No sé si alguien lo recuerda, a mí es que se me ha quedado grabado en la mente. Una conocida marca de desodorantes para hombre patrocina la fiesta de fin de año de una famosa discoteca en Madrid, decenas de chicas pelean por conseguir el tanga mas rojo y el sostén con más relleno, y un eslogan: “garantizado, siete chicas por chico, se abre la veda”.
Me resultó indignante el modo en que se presentaba a las mujeres como trofeos de caza, como ovejas que van encantadas al matadero para que unos cuantos hombres disfruten de su cacería. A pesar de todo, pasado el tiempo he tratado de ser indulgente; he comprendido que éste pudo ser un incidente desafortunado, una secuencia en cadena de malos días de publicistas y programadores que no estaban en un buen momento mental.
Anoche enciendo la tele, y ante mis ojos se presenta un nuevo programa, otro reality show para la interminable cuenta de programas en los que la gente vive mientras un gran número de cámaras les siguen cada movimiento. Tres chicos, definidos como solteros de oro, con un buen trabajo, músculos hasta en las pestañas, sanos, deportistas, con coches y motos con mas caballos que en el hipódromo, relojes que una vez vendidos daban de comer una semana a una familia….. espectacular. Como contrapartida doce mujeres de medidas de escándalo, inteligentes, con carrera e independientes. La finalidad del programa: que nuestros tres solteros de oro encuentren el amor de su vida (ahí es nada), y como acicate para ello un buen puñado de euros a entregar con una jugosa entrada y el resto en cómodos plazos a cinco años siempre y cuando la feliz parejita siga siéndolo durante ese tiempo.
Y digo yo que debo ser estúpida, porque a mí que me expliquen frases tan inteligentes como “por amor lo dejaba todo, hasta el kit de limpieza”, “¿que porqué sigo soltera? Eso mismo se pregunta mi madre” o “macho ¿Tu te has enamorado ya?”.
No me cabe en la cabeza que alguien pueda pensar siquiera que nadie se enamore en un programa de televisión, así de corazón, o que pretenda que la convivencia de 90 días en esa casa tenga algún parecido con la realidad de las vidas que luego tendrán las felices parejas. Erótica imagino que si, la erótica del pseudo famoso de concurso, la erótica del dinero (tanto del premio como del supuesto soltero de oro) y el resto de apetitos e instintos que saldrán en ese incomparable marco de ensueño de casa lujosa, litros de vino, baños de burbujas y camas de agua; ese tipo de espectáculo si lo ofrecerán a buen seguro. Pero obligarles a posteriori a convivir cinco años para completar el premio… ¡eso ya es una crueldad!
En fin, seré una romántica empedernida, pero el hombre perfecto para mí no debe tener a la fuerza el torso del David, ni dislocarse la muñeca con el rolex. Creo que la inteligencia y la valía de cada persona se demuestra en el día a día y en las diferentes situaciones que la vida nos va poniendo por delante. Y en cuanto al amor y la convivencia en pareja, que me perdonen, pero cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Pero bueno, allá cada uno con sus fantasías y sus planteamientos de vida, que estamos en un país libre, o eso dicen. En lo que no transijo, y a lo que me opongo firmemente, es a que me digan que este nuevo programa es un reality show; me niego a que nadie insinúe que doce chicas en rebaño, dispuestas a exhibirse y luchar entre ellas para lograr los favores del chico que desean, que van a un programa de televisión agitando la supuesta bandera de su independencia, buscando marido, son un reflejo de ninguna realidad que tenga que ver con la mujer. Esto es un show, nada de reality. Creo yo que la historia social de las mujeres ya es bien larga como para que ahora demos pasos hacia atrás mostrando según que estereotipos y dándolos por buenos.
Febe. Huelva. 3 Marzo 2003