La ONU a pique

La incógnita se ha despejado. El plazo: 48 horas. O Sadam Huseim deja el gobierno de Iraq y se exilia, o las tropas estadounidense, y aliadas, tomarán el país empleando toda la fuerza y rigor que sea necesario. Estas son las instrucciones del Comandante en Jefe del Ejercito de los Estados Unidos, George Bush Jr.

No sabemos que tal maña tendrá Bush para los asuntos militares, ahora que le toca estar al mando supremo del ejercito de su país, pero lo que sí ha quedado constatado es su falta de audacia diplomática. Entonando el son de “yo tengo razón y los demás están equivocados” no es posible diálogo alguno, a menos que se elija como contertulios a los besugos más indicados.

La ONU nace a mediados del pasado siglo con una intención muy clara, a saber, establecer unas reglas de juego y un marco de diálogo internacional que hicieran imposible en el futuro las convulsiones políticas que llevaron a la humanidad a dos aberrantes Guerras Mundiales. Con la ONU nació también la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que no tiene un carácter jurídico vinculante, pero comprometía a los países firmantes a incluir los preceptos de la declaración en sus respectivas cartas constitucionales.

Durante años la ONU fue el escenario diplomático de la llamada Guerra Fría. Se trataba de un mundo bipolar en el que dos concepciones del mundo antagónicas se enfrentaban en un continuo juego de suma cero, de esos en los que sólo puede quedar uno. Y se quedaron las barras y las estrellas.

Después de la caída del muro de Berlín la cosa se enfrió, y el ganador se quedó sólo, añorante de un rival de altura con el que enfrentarse. Durante ese periodo, Estados Unidos se conformó con jugar el paternalista papel de policía, gendarme o cherif de un orden mundial diseñado por ellos mismos.

Y así hasta el día en que el terror golpeó la metrópolis financiera del Imperio. De nuevo existe un enemigo más o menos tangible al que combatir, y se anuncia la batalla por librar: la guerra contra el terrorismo internacional.

Estados Unidos pensó que tendría todo el apoyo de sus aliados tradicionales en pos de su cruzada, pero olvidó que no sólo ellos tienen intereses comerciales o geoestratégicos. Preparó y anunció la guerra contra un estado al que considera terrorista, Iraq, antes siquiera de preguntar a otros lideres de alcurnia, y cuando planteó la cuestión formalmente en el Consejo de Seguridad de la ONU se encontró con un ambiente demasiado reacio a sus planes bélicos.

Esto nunca llegó a preocupar realmente al Presidente Bush, quien dice sentirse muy defraudado por un Consejo de Seguridad que no ha sabido tomar una decisión acertada y responsable ante la situación de inseguridad en la que vive el mundo.

No sabremos nunca cual habría sido el apoyo de una resolución en la que se apelara explícitamente a una declaración de guerra. Bush ha decidido que no quiere más sorpresas, quiere dejar claro quién manda, así que ha mandado la ONU al carajo.

Daniel Pérez. Málaga. 18 Marzo 2003