El dolor de la guerra – por Olga Andrés

Es difícil transcribir los sentimientos, cuando estos se producen a borbotones, cuando fluyen desde el estómago, como una náusea, es difícil transcribir el dolor que se siente cuando este dolor se produce en lo más hondo de nuestras entrañas.

El dolor de los que hemos salido a la calle defendiendo la paz, impotentes, sabiendo casi a ciencia cierta que no conseguiríamos nada, el dolor que nos entra por la retina cuando cada día vemos en los informativos o en los periódicos a cientos de civiles, niños, mujeres, hombres, muertos o heridos por causa de esta guerra sin sentido. Es un dolor punzante, un dolor que nos mantiene en vilo esperando a que todo esto termine ¿Hasta cuándo?

La guerra, esta guerra, todos sabíamos que conllevaría matanzas, los famosos daños colaterales, (que horrible forma de nombrarlos), pero ya llegados a donde hemos llegado uno se queda sin palabras, es horrible ver a un pueblo casi indefenso aguantando los ataques del ejército más poderoso del mundo, uno se queda sin palabras cuando ve a los heridos hacinados en los hospitales, sin medios, sin ni siquiera anestesia, es la viva estampa de la desolación y el más horroroso dolor humano, uno se queda también sin palabras cuando ve a un pueblo destruido, machacado, ultrajado, arrebatado de todas sus pertenencias, uno se queda sin palabras, porque éstas se ahogan en lágrimas, a veces de impotencia, otras veces de rabia contenida.

Así me siento hoy, como helada, como sin saber que decir, porque nada de lo que diga parece tener sentido. Pienso en Julio Anguita Parrado, en José Couso, pienso en tanta gente anónima, tantos muertos que para mi no tienen ni cara ni nombre, pienso en esos niños de ojos grandes, que miran desde el otro lado de la pantalla de nuestros televisores postrados en una cama de un hospital, maltrechos por la metralla, en esas madres que gritan, en esos hombres mutilados…

Así me siento, impotente, desbordada, asustada pero firme, sólo sé que esta guerra como todas las guerras, únicamente puede proporcionar odio, horror, miseria, muerte, y una inmensa tristeza.

Olga Andrés. Pontevedra. 9 Abril 2003.
Redactora. El Inconformista Digital.