Durante el tiempo en que los Estados Unidos todavía formaban una república, el discurso del primer magistrado sobre “el estado de la Unión” (el llamado State of the Union Address) era enviado por mensajero al congreso donde era debidamente inscrito en las actas oficiales.
Aún los primeros discursos de Washington – los cuales fueron pronunciados en persona hasta que ésta practica fue denunciada por Jeferson por tener demasiado sabor de lo monárquico – eran breves aunque su aparente sencillez escondía un pensamiento más complejo.
Después de todo, hace cien años, los informes presidenciales no eran más que un cumplimiento burocrático y rutinario, proporcionando (como señala la constitución) “informes” sobre la condición del país. Nadie les hacia mucho caso.
Durante la imperializacíon del poder federal, se retomo de nuevo la práctica de que el discurso fuese pronunciado por el presidente en persona. Y, en 1945, durante la “remodelación” del aparato gubernamental, el informe, que hasta aquel entonces ni tenía nombre, fue oficialmente designado como el Discurso sobre el Estado de la Unión. Aún entonces, los discursos no duraban más que 15 o 20 minutos y fueron caracterizados por una cierta reserva casi solemne. Imitando al informe de Washington, señalaban en términos generales el sentimiento político y los proyectos principales del primer mandatario.
Durante la vulgarización del imperium federal, que se puso en marcha bajo el régimen de Reagan, el informe presidencial se convirtió en grito de campaña electoral. El tono explicativo fue reemplazado por un ánimo partidista. Hasta en las postulaciones de bienes o principios generales se podría detectar a una crítica o un ataque en “clave” a la oposición. Sentimientos superficialmente benignos escondían un motivo vengativo. (En esos días los asesores de Reagan hablaban abiertamente de un kultur kampf domestico.) Al aplauso que siempre acompañaba el ingreso del presidente a la Cámara, se agregaban gritos y silbidos de manera que la llegada del Comandante-en-Jefe parecía más la entrada de un campeón de lucha libre.
El discurso, que por aquel entonces se prolongaba más y más, también adquirió el carácter de un “foto-op”. Según el tema o – como se suele decir – el “mensaje” principal, ciudadanos ordinarios que simbolizaban un empeño o voluntad, que disponían de una actitud supuestamente ejemplar o que encarnaban una de varias especies de victimización estaban invitados a sentarse juntos a la Primera Dama. En el momento preciso durante el discurso, la atención del Líder Nacional y el zoom de las cámaras se fijaban sobre estos ejemplares cívicos. Ellos, con humilde orgullo, se ponían de pie mientras, bajo la mirada aprobadora del presidente, la aula resonaba con fuertes aplausos. En fin, el informe presidencial se convirtió en un espectáculo propagandístico ajustado a la gratificación de sentimientos primitivos y calculado para manipular el prejuicio y opinión popular.
Existe una curiosa reflexión entre el primer discurso de Washington y el anti-informe de Bush de ayer por la noche. En el discurso de Bush, este se preocupa pon la economía, el desarrollo cultural, las amenazas exteriores y las cuestiones de defensa. Pero los valores o la conciencia que informaba el discurso de Washington diferían del todo al ánimo que inspiraba la peroración de Bush II.
Escrito en un inglés clásico y mesurado el discurso de Washington ocupa solo página y media. Empieza asi: “Fellow Citizens of the Senate and House of Representatives. I embrace with great satisfaction the opportunity, which now presents itself, of congratulating you on the present favourable propsects of our public affairs….” (Conciudadanos del Senado y Cámara de Representantes: Abrazo, con gran satisfacción, la oportunidad, que de momento se presenta, de felicitaros por el prospecto favorable de nuestros asuntos públicos.)
Washington menciona la adhesión de Carolina del Norte a la Unión y mantiene que el segundo congreso tendrá que continuar con los nuevos y difíciles trabajos abordados en el primero, entre ellos aquel de proveer para la defensa común.
