Reportaje: Trasvase No, desalación Sí – por Edmundo Fayanás

El agua es un elemento vital para la vida. Muchos de los conflictos que asolan el planeta tienen connotaciones con el agua: conflicto judeo-palestino, conflicto de Turquía con Siria e Irak, por la presa de Ataturk o los desastres ecológicos en nombre del progreso, como los del lago Aral.

Es obvio, que el tema del agua debe ser considerado como un problema fundamental de Estado, y la política del agua debe recabar los máximos apoyos, pues en ello nos va el futuro.

El problema del agua en España, está mal planteado desde el gobierno del PP. No en la necesidad de un Plan Hidrológico Nacional (PHN) sino en la forma de imponerlo que como dijo el inclíto ministro de Agricultura, Arias Cañete, “ lo sacarán por testículos”, por la falta de debate y consenso mayoritario.

España necesita un Plan Hidrológico, basado en la nueva cultura del agua, en el uso racional de la misma y en los cambios de forma de riego agrícola. Así como en el reciclaje y en un respeto escrupuloso de la legislación medioambiental. Ciudades como Zaragoza, Madrid pierden más del 30% del agua que transportan sus redes. Los actuales canales vienen a perder sobre un 40%. En España, en el 2001, más del 50% de la agricultura sigue utilizando el riego por inundación, que es el más derrochador.

El PP ha impuesto su PHN y su obra emblemática, el trasvase del Ebro consiguiendo no sólo el desencuentro político y económico sino lo más grave, que es el enfrentamiento entre pueblos.

El debate es imparable sobre la necesidad del trasvase o la desalación. Creo, que en cualquier debate del agua y en consecuencia, sobre los planes hidrológicos, las primeras medidas a tomar pasan por un uso racional del agua yendo las primeras inversiones encaminadas al objetivo anteriormente expuesto.

Realizado esto, faltando agua, entonces ¿qué? Trasvase o desalación. Mi opinión es clara, desalación.

En estos momentos en Canarias ya hay un millón de personas que utilizan agua desalada. En Arabia Saudita e Israel es abundante el agua utilizada por este método a un precio de 65 ptas / m3, resultando que ya es un precio competitivo. En estos momentos, es más competitiva el agua desalada que la del trasvase en Alicante, Murcia y Almería.

En la misma medida que la investigación avanza rápidamente, su coste disminuirá y será más competitiva. Actualmente ya hay técnicas que empiezan a producir aun menor coste y lo que es más importante, con una menor utilización energética en el proceso y de coste medioambiental.

Mi posición es de oposición al trasvase del Ebro, basada entre otros aspectos en:

Mayoritariamente el mundo científico lo rechaza. Cuando el PHN estuvo elaborado, el ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, lo remitió a 132 especialistas (hidrólogos, geólogos, ingenieros, economistas, juristas y sociólogos). Contestaron 82 especialistas. El cinco de febrero del 2001, se reúnen 62 de los 82 que contestan. Todos salvo uno, coincidieron en su rechazo al PHN.

Cuando se habla del Ebro, se hace de una forma inmutable, como si nada sucediese. En el PHN falta el impacto ambiental que el cambio climático va a generar en el Ebro. En el Libro Blanco del Agua de 1997, se habla de una reducción de lluvia en 50 años del 28% en el valle del Ebro. Al mismo tiempo, el incremento de las temperaturas derivadas del cambio climático y la expansión de los cultivos, junto a la instalación en sus orillas de cinco centrales de ciclo combinado (suponen el 6% de su caudal). ¿ Puede el Ebro responder a toda esta demanda?

En opinión del antropólogo social, Gaspar Mairal, el trasvase pone de manifiesto la falta de equidad y de justicia distributiva del PHN. Los costes son pagados por las poblaciones afectadas y los beneficios los obtienen otras poblaciones. El agua activa procesos culturales que hacen de este recurso un elemento para la representación de valores e identidades. Considera que la movilización contra el trasvase es un complejo identitario, construido alrededor del agua.

