Roque Dalton. Un muerto cada día más indócil

Roque Dalton, para algunos un perfecto desconocido y para otros un maestro en el arte de la vida y la literatura, personaje insigne en la historia de El Salvador donde hoy, día 10, se conmemoran los 28 años de su muerte. Un muerto indócil que continúa diciendo las verdades:

“Los muertos están cada día más indóciles.
Antes era fácil con ellos:
les dábamos un cuello duro una flor
loábamos sus nombres en una larga lista:
que los recintos de la patria
que las sombras notables
que el mármol monstruoso.
El cadáver firmaba en pos de la memoria
iba de nuevo a filas
y marchaba al compás de nuestra vieja música.
Pero qué va
los muertos son otros desde entonces.
Hoy se ponen irónicos
preguntan.
Me parece que caen en la cuenta
de ser cada vez más la mayoría!”
el descanso del guerrero

(El descanso del guerrero de «Taberna y otros lugares»)

Los principales datos de la biografía de este escritor salvadoreño nos dicen que nació en San Salvador el 14 de Mayo de 1935, estudió jurisprudencia, ciencias Sociales y Antropología, en universidades de El Salvador, Chile y México. Sus obras literarias fueron muy reconocidas, recibiendo varios premios por ellas, como el Premio Centroamericano de Poesía o el Casa de las Américas.

La obra que Roque Dalton dejó es extensa y variada, destacando títulos como “Taberna y otros lugares”, “Poemas clandestinos”, “¿Revolución en la revolución? Y la crítica de derecha”, “las historias prohibidas de Pulgarcito”, y tantas otras.

Su vida no fue una vida común, con 21 años fundó junto con otros escritores el Círculo Literario Universitario; militante del partido comunista, se enroló en el Ejercito Revolucionario del pueblo (ERP). Recorrió la Unión Soviética, Vietnam y Corea; y hubo de vivir exiliado en Guatemala, Checoslovaquia y Cuba. Pero la suerte también fue compañera de Roque; encarcelado varias veces, logró escapar, incluso ayudado por un terremoto que derrumbó los muros de la cárcel; y una vez condenado a muerte, no se cumplió su sentencia gracias a la “oportuna” caída del dictador José María Lemus. Finalmente en 1975, la muerte le alcanzó de manos de sus propios compañeros del ERP, entre los que se encontraban Joaquín Villalobos, Alejandro Rivas Mira, y Eduardo Sancho.

El escritor uruguayo Eduardo Galeano lo recuerda en estas palabras:

“Roque Dalton, alumno de Miguel Mármol en las artes de la resurrección, se salvó dos veces de morir fusilado. Una vez se salvó porque cayó el gobierno y otra vez se salvó porque cayó la pared, gracias a un oportuno terremoto. También se salvó de los torturadores, que lo dejaron maltrecho pero vivo, y de los policías que lo corrieron a balazos.

Y se salvó de los hinchas de fútbol que lo corrieron a pedradas, y se salvó de las furias de una chancha recién parida y de numerosos maridos sedientos de venganza. Poeta hondo y jodón, Roque prefería tomarse el pelo a tomarse en serio, y así se salvó de la grandilocuencia y de la solemnidad y de otras enfermedades que gravemente aquejan a la poesía política latinoamericana. No se salva de sus compañeros. Son sus propios compañeros quienes condenan a Roque por delito de discrepancia. De al lado tenía que venir esta bala, la única capaz de encontrarlo.”

Pero anécdotas aparte, sobre todo Roque Dalton fue un hombre comprometido, consecuente y luchador, un hombre honrado e irónico capaz de reírse hasta de si mismo y capaz de llegar a la seriedad extrema de perder la vida por sus ideas. Lo que más nos habla de Roque es su compromiso, un compromiso con las letras, el pueblo y la revolución, como queda reflejado en su obra.

«Y escribí entonces un poema de muy íntimas peticiones, acorde por completo con los veintidós años de edad de una persona que desearía tener toda la vida veintidós años de edad:
Para los campesinos de mi patria
quiero la voz de Lenin.
Para los proletarios de mi patria
quiero la luz de Lenin.
Para los perseguidos de mi patria
quiero la paz de Lenin.
Para la juventud de mi patria
quiero la esperanza de Lenin.
Para los asesinos de mi patria,
para los carceleros de mi patria,
quiero el odio de Lenin,
quiero el puño de Lenin,
quiero la pólvora de Lenin.»

(De en «Un libro rojo para Lenin)

Tras su muerte nos quedan sus palabras y los valores que representó durante su vida, unos valores que hoy, mas que nunca, están vigentes en aquellos que, como él, no quieren conformarse y asentir.

Febe. Huelva. 10 Mayo 2003

Para más información: La página de Roque Dalton – http://www.patriagrande.net/el.salvador/roque.dalton/