Frente al desdén gubernamental: Voces de memoria y compromiso

A un mes del asesinato de José Couso, dos concentraciones fueron convocadas por familiares, amigos y compañeros del cámara de Tele5. Una de ellas frente al Ministerio de Asuntos Exteriores y la otra frente a la embajada de Estados Unidos.

Con insólitas manifestaciones todo indica que el gobierno del Partido Popular, quiere dar por cerrado “el incidente”. Recordemos las declaraciones de la Ministra de Exteriores, Ana Palacio, quien recientemente manifestó: “aun en el caso de que fuera un error de un blindado, no es una cuestión para condenar a un país, no tiene entidad desde el punto de vista del Gobierno».

Para completar el cuadro que da cuenta de la actitud que con que el gobierno español ha tomado el crimen, el presidente José Ma. Aznar afirmó que el Gobierno de EEUU ha dicho que se trató de un error y él está «absolutamente convencido de que nadie intencionadamente» puede disparar hacia un lugar donde pueda haber víctimas civiles, en este caso periodistas; el Gobierno estadounidense «lo ha dicho muchas veces» y Bush manifestó «su pesar y su condolencia por ello; y yo le agradezco la sensibilidad que tiene en ese caso, habiendo citado expresamente a las dos víctimas españolas que desgraciadamente dieron la vida”.

José Couso murió el 8 de abril cuando tomaba imágenes de la invasión de Bagdad desde una habitación del Hotel Palestina, que fue alcanzado por un proyectil lanzado desde un tanque estadounidense, mientras que Julio Anguita Parrado murió el día anterior al impactar un misil iraquí sobre una unidad estadounidense en las cercanías de Bagdad.

En este mes y en las movilizaciones habidas contra la guerra los dos ciudadanos españoles han sido objeto de reconocimiento y recordatorio por parte de la ciudadanía como de colegas y compañeros.

En las concentraciones realizadas el día 8 de mayo, Javier Couso calificó la muerte de su hermano como un crimen de guerra contra la prensa, y declaró que la familia de la víctima no quiere del gobierno español una palmadita en la espalda sino que ampare la memoria de José, que se investigue y se haga justicia. Planteó la posibilidad de pedir una reclamación diplomática y una compensación económica a EEUU y que se juzgue a los culpables.

En el comunicado distribuido se critica la postura tanto del gobierno norteamericano como la del gobierno español, y calificó de vergonzoso tanto en el trato a la familia como el tratamiento público de la noticia. “…Desde los continuos desatinos de Ana Palacio hasta la canalla indiferencia de Jose Ma Aznar, la familia no sufre más que un calvario de desamparo y humillación; con el disparo se intentó intimidar a la prensa, silenciarla y expulsarla, ya que el tanque disparó sin prisa y con precisión calculada”.
Cerrando su intervención con una declaración de compromiso “la voz de la familia y de los compañeros será una continua pesadilla para el gobierno.”

Conjuntamente en la entrega de los premios de Periodismo Ortega y Gasset, de Periodismo, el galardón a la mejor labor informativa, fue concedido a los reporteros que han cubierto la guerra de Irák. En el salón del Círculo de Bellas Artes en Madrid, había dos sillas vacías. Jon Sistiaga, compañero de José Couso, al recoger el premió, comenzó su alocución diciendo: “Hoy me llamo Jose Couso, Julio Anguita….”. En un ambiente de honda emoción, expresó que “ojalá que la calidad humana de los reporteros la hubiera también percibido el gobierno español. Vamos a seguir preguntando y preguntando hasta que reconozcan el error, lo asuman y paguen por ello”.

Señalar que en la concentración frente a la embajada norteamericana, bajo una lluvia persistente y una desmesurada presencia policial, entremezclados en los asistentes, los familiares de José Couso sostenían con mimo los carteles con el rostro del reportero asesinado. La madre y la hermana eran abrazadas con reconocido cariño. Maribel, la mamá de José, apenas contenía las lágrimas, Bárbara una de sus hijas, atenta a su madre contenía la pena infundiéndose fuerza “por José”.

“…Siento un agradecimiento inmenso -nos manifestó Maribel- nunca esperé que la gente se volcará como lo hizo, y espero que la muerte de mi hijo sea la última, que nunca más se repita, lo mataron por mostrar al mundo lo que estaba pasando, esa guerra ilegitima e injustificada. Pero aún en mi dolor soy afortunada, las madres iraquíes no tienen lo que yo tengo, y, -asombrada incluso de verbalizar su sentimiento- sigo creyendo en Dios, no lo puedo explicar, necesito creer que hay algo mejor después de esta vida”.

Frente a un cordón de policías nacionales que eludían la mirada de José desde los carteles, se ponía en evidencia la catadura moral de unos policías municipales que hacían tronar sus silbatos provocadoramente. El las paredes del bunker mejor protegido en todo Madrid volvían a repicar las voces juramentadas en no olvidar.

NOTA: Fotografías realizadas por Kropotkin para libre distribución, aparecidas también en Indymedia Madrid

Andrea Benites-Dumont. Madrid. 9 Mayo 2003