Buena gente, los socialdemócratas – por Austen

Seguramente entienden mucho de macroeconomía, de PIB, del baile de capitales y deudas externas, de la política de partidos en los salones de plenos de los congresos, parlamentos y foros internacionales.

Pero todo ello no son más que pantallas, mitos que utilizan los medios convencionales: prensa y televisión, para contarnos una versión de lo que pasa en el mundo en la que nos situamos como meros espectadores.

Tan es así, que acabamos viéndonos como espectadores de nuestra propia vida. Ya no es el jefe el que nos arroja a la calle o nos explota, es la política del gobierno. Lo que la tele, la radio y el periódico del quiosco de la esquina no cuentan es que si nuestro jefe se llama dueño de “El Corte Afgano”, con sucursales en las capitales de provincia más importantes, es él quien les dice al presidente y a sus ministros la política que deben hacer. No sólo la política laboral, policial y judicial. Toallas hechas en Brasil, camisetas de algodón hechas en Macao, ralladores de queso hechos en China: la política comercial y exterior también es cosa suya. O si hacemos la compra diaria en la cadena de supermercados “Doña Pepita”, con tiendas en cada esquina, resulta que los espárragos son del Perú, las manzanas argentinas, las sardinas importadas de Marruecos, los yogures desde Francia, etc. No son ellos, es la globalización. Un cuerno. Son ellos los que han inventado la globalización. Los que les han dictado las agendas a sus respectivos negociadores estatales.

En los foros internacionales se sientan representantes de los estados que dicen representar a sus respectivos países, naciones, o como queramos llamarlo. Un cuerno. Representan a los dueños de las fábricas, empresas, bancos, etc. que pagan a sus jefes las campañas electorales. Generalmente las del propio país, ya que las leyes de momento suelen impedir financiación de fuera del país. También es cierto que las leyes de los parlamentos apenas sirven dentro de un país. Generalmente sólo contra los pobres y los sin poder. En este momento son los gobiernos los que hacen las leyes y vigilan su cumplimiento o incumplimiento Cada vez quedan menos jueces justos, sus propios superiores van coartando sus posibilidades de impartir justicia.

Aunque es cierto que las restricciones a las injerencias extranjeras se dan más bien en Europa y algunos países del entorno occidental. En las viejas colonias, en Africa, Asia y América, ni siquiera. Esos estados ya nacieron siervos, y desde el principio fueron vigilados por sus antiguos amos para asegurarse las riquezas que de ellos recibían. Ya lo estamos viendo en Irak en este momento: los EUA no pueden poner un gobernador general como hacía Inglaterra en el siglo XIX, tienen que encontrar a algún grupo iraquí que aún pueda, sirviéndoles, recibir el beneplácito del poder local. Argentina se liberó del yugo español con capital británico, y fue la city de Londres la que marcó la música, llenando por ejemplo el mercado británico con buena carne argentina, mientras los campesinos ingleses eran cada vez más pobres y las tierras argentinas engordaban vacas para los ingleses.

En este momento de la globalización el capital que marca el ritmo en cada tierra cada vez está menos adscrito a países con nombre y apellidos, cada vez tiene mayor autonomía, pues ha encontrado y creado banderas de conveniencia. Gracias fundamentalmente a la tecnología de las comunicaciones. Puede trasvasar dinero física y virtualmente a velocidades supersónicas y en completo secreto. Un avión privado no vale nada frente a los grandes beneficios que se están generando. Y ya no son aviones privados, son aeropuertos privados, bancos privados, empresas tapadera, testaferros y hombres de paja pagados a precio de oro. Su gran negocio sin embargo es el mundo de las comunicaciones y del ocio: prensa, tv, cine. Por un lado mantiene ocupada a la gente con sus espectáculos, por otro convierte la vida en espectáculo y finalmente impide que la gente se entere de cómo funcionan las cosas de verdad. Por eso decía que los socialdemócratas son buena gente: Leen la prensa económica y le aplican la razón y la buena voluntad.

Austen. Madrid.

Cartas de los lectores – Incorporación. Redacción. Barcelona. 12 Mayo 2003