso de ellos. Son maestros, profesores de universidad, médicos, o figuras muy conocidas entre los habitantes del pueblo. Su tarea es servir de información o enlace entre aquellos que quieren viajar y no saben cómo contactar con los que van hacia el norte. Ellos tienen el ansiado número de teléfono o la dirección que proporciona el comienzo del camino hacia una nueva vida.

Los coyotes. Son las cabezas de toda una organización de diversos servicios de falsificación de documentos, transporte y rutas hacia Estados Unidos. Son personas con una gran influencia y alto nivel económico, en su mayoría forman parte de redes o contactos internacionales, ya que las rutas a través de las que viajan sus “clientes” atraviesan un mínimo de tres países. Por lo general en cada país habrá un coyote que se hará cargo del grupo de viajeros, hasta la próxima frontera. Los coyotes organizan los viajes hacia Estados Unidos, se hacen responsables de los gastos, de los pasajes o medios de transporte, de los pagos en los puestos fronterizos, de los sobornos… sólo los coyotes “novatos” realizan los viajes junto al resto de gente; un coyote con un negocio asentado nunca corre ese riesgo, su trabajo se desarrolla en la sombra, y para realizar los desplazamientos tienen un grupo de guías que trabajan para ellos; en ocasiones el coyote queda “a merced” del guía, ya que una vez comenzada la travesía, dependerá de los guías lo que en ella pueda suceder.

Los guías. Son grandes conocedores del terreno por el que discurre la travesía, saben como cruzar selvas y desiertos. Algunos de ellos son mojados que no lograron llegar a su destino, o que se vieron obligados a volver. En sus manos está la suerte de los mojados, y de ellos depende la vida del grupo de viajeros.

El viaje

Una vez contactado el coyote, el primer paso es reunirse con aquellos que quieren viajar. El coyote explica que el viaje será difícil y alerta a los viajeros de que son muchos los riesgos que se corren. La duración del viaje nunca se conoce de antemano, y puede oscilar entre quince días y un mes, dependiendo de las condiciones climáticas, de cómo sea la intensidad de trabajo de las patrullas de vigilancia, de las rutas que puedan tomarse en cada momento, etc.

Las normas básicas para el viaje:
– Hay que viajar ligero de equipaje. Normalmente solo se permite una muda por persona.
– Los alimentos y el agua serán proporcionados por el guía.
– No está permitido alzar la voz o formar algarabías
– Todo aquel que dude, se comporte mal, o pueda poner en peligro el viaje, será devuelto a su lugar de origen, cuando no abandonado en el lugar donde se encuentre.

Hay quien lleva grupos mixtos de hombres y mujeres, aunque lo mas normal es que se hagan dos grupos, uno de hombres y uno de mujeres y niños, para evitar conflictos sexuales, y para asegurarse que un mayor número de personas llegarán a su destino. “No podemos entorpecer los viajes; las rutas varían dependiendo de los integrantes de los grupos. Las mujeres y los niños suelen ralentizar los viajes debido a su menor resistencia física”.

El precio de llegar al destino establecido en el norte ronda los 5.000 $, lo que supone que las familias que envían algún miembro a Estados Unidos, vende todas sus propiedades y se hipoteca para lograr los pasajes. El pago se realiza en dos partes, 2.500 $ antes de iniciar el viaje y 2.500 $ al cruzar la última frontera. La mayoría de los coyotes acepta como pago únicamente dinero, pero hay quienes consienten recibir títulos de propiedad, cabezas de ganado, casas, maíz y cualquier cosa que pueda ofrecer el cliente, aunque son los menos. “Debemos recibir el pago en dólar porque nosotros debemos pagar a los guías, pagar los pasajes, pagar en los puestos fronterizos, pagar a los policías, pagar los hoteles. En todos sitios nos exigen plata, así que no podemos hacer mas que pedir dinero para el pago de los viajes”.

La larga travesía hacia Estados Unidos se realiza en autobuses de línea regular, camionetas, furgones. En las fronteras el paso suele hacerse en grupo, el guía es quien presenta las documentaciones del grupo, como si se tratara de excursiones o trabajadores legales del campo. Los pagos a los guardias corruptos es un paso obligado, y el riesgo es latente. Muchos de los grupos son detenidos en los puestos de entrada a Guatemala o México. Todo dependerá de la suerte, la destreza del guía y las influencias del coyote sobre los funcionarios de aduanas.

Las condiciones del viaje casi siempre son difíciles. Sin posibilidad de lavarse durante días, escasa comida y agua, hacinados en vehículos precarios. Las noches suelen pasarse viajando, y las peores horas del día se pasan encerrados en habitaciones de hoteles y pensiones que colaboran con los coyotes; 20 ó 30 personas en una diminuta habitación, que con suerte tendrá un baño, cuando no en los pasillos o escondidos en cuartos inmundos. Cuando se corre la voz de que hay un grupo de mojados viajando por la zona, los grupos deben permanecer escondidos incluso durante días, sin hacer ruido, sin dar señales de vida, para no ser descubiertos.

