Siempre nos quedará París

Siempre he pensado que a los hombres nos mueven los buenos deseos, las buenas intenciones y no las aviesas, que deseamos para los demás lo mismo y con la misma intensidad que deseamos para nosotros.

Supongo que como siempre existe la excepción que confirma la regla, desde luego no cabe pensar que nadie desee una guerra, no cabe pensar que haya gente que ni se inmute pensando en las miles de vidas que se sacrifican en cualquier contienda, no entra en mi cabeza que se pueda defender la paz con una guerra, porque no creo que nada justifique tal barbarie, pero la excepción existe, y nos venden una guerra preventiva, una guerra que destruirá un pueblo entero, una guerra que no busca otra cosa que los intereses comerciales de algunos, una guerra que nos afecta a todos como personas y como ciudadanos de este planeta.

Ayer mientras caminaba en la manifestación que se celebró en mi ciudad, una manifestación masiva a pesar de que era la segunda vez que salíamos a la calle para protestar contra la guerra, quise imaginarme qué pasará por la cabeza del Sr. Aznar, cuando vea en los medios de comunicación las manifestaciones, las riadas de gentes de todas las condiciones que hemos salido a la calle bajo un único deseo, parar esta guerra, ¿Qué pasará por la cabeza del hombre que dirige este país? ¿Será posible que alguien que ha sido elegido democráticamente haga caso omiso de lo que millones de personas pedimos y deseamos? ¿Dónde empieza y dónde termina una democracia? ¿Qué pinta España en una guerra tan injusta como ésta?

Las interrogantes son tantas, que no terminaría en un buen rato, me temo que la guerra está ya decidida, pero eso no debe hacer que paremos en nuestra lucha, porque creo que hay que luchar por lo que de verdad uno cree, sin importarnos lo que piensen los demás, lo que hayan decidido los demás siempre caerá sobre sus espaldas no sobre las nuestras, porque nosotros no queremos esta guerra, debemos seguir luchando cada uno desde sus circunstancias personales, pero luchando y gritando con fuerza, defendiendo lo que queremos y deseamos, porque no es lo mismo ir a una guerra con el respaldo de toda una población que ir a la guerra con casi la totalidad de una población en contra, un pueblo no puede ser atacado con las más terribles armas, las mismas que censuramos mientras permanecemos impasibles ante tal barbarie, no hay nada que hoy por hoy justifique una guerra.

Cuando millones de personas en todo el mundo se manifiestan ante algo tan deleznable como es una guerra alguien tiene que hacerse eco de estas voces, no podrán caer en un saco vacío, porque millones de personas en el mundo no pueden estar equivocadas, porque ya no podrán decir que son cuatro locos que gritan, no somos cuatro locos, los locos no somos nosotros, ¿porqué habíamos de serlo? La guerra me temo que es inevitable porque hay intereses creados y porque el mundo está gobernado por la mezquindad del dinero y del petróleo.

Después de todo esto, siempre nos quedará París (la capital de la vieja Europa).

Olga Andrés. Pontevedra. 16 Marzo 2003