El petróleo es la piedra angular del sistema económico actual y determina las relaciones de fuerza entre las potencias. Así, quién detente el control de producción, la circulación y los precios, es el que posee el poder del sistema.
Para Estados Unidos, el dominio del petróleo no es sólo satisfacer sus necesidades para su crecimiento, sino que es un instrumento de control todavía más estrecho de las regiones competidoras, fundamentalmente Asia.
Según el informe del International Energy Outlook del Departamento norteamericano de Energía correspondiente al año 2002, muestra que el 70% del consumo petrolífero norteamericano proviene de la importación, lo que equivale a decir, que el nivel de dependencia energética de Estados Unidos es superior a los dos tercios. La producción petrolífera propia lleva una tendencia descendente desde hace años, así entre 1999 y el 2000, disminuyó un 15%.
Para satisfacer sus necesidades, el informe señala cuatro zonas del mundo como prioritarias de producción: Oriente Medio, el mar Caspio, África Subsahariana y en América latina, Colombia, Venezuela y México.
Esto conlleva a una intervención norteamericana en estas zonas que garantice el orden en estos países, asegurando el funcionamiento de sus campos petrolíferos bajo control norteamericano de forma que se mantenga su persistencia y regularidad en el suministro.
Le Monde Diplomatique del mes de noviembre, señala la extrema militarización de la política y economía norteamericana, de la obsesión por su superioridad tecnológica y su invulnerabilidad bélica, la amalgama de guerra convencional y de acciones ilegales y clandestinas, junto al trazado múltiple y preciso de sus intervenciones militares últimas.
En este contexto, cabe enmarcarse el hostigamiento constante de la Administración republicana de Bush al Tribunal Penal Internacional, por la que los norteamericanos deben situarse por encima de cualquier ley o tribunal que no sean los suyos, con el fin de asegurar la benevolencia, cuando no la impunidad de las fuerzas norteamericanas.
Al mismo tiempo, Bush se niega claramente a emprender una estrategia de diversificación de sus fuentes de energía. Aquí, hay que enmarcar su continuo rechazo y boicot al Protocolo de KYOTO y su oposición a cualquier medida medioambiental.
En la clave del petróleo hay que observar la actual política norteamericana. Así, el conflicto de Afganistán no solo hay que entenderlo en la lucha contra el terrorismo que le sirve de excusa, sino fundamentalmente en la del petróleo. El actual presidente afgano, Hamid Karzai, trabajo para la empresa petrolífera norteamericana UNOCAL, como la actual Consejera de Seguridad, Condolezza Rice.
Hace unos días los presidentes de Turkmenistán, Afganistán y Pakistán han firmado un acuerdo para construir un gasoducto para permitir exportar el gas turcomano hacia el océano Índico. Este acuerdo esta auspiciado y avalado por los Estados Unidos, que de esta forma recobra su viejo sueño de dominar estas riquezas en el corazón de Asia.
Ahora le toca el turno a Irak, que posee un buen nivel de producción petrolífera. Pero lo más importante, con unas grandes reservas, consideradas actualmente las segundas del mundo. Irak presenta un modelo con caracteres diferenciados a las monarquías petrolíferas vecinas. Veamos.
Las monarquías vecinas a Irak han invertido masivamente en Occidente. Se calcula unos 800.000 millones de dólares, mientras que solamente han invertido en las economías de sus países, 160.000 millones de dólares. Los ingresos obtenidos por estas inversiones, son con frecuencia más importantes que las rentas petrolíferas. Esto provoca que dependan del crecimiento y del estado de las economías de los países occidentales.
Irak no ha seguido este modelo, invirtiendo mucho más en su propio desarrollo, por lo que siempre en el OPEP ha defendido precios más elevados, porque estos garantizaban su propio desarrollo. Este modelo iraquí provoca fuerte hilaridad en sus vecinos ya que hace cuestionar a muchos sectores sociales de estos países, el modelo elegido por sus clases políticas y les hace ser mucho más atractivo a muchas capas de la población, el modelo iraquí.
A todo ello, hay que unir que las empresas norteamericanas e inglesas no participan en la industria petrolífera iraquí. Irak tiene firmados acuerdos de explotación del petróleo con Rusia, China y Francia.
Se sabe de las discusiones que los norteamericanos tienen con las fuerzas de la oposición iraquí giran fundamentalmente en torno al control del petróleo.
La intervención norteamericana provocará un fuerte cataclismo en las débiles sociedades árabes, provocando una mayor radicalización y en consecuencia, la extensión del fenómeno islamista. Todo indica, que las sociedades del Oriente Próximo se verán abocadas a transformaciones económicas y sociales que podrían modificar sus estrategias.
Las necesidades sociales ligadas al crecimiento demográfico de estas sociedades podrían conducir a algunos de estos Estados a desear un alza relativa de los precios del petróleo. La situación social tiende ya a deteriorarse en todos los Estados del Golfo Pérsico, con un ascenso continuo del paro, lo que les empujará inevitablemente a modificar su alianza con los países consumidores.
¿Qué piensa España del problema de Irak? A lo largo de la historia siempre hemos tenido una relación especial con el mundo árabe. Pero desde que gobierna el Partido Popular, todo queda subordinado a lo que diga la Administración norteamericana, careciendo de una política exterior propia. Cuando se le pregunta a Aznar, por la posición española sobre Irak, muestra su apoyo a las tesis norteamericanas sin ningún atisbo de autocrítica y de paso intenta vapulear las posiciones de muchos que mostramos nuestro desacuerdo con ellas, diciendo “no participo por lo tanto de los cánticos antiyankis que me parecen a estas alturas sencillamente una chiquillada”. A mi la palabra ANTI me repele, personalmente no soy ANTI, ante ninguna cuestión. Me parece que Norteamérica como país, presenta logros importantes en todos los órdenes, sin embargo no es obvio mi critica a otros aspectos de la sociedad norteamericana que no me gustan.
Muestro mi solidaridad con los miles de norteamericanos que son contrarios a esta vergonzosa guerra de Irak. Soy solidario con todos aquellos norteamericanos que se avergüenzan de tener un presidente como George W. Bush. Mi solidaridad con todas las personas que dicen NO a la guerra y SÍ a la paz. Mi apoyo al Papa por su posición contraria a esta guerra. Espero y deseo no tener que avergonzarme de Aznar, porque diga SÍ a esta guerra de Irak
Esta guerra, que es especialmente injusta, todas las son, debe pararse. Como ciudadanos, debemos mostrar nuestra posición contraria a la misma y debemos hacer pagar a nuestros políticos la involucración de España en la misma. Hacer un llamamiento al PSOE, en este tema se juega su futuro como alternativa progresista, píenselo. Repsol está negociando su participación en el futuro petrolífero en Irak. Esa es la compensación, que dan a España por su aportación a esta guerra. No se debe confundir los intereses de Repsol, con los de España.
Solo una movilización popular por la paz y la decencia en todos los países del mundo y una acción coordinada de los intelectuales contra la guerra y la corrupción podrían abrir vías a la esperanza.
Edmundo Fayanás Escuer.
Profesor de Historia.
Colaborador habitual de El Inconformista Digital
Incorporación – Redacción. Pamplona. 2 Febrero 2003
NOTA: El autor da por sabida la existencia el embargo sobre Irak desde hace más de 12 años, el cual entre otras cosas solo ha permitido la venta del petroleo por alimientos.