Evidentemente, Washington se sentía obligado a explicar su razonamiento. “To be prepared for war is one of the most effectual means of preserving peace.” (Estar preparado para la guerra es una de las medidas más efectivas para mantener la paz.) Por consiguiente, “A free people ought not only to be armed but disciplined; to which end a uniform and well digested plan is requisite. And their safety and interest require that they should promote such manufactories as tend to render them independent o[f] others….” (Un pueblo libre debería estar no solamente armado sino también disciplinado – para lo cual es requisito tener un plan bien concebido. Para lograrlo se necesita el fomento y el desarrolló de factorías que conduzcan hacia la independencia de los otros…”)
El discurso luego informa que las “medidas pacificas” adoptadas en relación a varias tribus indígenas no han logrado tener éxito y que el Gobierno Federal “debería estar preparado para proteger aquellas regiones amenazadas, lo que sea necesario.” Seguramente, esta última aseveración eran un “indio de paja», una cortina de humo. Las amenazas que enfrentaban a los Estados Unidos eran la dependencia económica de Inglaterra y, la estrangulación económica iniciada por España que había prohibido a la navegación yanqui en el río Mississippi. Se ve que Washington intentaba impulsar el fortalecimiento del país sin parecer belicista.
Washington insta la necesidad de regularizar a la moneda, establecer un servicio de correos público, y determinar una manera efectiva y uniforme para proporcionar derechos de ciudadanía a extranjeros. Piensa que, bien sea por el establecimiento de una Universidad Nacional o bien sea por asistencias a seminarios privados, era esencial fomentar la Literatura y las Ciencias como la mejor garantía para “la seguridad de una constitución libre” – “By convincing those who are entrusted with the publick administration that every valuable end of government is best answered by the enlightened confidence of the people: And by teaching the people themselves to know and to value their own rights; to discern and provide against invasions of them; to distinguish between oppression and the necessary exercise of lawful authority…” (Convenciendo a los encargados de la administración pública que todo propósito valioso se logra más bien con la confianza ilustrada del Pueblo. Y educando al Pueblo por si mismo a conocer y apreciar sus derechos, y así poder diferenciar entre la opresión y el ejercicio legítimo del poder…)
Estas últimas observaciones divulgan la “teleología política” que mantenía Washington, pero también a todos los fundadores de la nueva república. Hasta este punto, el discurso de Washington se ha concentrado en lo evidente y práctico. Una nueva nación tiene que defenderse. Esto requiere que desarrolle su industria que, que al mismo tiempo, disponga de una moneda saneada, un servicio de correos público, y el Pueblo educado en Ciencias y Letras.
¿Pero todo esto para que? ¿Para estar ricos y fuertes?
Washington lo niega, mantiene que » la educación que conduce a la prosperidad también conduce a libertad, a una ciudadanía consciente de los limites que necesariamente deben caer sobre su propia conducta y sobre la conducta de sus gobernantes». Lo que al principio parece ser tan solo una lista de bienes, al final revela un liberalismo profundo.
Después de expresar estos sentimientos, Washington de repente recae abruptamente en lo prosaico, concluyendo con decir que había dirigido a los oficiales apropiados para que proporcionasen al Congreso los informes y presupuestos que fuesen necesarios para informar más detalladamente sobre el estado de la Unión.
Doscientos años después, el poderío de la Unión sobrepasa cien veces lo que Washington hubiera imaginado. Aunque intento parecerse, el discurso de George W. Bush informa de un estado político bastante ajeno al esperado por Washington.
Mientras Washington protagonizaba el fomento de las Ciencias y las Humanidades, Bush comenzó su discurso instando en la necesidad de asegurar que cada americano supiera leer.
