Crónica – El 23 de febrero de 2003: en Madrid se habló en galego

Una multitud se constituyó en marea de solidaridad con los afectados de la catástrofe del Prestige, y avanzó por las calles de Madrid.

En un ambiente reivindicativo y festivo al son de gaitas y panderetas transcurrió la manifestación convocada a los 100 días del hundimiento del petrolero de irónico nombre. Las consignas más cantadas fueron las de dimisión e incompetencia, tanto referidas al gobierno central como al de la Xunta de Galicia.

En un barco fantasma cubierto de petróleo una inmensa marioneta de una gaviota ennegrecida dejaba caer cada tanto globos negros.

En las primeras pancartas se ubicaron representantes de partidos políticos, de los sindicatos CCOO y UGT; la CIG (Confederación Intersindical Galega) garantizó una fuerte presencia; les seguían diversas asociaciones de mariscadores tanto de Galicia como de Euskadi, que portaban pancartas y banderas más reivindicativas. Una vez más personajes de la cultura, participaron activamente en esta acción; entre otros, Javier Bardem, Juan Diego Boto.

Al finalizar en la madrileña Puerta del Sol, el escritor gallego Manuel Rivas exigió la dimisión del ministro de Fomento y del Presidente de la Xunta, y reclamó la «limpieza completa del litoral y del mar, la puesta en marcha medios de prevención, y de un verdadero protocolo de actuación urgente y planes sectoriales, además de inspecciones rigurosas».

Intervino en el acto la cantante gallega y portavoz de la Plataforma Nunca Máis Uxía Senlle, que cantó acompañada del “gaiteiro” Anxo Pintos. La manifestación terminó con miles de personas cantando ‘Miña terra galega’, de Siniestro Total, canción tomada como himno oficioso y de protesta de una Galicia no-gubernamental.

Durante el recorrido de la manifestación, y tal como ocurriera en la reciente habida contra la guerra, se hicieron presente los voluntarios desobedientes, quienes realizaron tres acciones, todas ellas recibidas con aplausos de aliento por el conjunto de los manifestantes. La primera de ellas, consistió en arrojar huesos manchados con petróleo en la puerta misma del Cuartel del Ejército, mientras se leía un manifiesto en el que se explicaba la vinculación entre la catástrofe del Prestige y la probable petroguerra de Irak. Los huesos pretendían hacer visible la existencia de las víctimas reales.

La segunda consistió en desplegar una gran bandera de Nunca Máis desde unos andamios a gran altura ubicados frente al Ministerio de Educación; finalmente desplegaron en el Teatro Alcalá otra gran pancarta en la que se leía: «El petróleo mata en Galicia y en Irák: Desobediencia”

Bien entrada la tarde, tanto la diosa Cibeles como Neptuno, seguían sosteniendo en sus cabezas banderas de Nunca Mais.

– Fotografías: voluntarios desobedientes

Andrea Benites-Dumont. Madrid. 24 Febrero 2003