En el Hospital Materno Infantil de Bagdad huele a muerte y descomposición. Los niños y las madres se hacinan en las habitaciones, como el dolor y el espanto se hacina en sus ojos. Esos ojos tristes de vida corta y muerte prematura, sobre las camas respirando poco y deprisa, consumiendo en breves bocanadas largas y difíciles agonías.
Y miran mas allá sin ver, buscan sin encontrar ese universo que de día y de noche y desde el mismo cielo se les niega.
Los niños de Bagdad no tienen derechos, no tienen Navidad, ni les van a traer regalos los Reyes Magos, ni Ala porque muchos ya no viven para ver el ano nuevo.
Se desangran sobre sus camas, las hemorragias lentas e interminables empapan las almohadas. No les dieron la orden de sangran, ¿quién puede dar una orden así? No sangran a nuestro paso, se desangran porque nosotros pasamos de ver esa muerte lenta y silenciosa.
Hoy a las 17:00 horas (hora local) todos los niños de los colegios se manifestaban frente a la sede de UNICEF, llevaban unas pequeñas velas encendidas, habían improvisado unas pancartas sobre unos cartones y cantaban para que los niños en los hospitales tuvieran medicinas para poderse salvar.
En los extramuros de la ciudad los soldados hoy cavaban trincheras, que mas bien parecían tumbas.
Y en los medios de comunicación no es noticia la muerte injustificada de estos niños, no es noticia morir de genocidio; en los medios de comunicación solo son noticia los asesinos, los que matan… los muertos no tienen importancia, son del pueblo, no son nada.
Desde este pais, encarcelado mediante un embargo genocida, quiero enviaros un saludo de paz y esperanza, pero para llegar a la paz y no abandonar la esperanza hay que ponerle nombre a las cosas.
Espero que tengáis todas y todos una buena entrada de ano y que el 2003 sea un año para la paz y el desarme, para la vida y la alegría, pero nunca mas para la muerte y el silencio.
Desde Bagdad, 31 Diciembre 2002
Mar Molina.
Os deseo un prospero y solidario año 2003