Nacionalismo y federalismo – por Edmundo Fayanás

El capítulo VIII de la Constitución de 1978, que desarrolla el estado de las Autonomías, ha representado un cambio importantísimo en la historia de España, que se consiguió gracias a las primeras elecciones democráticas después de la dictadura franquista.

Sin embargo, los miedos y las amenazas que rodearon y atenazaron la transformación territorial del Estado español en la transición democrática, explican muchas de las paradojas del actual texto constitucional.

De haber ganado aquellas elecciones la Alianza Popular de Manuel Fraga, de la que surge el actual Partido Popular, no habría hoy ninguna autonomía política ni para las nacionalidades, ni para las regiones. Es importante recordar la Historia para que luego no nos cuenten cuentos chinos.

Una de las paradojas que se dieron en la Constitución de 1978, es su artículo 3º, que marca una discriminación entre el castellano y las lenguas de las nacionalidades.

En la España actual, estamos asistiendo al resurgimiento del nacionalismo español más cerrado y reaccionario. Esto se produce desde que gobierna el Partido Popular con mayoría absoluta, recordándonos los tics más centralistas y autoritarios de la Alianza Popular, confundiendo la democracia con un sistema caudillísta. A Aznar y a Fraga les sucede lo mismo, que no entienden que los sistemas democráticos se asientan, ante todo, en el pluralismo social antes que en la mayoría.

A pesar de las limitaciones del capítulo VIII de la Constitución de 1978, permite poder avanzar hacia la construcción de un sistema federal, aunque evita pronunciar la palabra federalismo. Uno de los logros de esta Constitución es que ha conseguido normalizar una cultura política basada en el reconocimiento de la pluralidad de identidades.

¿Necesitamos el federalismo como modelo de Estado?

Desde mi punto de vista, es una necesidad para salvar una situación tan complicada como la actual. En las sociedades democráticas y plurinacionales como es el caso de la sociedad española, el federalismo es el modelo territorial de gobierno más adecuado para construir esta unión en la diversidad. Es claro, que los pueblos y las naciones se unen para permanecer y no para perecer.

Hemos de tener claro que la tolerancia, el pluralismo y la equidad fomentan la unión en democracia. Por el contrario, el unitarismo y el centralismo, lejos de unir, separan y alimentan los nacionalismos de oposición. Ésta es la política de enfrentamiento que desarrolla el Partido Popular, que en vez de buscar puntos de encuentro dentro del pluralismo intentan imponer el pensamiento único de su nacionalismo centralista.

Los nacionalismos opuestos temen al federalismo. El nacionalismo estatal lo teme por centrifugador, y el nacionalismo de las naciones sin Estado por uniformador.

Los pueblos y regiones querrán participar de España como concepto político y cultural, cuando se respeten las identidades de cada uno y no se impongan supuestas identidades superiores.

A mi modo de entender, el federalismo para España ante la situación actual, es la mejor salida para la estructuración del Estado español, pero deben darse tres condiciones.

La aceptación por todos de un marco de lealtades compartidas, en que el reconocimiento de la nación política ligada a la vida del Estado y el reconocimiento de la nacionalidad cultural pierda su carácter excluyente.

El federalismo debe hacer posible la asunción en profundidad de los valores del pluralismo tanto en sentido político como cultural.

El federalismo debe entenderse como tolerancia. Una tolerancia entendida en un sentido fuerte, que va más allá de la aceptación de lo diferente o lo equivocado, para ver en la convivencia de rasgos culturales diferenciados un enriquecimiento de la vida colectiva.

En España se debería abrir una nueva etapa política, distinta del autoritarismo y el unilateralismo actual, basada en la convivencia libre y solidaria entre naciones. El federalismo sería la alternativa, porque su fundamento es la unión en la diversidad.

A lo largo de estos veinticinco años de Constitución, se ha conseguido normalizar una cultura política basada en el reconocimiento de la pluralidad de identidades del Estado español.

La mejor forma de solucionar, en sentido democrático, el problema del nacionalismo en España, no pasa por su negación o por posiciones inmovilistas como las que mantiene el Partido Popular, sino que debemos asumir la necesidad de proceder a aquellos cambios que van en beneficio de mejorar el autogobierno de las nacionalidades y regiones y la participación de todas ellas en el gobierno general del Estado español.

El gobierno del Estado no debe representar un nacionalismo más, como sucede ahora, el más fuerte. El Estado debe demostrar la capacidad de defender una concepción de gobierno policéntrica, en el que defienda el interés general y multilateral de todo el Estado.

Esta claro, que la solución federalista es complicada, en un país como España, donde las posiciones están muy tensadas. La solución actual de la organización territorial del Estado pasa por buscar puntos de encuentro entre todos, pues en ello nos jugamos nuestro futuro. Desde luego, pasa por el desalojo del poder del Partido Popular que sólo hace que alimentar un tipo de nacionalismo reaccionario y que en vez de solucionarlo lo agrava constantemente.

Es imprescindible para avanzar hacia democracias de más calidad, profundizar y hacer proposiciones de corte federalista. Será el federalismo y no el nacionalismo quién deba solucionar la construcción territorial del Estado español de una forma estable. La misma solución debe darse a la construcción europea, ahora que se esta discutiendo la Constitución europea.

Los nacionalismos estatales, como el que desarrolla el Partido Popular de Aznar equivale a hipotecar el futuro de Europa para regocijo de los Estados Unidos.

Para conseguir una Europa independiente y respetada en el orden internacional hacen falta instituciones europeas directamente responsables ante los ciudadanos, no sujetas a la intermediación por parte de los gobiernos estatales.

En el federalismo está la solución ante el enquistamiento y profundización del problema territorial, debido por una parte al radicalismo del discurso político de Aznar y el Partido Popular, con el resurgimiento del nacionalismo español más reaccionario y centralista y por otro lado a la radicalización de los nacionalismos periféricos que se sienten acorralados. El modelo federalista debe ser la solución de España y de una Europa independiente y políticamente fuerte.

Desterremos las posiciones políticas frentistas y busquemos soluciones de concordia como es la alternativa federalista.

Edmundo Fayanás Escuer
Profesor de Historia
Equipo de redactores, El Inconformista Digital

Incorporación – Redacción. Barcelona. 13 Junio 2003