Mientras Washington recomendó el desarrollo del comercio, la industria y la agricultura, Bush propuso la rebaja de los impuestos para los más ricos. Mientras Washington proponía el establecimiento de un servicio de correos publico, Bush hizo la llamada a la privatización del seguro social. Mientras Washington señalaba el imperativo de capacitar al Pueblo para diferenciar entre la opresión y el ejercicio legítimo del poder, Bush nos aseguraba que las fuerzas policiales tenían las cosas bien a mano.
“El Gobierno ha iniciado medidas sin precedentes para proteger a la patria. Hemos intensificado medidas de seguridad en las fronteras y en los aeropuertos… El FBI mejora cada día su capacidad para analizar los datos, transformándose para poder enfrentar las nuevas amenazas. Hoy mismo he ordenado a los dirigentes del FBI, la CIA, y de los departamentos de Defensa y de Seguridad Doméstica que desarrollasen un ‘Centro de Integración de Amenazas Terroristas’ para analizar en un solo lugar toda la información relacionada.”
Mientras Washington hablaba de otorgar derechos cívicos a extranjeros, Bush aludio a las detenciones y otras medidas anti islámicas. “En total mas de 3,000 sospechosos de terrorismo han sido arrestados en muchos países. Y muchos más se han encontrado con otro destino. Ya no son un problema….”
Pero lo más interesante del discurso de Bush es que, durante toda una hora, no dijo absolutamente nada sobre la cuestión que, debido a su propia envergadura, más preocupa al país y al mundo. Lo que esperaba el mundo era la justificación para una guerra que, por todos signos, parece ser inminente. Pero Bush no ofreció nada mas que sofismas, ambigüedades y espantos fantásticos El presidente acusó a Irak de no revelar sus armas escondidas. Normalmente, el propósito de esconder algo es no revelarlo. De más ayuda seria señalar como se sabe que existen armas escondidas. Replica Bush que se sabe porque no han sido reveladas. “It is up to Iraq to show exactly where it is hiding its banned weapons … lay those weapons out for the world to see … and destroy them as directed. Nothing like this has happened.” (Irak tiene que revelar precisamente adonde esconde sus armas…. exhibirlas para que sean vistas por el mundo entero… y destruirlas como se le ordeno previamente. Esto no ha ocurrido. ) Además, de las 30.000 carcasas de misiles de corto alcance que existian en 1998 se descubrieron 16 que no fueron declaradas y que son “adaptables” ( suitable) para fines nucleares. “Regímenes fuera de la ley ( outlaw regimes) buscan o poseen armas nucleares, químicas o biológicas. Estos regímenes podrían utilizar estas armas para la extorsión, el terror y las matanzas en masa. También podrían regalar o vender estas armas a sus aliados terroristas…”.
Sí, podría ser; pero ¿de quien hablamos?
Durante el discurso de la Unión, cuanto Bush decía algo, era necesario desconectarse de la realidad para entenderlo. “En Afganistán, asistimos a la liberación de un Pueblo oprimido… y continuaremos ayudándoles a asegurar su país, reconstruir su Sociedad, y educar a sus niños y niñas…. Como lo estamos haciendo en Afganistán, traeremos a la gente de Irak, alimentos, medicinas, provisiones y…. libertad.”
La misma tarde, los titulares anunciaban: “Gis in furious battle with Afghan rebels. Caves thought to hide pro-al Qaeda fighters.” ( Soldados americanos en furiosa batalla con rebeldes afganos. Se piensa que miembros del Al Quaeda se esconden en Cavas.”)
Grita el San Francisco Chronicle: BUSH PREPARES NATION FOR WAR! (Bush prepara la nación para la guerra). Mejor dicho que prepara la nación para la idiotización colectiva. Según Bush, el pueblo esta “tranquilamente unido” en la gran causa.
Milagrosamente, no obstante el bombardeo de “informes” oficiales – debidamente repetidos por un prensa servil – el 60% de la población estadounidense no permanece convencida.
Bravo. San Francisco. Estados Unidos. 30 Enero 2003.