Muchas son las historias que se producen en el viaje hacia la frontera de Estados Unidos; historias de viajes complicados pero que llegaron a buen puerto, sobre abusos sexuales a mujeres por parte de los guías, abandonos de gente que sintió miedo o se rindió a mitad del viaje, gente que murió asfixiada en el interior de un furgón sin aire, lleno de gente, grupos que cayeron por la traición de un lugareño o el dueño de un hotel. Cada travesía es un mundo diferente, cada coyote y cada guía un modo de conducir y tratar a sus “viajeros”.

El momento mas difícil del viaje se produce al llegar al norte de México, justo cuando queda el trayecto mas corto, el mas complejo. Siempre el paso a Estados Unidos debe hacerse a pie. En la actualidad los pasos mas habituales se hacen a través del desierto ya que es la zona mas difícil de vigilar; también la más dura de atravesar. Las condiciones son extremas, la naturaleza y el clima son los principales enemigos de aquellos que tratan de llegar hasta el final, muchos son los que mueren en el desierto, y muchos son los que son atrapados por las patrullas fronterizas en las que trabajan conjuntamente policías especializados de México y Estados Unidos.

El desierto de Nogales es un claro ejemplo de los diversos grupos que se mueven con referencia a los emigrantes ilegales. Entre sus dunas y matorrales se mezclan, con suerte sin llegar a encontrarse, los grupos clandestinos de “mojados”; grupos de socorro que distribuyen garrafas y bolsas de agua que dejan atadas a postes y árboles, para ayudar a la supervivencia; las patrullas fronterizas con sus jeep y helicópteros; y un nuevo enemigo de los mojados, grupos ilegales armados que tiran a matar, y que han comenzado a proliferar a raíz de los sucesos del 11 de Septiembre, son grupos radicales que ponen todo su empeño en evitar que nadie “no autorizado” entre en el país.

Muchos son los que intentan llegar, muy pocos los que lo logran; la mayoría se queda en el camino, muere o es capturado y deportado a su país. La mayor parte de ellos lo volverá a intentar en cuanto tenga la posibilidad. “Viajar al norte no es un lujo, es una necesidad”, “acá no tenemos para vivir. Si con suerte podés trabajar, por unas trece horas de trabajo el sueldo es de unos tres dólares, en Estados Unidos por cinco horas de trabajo podés lograr cinco dólares. Es necesario lograr trabajar allá”.

Los conflictos

Estas historias personales de aquellos que parten en busca de mejor vida, conforman un fenómeno social, y todo un mapa de conflictos sociales y políticos.

Los coyotes son delincuentes ya que su trabajo es ilegal. Ellos se consideran necesarios, realizadores de una gran labor social de ayuda. Así mismo los ciudadanos de los distintos países de procedencia de los inmigrantes, se dividen en dos opiniones, aquellos que repudian el trabajo de los coyotes y la actitud de los que se marchan del país, y los que agradecen que alguien de la familia pudiera llegar a Estados Unidos.

Los gobiernos de Centroamérica y Estados Unidos, tienen firmados acuerdos para terminar con el tráfico de personas que entran de modo ilegal; la lucha contra este tipo de inmigración se intensifica cada día; pero la base de esta lucha está en muchos casos conformada por funcionarios comprados e incluso el gobierno de pequeños pueblos y ciudades está en manos de coyotes. Por lo que el control desde la base es difícil.

El debate en el terreno económico también es complejo. La mayor parte de “hermanos en el exterior”, de ciudadanos que emigraron, fue como “mojados”. Estos emigrantes son una importante fuente de ingresos para las débiles economías de los países de Centroamérica; las remesas de dinero que envían a sus países de origen suponen una media del 13% del PIB; bancos e inmobiliarias dirigen sus mayores campañas y estrategias a aquellos que viven fuera del país, potenciando el flujo de dinero norte-sur. En casos de catástrofes como fue el terremoto de El Salvador, las asociaciones de Hermanos en el exterior firmaron acuerdos de cooperación con organismos gubernamentales para ayuda a la reconstrucción del país.

Es la doble cara de una historia protagonizada por obreros y campesinos que luchan por sobrevivir, y que deciden arriesgar su vida para lograrlo lejos de su país. Una historia tan cotidiana como para ser contada por una media de 1.400.000 personas al año en El Salvador, Honduras, México, Guatemala, Nicaragua y República Dominicana. Una de las historias más relatadas en Centroamérica.

Ana Castro. Huelva. 30 Junio 2003
Colaboradora, El Inconformista Digital.