Estados Unidos de Norteamérica es el imperio más ignaro y estúpido de la historia. El fácil manejo de una tecnología que no entienden ha convertido a los más de sus habitantes en analfabetos del espíritu.
Saben leer, pero no razonar, tienen magníficas limousinas pero no leen libros, se sienten superiores a todo el mundo pero no distinguen Colombia de Costa Rica y se gobiernan con presidentes de tan bajísimo nivel intelectual como el psicópata alcohólico W. Bush. Y no es insulto sino descripción.
Esto se refiere a la clase política y al estadounidense medio. Afortunadamente hay escritores, artistas, actores e intelectuales en general que honrarían a cualquier nación de la tierra pero, por desgracia, son una minoría sin poder y sujeta a represiones filofascistas, como la de McCarthy.
El gobierno de Bush vulnera las libertades, tortura a los presos y fomenta una campaña contra Francia que demuestra la calidad de malnacidos que tienen quienes no soportan deberle a Francia nada menos que la independencia. Manu Dornbierer mencionó Yorktown y, en efecto, esa batalla la ganó Francia para los colonos ingleses, que luchaban por no pagar impuestos a Inglaterra (siempre el dinero como “ideal”) y que llamaron “la Revolución americana”, a lo que sólo fue la independencia de las colonias.
Russ Limbaugh, locutor de radio cuya cultura es igual a cero y cuya moral es una pocilga, dice: “¿Cómo vamos a esperar que los franceses luchen para liberar a Irak, si no lucharon para liberarse a sí mismos?”. Y un columnista de Newsweek, George Will, habla del “viejo arte francés de la retirada”.
Pero en la batalla de Yorktown, que decidió la independencia de Estados Unidos, dos tercios de los soldados eran franceses que luchaban no por sí mismos, sino por los bisabuelos de los que hoy injurian a sus descendientes. El marqués de Lafayette, fue a América del Norte a luchar por los colonos que encabezaba Washington y que solos no podían triunfar. Y fueron 24 barcos de guerra franceses, a las órdenes de François de Grasse con cuatro mil soldados franceses más y otros ocho barcos de guerra del conde Barrás, con diez transportes llevando implementos, los que bloquearon y derrotaron a las tropas británicas del general Cornwallis. Los franceses, con su valor y con su sangre, hicieron posible el país de los que ahora injurian a Francia.
Ya sabemos que Estados Unidos domina la publicidad. Lo mismo anuncian Coca Cola que dicen al mundo que ellos ganaron la guerra en Europa cuando cualquiera comprueba que Alemania nazi perdió la guerra en Stalingrado, el 2 de febrero de 1943, tras una batalla de más de cinco meses que costó a Hitler cuatrocientos mil hombres. La invasión de Normandía fue el 6 de junio de 1944, diecisiete meses después de la rendición de Von Paulus, cuando los rusos ya estaban en Polonia y en Rumanía y avanzando hacia Berlín. Y el cuento de que el armamento ruso era estadounidense se cayó ante los testimonios alemanes y británicos sobre la superioridad del equipo ruso. Los tanques rusos T-34 eran muy superiores a los británicos y estadounidenses (Antony Beevor: “Stalingrado”) y a los tanques alemanes. Y los franceses de la Resistencia, cortando comunicaciones y dinamitando trenes militares nazis fueron decisivos para el éxito de la invasión. Basta de mentiras y de mezquindad.
Ahora se trata, violando el derecho internacional, de asesinar miles de civiles iraquíes para “liberarlos”. Otro crimen para dominar al mundo.
Y mañana ¿Cuál será la víctima? ¿Irán? ¿Colombia? ¿México?
Juan Miguel de Mora.
Profesor de Indología en la UNAM (Universidad Nacional de México), y ex combatiente en la Guerra Civil española con las Brigadas Internacionales.
Colaboración.
Incorporación – Redacción. Barcelona. 26 Marzo 2003