Ha caído la estatua de Sadam – por Daniel Pérez

Tras unos días de demostraciones de fuerza y paseos militares por Bagdad, hoy hemos presenciado un episodio algo más significativo y simbólico. La estatua sadamnica que presidía el telón de fondo de tantas crónicas televisadas, ha sido derrocada.

Aún no sabemos oficialmente por qué, pero las tropas anglo-norteamericanas ya están ahí, paseando y estacionando sus tanques en Bagdad. En tan sólo veinte días, la incursión militar ha conseguido entrar en el corazón de un país en el que, hasta hace bien poco, existía un Estado. Cuando las cosas se hacen rápidamente se suelen hacer mal. A estas alturas ya tenemos una idea muy clara del peligro que representa el ejercito irakí para la seguridad mundial, y no tiene sentido hablar de guerra preventiva. En Irak se ha producido un Golpe de Estado por parte de un ejercito invasor.

En Basora ya andan preocupados, y no en vano, pues este enclave fue uno de los primeros que controló la alianza incursora y los problemas les van llegando. Los militares aislaron la ciudad y consintieron el desorden interior, pero esta situación no se alargará por mucho tiempo. A ellos, a los militares anglosajones, corresponde ahora imponer la ley y el orden. Será una ley y un orden militar.

Esta situación tendrá su paralelo por todo el país hasta que el gobierno de Estados Unidos tenga a bien la proclamación de un nuevo Estado en Irak.

Acerca de cómo será ese Estado sabemos bien poco, pero sí sabemos que tendrá que construirse en paz. Un entorno en el que Bush ha demostrado no ser muy diestro.

La caida de la estatua de Sadam ha tenido sus momentos para la Historia. Una decena de irakies se dirige a la monumental imagen y comienzan a arrogarle zapatillas. El grupo va creciendo, y es notable la presencia de periodistas. Pronto llegaron la soga y la escalera, pero no resultó fácil la tarea, hasta el punto de que unos marines que asistían como espectadores al suceso se vieron animados a tomar la iniciativa. Aproximaron una grúa y durante un rato tuvieron a Sadam a tiro de piedra. Pero antes de reducirlo a chatarra, los soldados demostraron no tener muy claro el asunto. Primero taparon la cara de Sadam con una capucha estampada de barras y estrellas. Luego pensaron que no habían acertado con ello y cambiaron el look nuevamente. Ya no lucia los colores estadounidenses, sino una bandera irakí a modo de bufanda. Pero eso tampoco les gustó, así que le quitaron todo ornamento y la doblegaron.

Ha sido emocionante y entretenido, pero hay que apuntar que no se ha acabado con Sadam, sino con su estatua. Sí se ha derribado el Estado iraki, pero espero que cuando quieran resolver esto, lo tengan más claro que con la estatua.

Daniel Pérez. Málaga. 9 Abril 2003.
Editor de El Inconformista Digital.