The pianist. GB/Francia/Alemania/Polonia/Holanda. 2002.
Dirección: Roman Polanski
Interpretes: Adrien Brody, Emilia Fox, Frank Finlay, Thomas Kretschmann, Maureen Lipman. – Música: Wojciech Kilar.
Una vez más, el cine retrata una de las más dramáticas páginas negras de la historia, la invasión alemana de Polonia, donde convivían miles de judíos y de familias en paz hasta que Adolf Hitler decidió privarles de libertad robándoles el país y hacinándolos en campos de concentración.
El pianista Wladyslaw Szpilman, conocido como un excelente músico por los que le conocen y compañeros de oficio, es el protagonista de esta increíble historia llena de asesinatos, cadáveres, enfermedad, putrefacción, infanticidios, inmundicia y de una tristeza enorme.
Es el film más duro que recuerdo, impactante, con una violencia seca, sin dudas ni regodeos, sin remordimientos, se asesina de manera impulsiva y automática, como un hecho cotidiano que no se piensa.
Con cierto tono documental, Polanski nos hace espectadores de esta tragedia sin ningún ánimo de manipular aquella realidad polaca de finales del 39, evidentemente, esto es una película, pero esta tan perfectamente ambientada esta obra de arte que se te olvida y te produce en numerosos momentos un nudo en la garganta difícilmente imborrable.
Este pianista, que sin saber las consecuencias y las dimensiones que iba a tomar aquella invasión, decide quedarse en su ciudad, posteriormente minada de nazis, y con sus familiares y conocidos encerrados en guetos inhumanos.
Adrien Brody, logra fusionarse con el personaje, es y será para siempre el pianista, un personaje que evoluciona desde la tranquilidad de su familia y su trabajo, hasta su deterioro físico, la búsqueda de alimento por encima de todo, tocando un piano invisible en su soledad para escapar de la dura realidad.
Merecida Palma de Oro en Cannes y una vez más, un artista judío deja un documento, que, aunque es falso como el cine, sirve para dejar constancia lo mas verídicamente posible de lo acontecido en aquel tramo de la historia, como ejercicio de memoria.
Una película inolvidable, se te pega a la retina todo el horror de los campos de exterminio, el colorido apagado de los muros, las ropas, lo gris del cielo, el humo, una dirección de arte magnifica y todo con la triste pero a la vez maravillosa música de Wojciech Kilar.
Aviso a los espectadores más sensibles aténganse a las consecuencias de verla, porque pasará sin duda un mal rato observando a este héroe sobrevivir en su país ocupado por la muerte y por uno de los peores ejércitos de exterminio de la historia de la humanidad.
Polanski se saca la espina del pasado dejando constancia de lo que pudo vivir con sus propios ojos contando la historia real e increíble de este músico judío.
Cuando ya se creían hechas todas las películas sobre este acontecimiento terrible, llega el pianista, dándonos otra nueva visión horrible, humana, inhumana, esperanzadora y mostrando al pueblo polaco como artistas, comerciantes, gente pacifica y familiar.
No quiero decir con esto que todos los nazis fueran demonios ni todos los judíos ángeles, pero evidentemente la historia demuestra quienes sometieron y quienes fueron sometidos.
Vibrissae. Sevilla. 24 Diciembre 2002