Para el desarrollo del trasvase es necesario construir entre otras obras, tres nuevas presas. La presa del Marquesado, sobre el río Magro, cuenca del Júcar, con graves problemas geológicos. La presa de Azorín, en la cuenca del Júcar, con 100 Hm3, suponiendo la inundación de 1300Ha de viñedos muy productivos y presentando graves problemas sobre la estanqueidad del vaso junto con graves problemas geológicos. La presa de Villamarchante, en la cuenca del Júcar, con 40 Hm3.

El consumo de energía es brutal. Se calcula que será de 1700 gigovatios, equivalente al consumo de todo el área metropolitana de Valencia. Para atender este gasto eléctrico, sería necesario dedicar toda la producción de la central nuclear de Zorita para el trasvase. Además, habrá que crear una nueva red de tendido eléctrico con el consiguiente impacto ambiental

Este consumo viene determinado por la necesidad de salvar fuertes desniveles del terreno. En Cherta o Tortosa tiene que salvar desniveles de 143/148m. En Castellón hay dos fuertes desniveles en Santa Magdalena del Pulpis y Cuevas de Vinromá. En la divisoria del Júcar y el Vinalópo hasta llegar al embalse de Tous hay que salvar un desnivel de 408 m., con tres saltos consecutivos. En la zona de Jumilla, hay un desnivel de 200m. En su ramal norte hacia Barcelona, tiene un desnivel de 220m.

El precio de agua supera ampliamente las 65 ptas/m3, con lo que podemos decir que es una obra antieconómica. Ante este desastre económico y medioambiental, solo hay dos salidas. La primera, que el agua de consumo urbano e industrial se encarezca en 38 ptas/m3 en esas cuencas. La segunda, que el gobierno español subvencione el coste real del mantenimiento del trasvase, dando con ello un precio político. En este caso, cada español deberá pagar 1100 ptas anuales para el mantenimiento del trasvase. En estos momentos, sólo sería rentable el trasvase en Castellón y Valencia. Pero dejará de serlo en la misma medida que los procesos de desalación avancen. Es decir, para cuando se haga el trasvase, su rentabilidad será negativa. El coste estimado de esta obra asciende a 750.000 millones de pesetas. Todos ellos tirados por la prepotencia de Aznar y saliendo beneficiados los de siempre.

¿Qué decir de las numerosas irregularidades que se están dando en estas obras? Ya hemos visto que ha pasado en Itoiz. Lo mismo está pasando en Viscarrués, Santaliestra y Yesa.

¿Es necesario el faraónico Yesa? ¿A quién interesa este Yesa? ¿Se llenará alguna vez? ¿Habrá responsabilidades de estos dislates de cementos?

¿Qué pasará con los usos actuales hidroeléctricos de Mequinenza, Ribarroja y Flix? ¿Cuál será la compensación a Endesa? ¿Qué sucederá con el creciente sector turístico de la zona?

Qué decir de los impactos medioambientales. Nunca más veremos el delta del Ebro como está ahora. Su proceso de salinización será imparable.

La mala calidad del agua trasvasada es uno de los elementos más negativos del trasvase. Siendo éste, uno de los puntos que la Unión Europea más cuestiona.

La grave plaga del mejillón cebra se extenderá por todo el Levante con su fuerte carácter destructivo. El impacto de los nuevos tendidos del trasvase será terrible con un fuerte coste en la flora. El efecto barrera que provocará en el medio ambiente, los graves problemas geológicos que implica con un alto número de túneles y su incidencia sobre numerosos espacios de la Red Natura.

Esto sólo es una pequeña muestra de lo que significa el trasvase del Ebro. Todo ello me lleva a decir NO a este trasvase y a pedir una reflexión para que entre todos busquemos soluciones más racionales para el problema del agua en España.

Edmundo Fayanás Escuer.
Profesor de Historia.
Colaborador habitual de El Inconformista Digital

Incorporación – Redacción. Pamplona. 26 Diciembre 2002