Chicago. EE.UU. 2002.
Dirección: Rob Marshall
Interpretes: Renee Zellweger, Catherine Zeta-Jones, Richard Gere, Queen Latifah, John C. Reilly
Guión: Bill Condon
Fotografía: Dion Beebe
Montaje: Martin Walsh
Música: John Kander y Danny Elfman
Tras varias semanas de retraso llega a España el musical “Chicago”, en un estratégico plan de mercado se ha decidido estrenarse ahora, cuando “Las Horas”, “Gangs of New York” y “El señor de los anillos” ya lo han hecho, dejando al film en solitario ante el publico con sus llamativas y atrayentes trece candidaturas a los premios “oscar” de Hollywood.
Un diseño de producción excelente, iluminación, puesta en escena y en acabado visual bastante notable, con dos actrices en estado de gracia, sobre todo Catherine Zeta-Jones, que sorprende en un personaje pérfido y que no destaca por una feminidad sensible sino por una rudeza sensual y provocadora, solo decir que está guapísima y que su mirada firme mientras baila y canta es de lo mejor que ha dado esta actriz en su carrera cinematográfica.
A diferencia con el musical de éxito del año pasado, “Moulin Rouge”, es que aquí al menos se intuye la puesta en escena, cosa que no sucedía en la película de Baz Luhrman devorada por un montaje frenético y loco cual video de Mtv.
A pesar de todo el despliegue técnico y creativo, la película se centra en los números musicales, los cuales avanzan narrativamente en la historia pero hay muchos altibajos y cambios de ritmo, excesivas canciones, no dejando al film desarrollarse ni “dramáticamente”, (aunque se trate de una comedia musical) ni que los personajes evolucionen de manera favorable al publico, haciendo que este sea un espectador de secuencias sin humanidad ni entrega, solo luces, coreografías y una manera de hacer humor muy de los años veinte o treinta que actualmente son caricaturas que no hacen gracia, quedándose en una simpatía de vodevil algo “tonta”, pero no necesariamente es peyorativa esta observación siendo esta película un alarde y un homenaje de aquellos años y al publico de aquella época.
También decir que la idea de la música cantada y bailada como evasión de una cruda realidad haciendo que el ruido y la repetición de sonidos en el espacio físico sean motivo e iniciación de una orquestación en la cabeza de la protagonista es la base de “Bailar en la oscuridad”, la última película de Lars Von Trier, con la que ganó la Palma de Oro en Cannes y algo de eso hay en este film.
Roxy (Renee Zellweger) es una chica que sueña con actuar en algún garito de números musicales al estilo Broadway y ser la estrella del espectáculo, admirando a Velma Kelly (Catherine Zeta-Jones) la cual es una de las mujeres de éxito en los escenarios. Ambas delinquen, van a la cárcel y necesitarán de Billy Flynn (Richard Gere), un abogado un tanto descarado y cara dura especialista en ese tipo de juicios.
Mas cerca del musical clásico que de “Moulin Rouge”, muy bien dirigida y un guión que bien se puede estructurar en números musicales y no en secuencias propiamente dichas, las cuales hay algunas realmente bien hechas y originales.
Una vez más nos encontramos con un buen trabajo técnico e interpretativo, pero que falla en la idea general del guión, (con algún que otro bache), basándose en la música y en la estética cuidada de cada una de las canciones y en lo que a involucración del espectador se refiere es nulo.
Vibrissae. Sevilla. 8 Marzo 2003